St-Imier 2023: libros islamófobos, acción directa y evacuación de la crítica
¿Quiénes somos? ¿Por qué este texto?
Durante los Encuentros Internacionales Antiautoritarios (EIA), se produjo una escalada de violencia en torno a unos libros denunciados por su contenido islamófobo por personas presentes en la feria del libro. Tras dos días de conflicto entre la Federación Anarquista Francesa (FA), las organizaciones que la apoyaron y diversos grupos que exigieron la retirada de estos libros, miembros de la FA blandieron mangos de picos, minando la posibilidad misma de sentirse físicamente segures dentro de la feria del libro. Volvemos sobre este conflicto como miembros del equipo presente durante todos los EIA para dar la bienvenida a las personas de los puestos, y para participar en el esfuerzo de mediación de este conflicto junto con el equipo de cuidados. Ante las múltiples percepciones de la realidad, esperamos que este texto arroje algo de luz sobre el curso de los acontecimientos y el contenido de estos libros. También queremos llamar la atención sobre lo que parece ser un verdadero problema islamófobo dentro de la izquierda radical, sin que les anarquistas sean una excepción, en un contexto sociopolítico en el que el blanco fácil es una población constantemente acosada con el pretexto de practicar una religión que se percibe como específicamente problemática. Nos sumamos a quienes claman que la islamofobia mata, negándonos a entablar un "debate de ideas" con personas que sólo tienen en cuenta las relaciones de poder cuando su interpretación se ajusta a sus propios intereses.
Desarrollo de los acontecimientos
Viernes. Algunas personas presentes en la feria del libro tomaron la iniciativa de pedir al stand de la “sección Kropotkin” de la FA que retirara un libro de René Berthier titulado Un voile sur la cause des femmes, que había sido identificado como islamófobo. Posteriormente, también se les pidió que retiraran L'impasse islamique y La religion contre la vie, de Hamid Zanaz, con prefacio de Michel Onfray. Tras un altercado verbal y la negativa de la FA a retirar el libro, la primera de las dos obras fue incautada, luego arrancada y quemada en el marco de una acción directa.
Tras la acción y hasta el final de la jornada del sábado, numerosas personas exigieron repetidamente que se retiraran los libros en cuestión del puesto. Al mismo tiempo, la FA, y más concretamente los hombres del grupo Kropotkin encargados del puesto, nos pidieron que actuáramos contra esta acción que había sido hecha, que consideraban un ataque contra ellos. Tras informarnos sobre el contenido de los libros en cuestión, varies de nosotres fuimos a hablar con miembros de la FA, pidiéndoles que retiraran los dos libros por ser incompatibles con los valores políticos de los EIA.
Esa misma tarde, tras nuevos altercados verbales, se volcaron las mesas del stand de la FA. Como feria del libro, tomamos la decisión de ponernos en contacto con la FA, en primer lugar, pidiéndoles que retiraran sus libros con vistas a desescalar el conflicto durante el evento, y en segundo lugar ofreciéndonos a organizar un debate de fondo sobre el contenido de estos libros. Esta propuesta no sólo no fue aceptada, sino que ni siquiera fue escuchada.
En nuestros esfuerzos de comunicación, escuchamos numerosos argumentos que denunciaban la supuesta "censura", el "autoritarismo", que la acción recordaba "las horas más oscuras de nuestra historia", así como los “autos de fe” nazis y fascistas. Nos chocaron estas evocaciones, las amalgamas utilizadas, el olvido de la historia y el uso indebido de estos argumentos con fines defensivos por parte de miembros de la FA, pero también de otras personas de otros puestos.
Sábado. Tras la negativa de la FA a retirar los libros, la tensión siguió aumentando al día siguiente. El motivo principal fue que la FA había colocado en su puesto, junto a los trozos de libros quemados y rotos, un cartel en el que denunciaba la "agresión" sufrida e invitaba a las personas de los demás puestos a tener cuidado con sus mesas. Se produjeron nuevos altercados. Un plato voló hacia el grupo de la FA. En respuesta, miembros de la FA sacaron picos. Las personas del puesto vecino tuvieron que bloquear físicamente a los miembros de FA, que estaban decididos a utilizar la violencia. Tanto el equipo de cuidados como nosotras mantuvimos una larga discusión sobre cómo calmar la situación, ya que no estábamos en condiciones de manejar la violencia física en la feria del libro. Tras esta discusión, pedimos a la FA que cerrara su stand el último día de los EAI. Como se negaron, decidimos cerrar la feria del libro el domingo, posición que transmitimos al grupo de coordinación del evento esa misma tarde.
