Una suerte de despedida - Cierre del Ateneo Popular de Camargo
UNA SUERTE DE DESPEDIDA – CIERRE DEL ATENEO POPULAR DE CAMARGO
Para pocos será ya noticia que el Ateneo Popular de Camargo está cerrado. Este final ha sido algo abrupto y quizás – por los buenos tiempos- habría merecido la pena una suerte de despedida más elaborada (¿una fiesta? ¿un concierto? Vete a ver). Las razones del final abrupto quizás tienen que ver, en el fondo, con las mismas razones del final en sí mismo: somos muy pocas las que quedamos, menos, a decir verdad, de las que empezamos. El Ateneo cierra porque no ha conseguido un reemplazo que era condición obligada para seguir adelante. Con todo, sí que nos interesaba dejar algunas palabras para aquel que esté dispuesto a leerlas.
Existen razones particulares concretas para que el Ateneo no se haya asentado. Ya desde el principio se planteó como una hipótesis (“un año, y a ver qué pasa”). Sin embargo, quienes empezamos no hemos conseguido ¿convencer? a más gente para que se nos acercase y, si se acercaba, no dejaba de ser a costa de restar tiempo a otros movimientos sociales. El objetivo principal del Ateneo, que era movilizar una parte del posible movimiento social de Camargo, no se ha conseguido. Nos ha faltado difusión física en muchas poblaciones de Camargo, nos ha faltado contacto con otros actores de Camargo; nos ha sobrado tirar de conocidos que ya bastante movilizados estaban. Creemos que los espacios tienen sentido si mueven a más gente.
Existen, al mismo tiempo, razones estructurales para que el Ateneo no se haya asentado. Estamos viendo como otros proyectos, mucho más viejos y duros que el Ateneo, están recibiendo una multitud de golpes; estamos viendo cómo luchas que deberían estar movilizando amuchas cántabras y cántabros, están perdiendo fuelle. No es excusa, pero a lo mejor sí que explica algunas cuestiones más generales. Este proceso sucede en Cantabria, también en el Estado español, y seguramente mucho más allá de sus fronteras. Los expertos politólogos dicen que se ha cerrado un ciclo, o algo de eso. No son buenos tiempos para abrir cosas, quizás son más para refugiarse en los ya existentes.
Pero existen, no lo olvidemos, razones también para la alegría. Algunas actividades han pasado casi en silencio; otras han permitido debates enérgicos, acalorados; en las charlas algunxs podemos decir que hemos aprendido mucho más de lo que sabíamos antes de entrar.
Nos hemos encontrado y conocido personucas que, sin este Ateneo, probablemente no habríamos coincidido. Ya por eso ha merecido la pena el tiempo, el esfuerzo y, por qué no decirlo, los cabreos.
Para algunxs, el Ateneo ha sido una piedrita más de las que conforman esta calzada, esta calzada que asienta ese hilo rojo o negro (todavía hay quien piensa que rojinegro) que atraviesa la Historia. Quienes hemos estado en el Ateneo seguimos en otros proyectos, caminando en la misma dirección. Seguiremos cometiendo errores (no los mismos,
seguramente diferentes), pero errores que, poco a poco, nos dirijan en la buena dirección.