El STV (Santander de Toda la Vida) en 3D
Leo en la prensa digital que en menos de cinco minutos le habían derribado la casa. Los nietos siguen explicando a las compañías eléctricas y de gas, que no pueden cobrar si ya no existe ni la casa ni Amparo. Y al ayuntamiento expropiador, qué cómo se atreven a cobrar el impuesto 6 meses después de su fallecimiento. Amparo no estás sola, decían las asociaciones de vecinos y grupos políticos que hicieron de ella su causa, sostenían que el vial que la arrasaba, era innecesario y caro. La plataforma anti desahucios llego tarde. El 17 de Mayo de este 2018 cumpliría 87 años.
A aquellos del Santander del 41 les avasallaron, además de la desgracia del incendio fueron pasto de las llamas del nacionalcatolicismo y de la avaricia de un puñado de burgueses con apellidos que se dirán de Santander de Toda la Vida (STV)- Con las hijas de algunos de ellos he ido yo al colegio en los 70, paseando arriba y abajo las calles Menéndez Pelayo y Santa Lucía, con la guitarra cantando las canciones protesta de entonces, como aquella tan sentida ¡ay Carmela¡-.
Pero las zonas de reasentamiento de aquellos miles de personas siguen siendo en su mayoría barrios periféricos que vieron multiplicada su población con el baby Boom de los 60, y con cadena perpetua a reclamar la mejora de sus barrios para evitar la degradación, o eliminar las plagas de ratas o gatos. La mayoría conocemos “esas zonas”, como mucho de paso a otras zonas VIP de la ciudad, como la Colonia de los Pinares que linda con el sardinero. Otras con sabor –dice el turismo-, como el barrio Pesquero, donde de vez en cuando vamos a comer unas rabas, o una mariscada cuando vienen los amigos de fuera. O si acaso rodeamos los chaléts de la tierruca de paseo si a la biblioteca o al museo.
En los años miles del STV de ahora, con escaleras mecánicas, funicular con vistas a la bahía, una de las más bonitas el mundo- dicen-, algunas recordamos que fue construido después de más de veinte años de reclamaciones de muchas Amparos subiendo y bajando a cuestas con todo. Pero la mayoría olvidadiza, quizá lo recuerde cuando lo pierde en verano (varias cuestas y después 248 escalones muy pindios): imposible subirse con todos los guiris apretados como sardinas y tirando fotos, el funi se ha convertido en un recurso turístico, promete ser la nueva zona Vip en línea con el nuevo centro de arte de Botín.
Leo en la opinión publicada de los STV que el Santander del futuro será” smart city “, y en la de los otros, que el Santander Sostenible. Va a haber un congreso internacional de las ciudades inteligentes en Santander. Pero la opinión pública -oída en el funi- no se aclara. Según me aclara wiki, SmartSantander es hoy día, probablemente ¡¡ la mayor red de sensores del mundo¡: 1100 captores sin hilos instalados, 400 de ellos para medir los lugares de aparcamiento, y 700 para controlar parámetros ambientales, ruido, gases, temperatura, o luz solar y con redes interactivas con los usuarios, y que también hacen capturas masivas de información. Pero hete aquí, que lo de Sostenibilidad e inteligencia, para los expertos en marketing de sociedades comerciales y aglomeraciones urbanas, lo utilizan para tomar decisiones planificadas estratégicamente, como por ejemplo nuevos viales de carretas en las ciudades. ¡Ay Amparo¡
Me apeo del funi, ha dejado de llover, comienza mayo. Camino a la par del rayo primaveral que me llega atravesando esa bahía por la que siempre fantaseo salir nadando hacia el país de nunca jamás, y dejar atrás el pasado que llevamos por delante de una vez por todas. Llego a mi barrio en cinco minutos. En casa doy de comer a mis gatos que ronronean, me pregunto dónde nos realojarán en la urbótica STV y si las casas serán en 3D y biodegradables. ¡ay Carmela¡