Domingo. A la mañana siguiente, cuando se abrió el recinto de la feria del libro, comunicamos nuestra decisión a los grupos que estaban detrás de sus puestos. Decidieron mantener el recinto abierto, con un debate previo sobre las garantías de seguridad durante la feria. Hay que decir que muches de les participantes en el debate eran miembros de la FA, y que este debate autogestionado no dio lugar a otro consenso que el de mantener abierta la feria. La sobrerrepresentación de la FA en el debate fue llamó la atención de varias personas, que pidieron a los miembros del grupo que se identificaran, a lo que se negaron, antes de que varios de estos últimos declararan que querían participar en el equipo responsable de la seguridad... Además, la discusión, centrada en cuestiones de seguridad, no abordó en absoluto el contenido problemático de los libros.
Al término de la reunión, muches de les expositores abandonaron la pista de hielo, bien por la presencia de la FA en el lugar, bien por la responsabilidad en materia de seguridad que implicaban las decisiones que acababan de tomarse. Otres expresaron su deseo de mantener la feria abierta, pero no se pronunciaron explícitamente.
En aras de la seguridad de todes, consideramos indispensable que el puesto de la FA se retirara. Ante la decisión de mantener la feria abierta y de organizar de forma autogestionada la última jornada por parte de les expositores, decidimos marcharnos. Al mismo tiempo, el equipo de cuidados, en huelga, denunció la situación general de los EIA, afirmando en particular su negativa a actuar como amortiguador entre los diversos fallos sistémicos, las relaciones de poder, la falta de cuidados y la falta de apoyo del equipo de la organización para hacer cumplir los acuerdos del equipo de cuidados.
Al final de la jornada, una manifestación callejera organizada por algunes de les participantes utilizó el lema "FA racista, la organización cómplice" para denunciar el ambiente racista, transfóbico y, en general, queerfóbico de los EIA. En un discurso pronunciado en el micrófono abierto de la sala de espectáculos, explicaron que su intervención tardía se había producido tras numerosos ataques, y que habían sido amenazades con violencia física durante el evento. Firmemente decidides a continuar con la acción, también denunciaron la ausencia siquiera de un paso atrás o de cualquier forma de introspección sobre las opresiones sistémicas, invitándonos a reflexionar sobre "cómo garantizar que esto no vuelva a ocurrir".
Los libros
Nos tomamos la molestia aquí de explicar el contenido problemático de los dos libros denunciados en los EIA, ya que muchas de las personas presentes no parecían ser conscientes de la violencia de su contenido ya fuera entre los miembros de la FA o entre les participantes en general. También pretendemos señalar cómo discursos como estos pretenden combatir la opresión, pero en realidad la alimentan. El ateísmo militante encarnado en estos textos no es un ateísmo políticamente neutral. Al contrario, se dirige contra determinados pueblos y sus prácticas religiosas, y establece jerarquías, tácitas o explícitas, entre las grandes corrientes religiosas como si fueran grupos homogéneos.
En general, consideramos que estos libros no tienen cabida en una selección de obras antiautoritarias o libertarias, porque tanto su contenido como su portada son violentos, recogiendo supuestas verdades que no son más que banalmente islamófobas.
René Berthier, Un voile sur la cause des femmes
René Berthier escribe libros de historia y teoría política, y tiene un cierto aura de historiador de la primera internacional antiautoritaria. El libro consta de dos partes. Por un lado, contiene varios textos del propio autor y, por otro, da la palabra a diferentes oradores, un formato destinado a dar la impresión de diversidad de puntos de vista en la reconstrucción del debate. Sin entrar en una crítica sistemática, podemos sin embargo mencionar algunos de los problemas que plantea este libro:
- su título, su tono y su tono paternalista
- la utilización en la portada de la imagen de una mujer con pañuelo en la cabeza para defender un proyecto social que no tiene intención de considerarla parte interesada, en un contexto en el que cualquier pretexto es bueno para hablar en lugar de les musulmanes
- una denuncia de la Constitución iraní, que discrimina especialmente a las mujeres, y que tiene como punto de partida las reivindicaciones contra la islamofobia en Francia, y el efecto de establecer una peligrosa amalgama entre, por una parte, las prácticas represivas y sexistas de un Estado y, por otra, la variedad de prácticas religiosas de un grupo de comunidades que viven en un país al otro lado del planeta.
- suscribir el pánico general al pañuelo islámico y, por extensión, a las comunidades musulmanas, al tiempo que se demuestra una ignorancia tanto de sus prácticas como de sus creencias
- una apología implícita de la modernidad como oposición entre la Ilustración y oscurantistas, distinción que se traduce en la alteridad de les musulmanes como poseedores de prácticas que pertenecen al pasado.
- la incapacidad de tener en cuenta la complejidad social de Francia para proponer un proyecto crítico sensato.
Hamid Zanaz, L'impasse islamique : la religion contre la vie, prefacio de Michel Onfray
Hamid Zanaz, autor de numerosas obras que reivindican el tema de la lucha contra el islamismo, establece sistemáticamente una equivalencia entre islam e islamismo, considerando el fundamentalismo religioso como el resultado lógico de toda práctica islámica. El callejón sin salida islámico no es una excepción, y el autor concede un papel destacado a Michel Onfray, notorio islamófobo y "filósofo" estrella, que afirma que existe un ejército de "soldados" dispuestos a morir por el Islam frente a un "Occidente" supuestamente desarmado ante los ataques a la cultura consumista y a la ideología capitalista, "Libertaria" pero sobre todo capitalista, Onfray aprovecha cualquier oportunidad para ganar dinero, incluso cuando ello significa alimentar activamente el discurso racista.
Al igual que su prefacio, el libro presenta una imagen nefasta de las poblaciones musulmanas, a las que considera sumisas a las élites que dirigen el islam político. Más explícito que Berthier, afirma que las prácticas islámicas actuales pertenecen a una época pasada y son incompatibles con la modernidad occidental. Esta obra se basa en la lógica del choque de civilizaciones y alimenta la idea del “Gran Reemplazo”. Decididamente divorciado de cualquier contexto histórico, social o cultural, ni racionalista ni culturalista, el libro pretende describir el panorama político-religioso actual. Por otra parte, el discurso de Zanaz es a menudo incapaz de relacionarse con ninguna forma de memoria histórica. Es una triste ironía para un texto publicado por una editorial supuestamente "libertaria" que L'Impasse islamique, por ejemplo, conceda un lugar de honor a regímenes autoritarios asesinos como los de Napoleón, Bourguiba y Atatürk.
Problemas presentados
Los EIA…
Las líneas políticas de los EIA, descritas a grandes rasgos en la convocatoria, no bastaron para contrarrestar las dinámicas opresoras, sobre todo en términos de islamofobia. Los espacios facilitados por les organizadores (sesiones diarias de micrófono abierto) para que les asistentes expusieran sus opiniones y propuestas no permitieron el trabajo político en profundidad que hubiera sido necesario antes del evento para evitar la discriminación. Las reacciones más técnicas que políticas de los distintos equipos organizadores ante los altercados relacionados con el puesto de la FA son consecuencia de este fracaso.
Cuando se comunicó al grupo de coordinación del evento la decisión de cerrar la pista de hielo adoptada por el equipo de cuidados y el equipo de la feria del libro, varias personas se opusieron, alegando en particular la inestimable participación de la FA en la organización del evento. Esta retórica impidió el cuestionamiento político que era necesario en aquel momento. Sobre todo, permitió cuestionar ilegítimamente la decisión que habían tomado el equipo de cuidados y el equipo de la feria del libro, encargados respectivamente de la seguridad y de la pista de hielo. Sin entrar a analizar la dinámica de poder a nivel del grupo de coordinación, pensamos que habría sido posible evitar este escollo.
... y la FA
Durante los altercados, mantuvimos conversaciones con algunos miembros de la FA que se mostraron dispuestos a escuchar y debatir los problemas planteados por la presencia de libros islamófobos en los EIA. Sin embargo, las relaciones de poder internas, especialmente las patriarcales, han silenciado las voces minoritarias. Denunciamos estas dinámicas opresivas dentro de la FA, que surgieron durante el conflicto e impidieron cualquier avance político sobre las críticas planteadas. Consideramos, sin embargo, que no bastan para eximir de responsabilidad a ciertos individuos que, al seguir siendo miembros de la FA, muestran una forma de tolerancia hacia la islamofobia por parte de su organización.
Los días siguientes a los hechos, se publicó brevemente en el blog de Floréal un artículo en el que se denunciaban los "ataques", citando un supuesto comunicado de prensa de la FA que no hemos podido encontrar en ningún lugar de sus canales oficiales. A pesar de la vaguedad que rodea el origen de este texto, fue retomado notablemente en Facebook por la CNT-AIT Paris Banlieue y por la CNT-AIT Montauban, que aseguran "a los militantes agredidos y al FA toda nuestra solidaridad ante este cobarde ataque digno de los fascistas". Estos mensajes son señales claras de una islamofobia apenas disimulada bajo la crítica fascista de quienes la denuncian ("los soldaditos del islamofascismo", "los soldaditos del islamismo militante o sus tontos útiles") en el seno de la extrema izquierda militante.
Deslegitimación de la crítica y victimización
El cartel colocado el sábado por la “sección Kropotkin” de la FA en su puesto es una clara señal de la evasión de la cuestión de la islamofobia, de la que son responsables la FA, la organización y, más en general, la mayoría de las personas presentes en el acto. El altar creado tras la acción directa del día anterior invitaba a otras personas de los puestos a proteger sus mesas, haciendo de los trozos de libros quemados y rotos la prueba de ataques supuestamente aleatorios, irracionales y, por tanto, peligrosos para todes. El día anterior, varios miembros de la FA ya estaban insistiendo en que eran sólo unos pocos individuos los que no estaban de acuerdo con los libros atacados. Esta deslegitimación de las críticas atribuyéndolas a un puñado de personas ajenas es una forma de imponer la retórica islamófoba centrándose en denunciar las acciones de les demás.
Retórica de la seguridad
Lamentamos que el debate en la feria del libro se centrara en cuestiones de seguridad en lugar de en el problema de la islamofobia. Fue una oportunidad perdida. También lamentamos haber caído en la trampa de la "vigilancia". En lugar de adoptar una postura política clara para garantizar la seguridad física de las personas dentro de la feria del libro, por ejemplo, asegurándonos de que las personas que levantaban la mano a otras se marcharan, se optó por organizar un servicio de seguridad de tipo policial. Con ello se consiguió mantener la escalada, pero también confirmar que cualquier vuelta a la calma tendría que estar sujeta a la presencia de un grupo dispuesto a utilizar la violencia física.
El anticlericalismo como pretexto
Nos preguntamos por qué algunos miembros de la FA se negaron categóricamente a retirar estos libros de su puesto, hasta el punto de llegar a las manos. Desde la perspectiva del anticlericalismo, también nos preguntamos por qué, si el islam fuera como cualquier otra religión, estas otras religiones están enormemente infrarrepresentadas no sólo en el puesto sino también en el "debate" en general. Tratar el islam como cualquier otra religión es negar las relaciones de opresión que sufren las mujeres que llevan velo. También niega las relaciones de opresión que experimentan los hombres percibidos como musulmanes en Europa y Estados Unidos.
"Censura", "autoritarismo", "las horas más oscuras de nuestra historia", etc.
Muchas de las denuncias procedentes de miembros de la FA no han hecho sino transmitir ideas confusas sobre la historia y las dinámicas de poder. Hemos oído, a veces de boca de nosotres mismes, a veces de las personas que estaban detrás de las acciones, que exigir la retirada de los libros sería "censura", "autoritarismo", que quemar páginas de libros "nos recuerda las horas más oscuras de nuestra historia" o que sería "como los autos de fe fascistas", o "los autos de fe nazis". Conmocionades, hemos expresado nuestra decepción y a veces nuestra cólera ante estas posturas confusas, incluso confusas. Denunciamos poner al mismo nivel la acción directa con operaciones de extrema derecha, así como que se califique nuestra demanda de pedir la retirada de libros problemáticos como "autoritarismo" o "censura".
No olvidemos que la censura afecta a la integridad de quienes la sufren, y que esa censura la ejercen entidades que tienen un poder represivo muy real. Recordemos que la "libertad de expresión" es utilizada por la extrema derecha para promover discursos racistas. Recordemos que "libertad de expresión" no significa decir lo que une quiere todo el tiempo y obligar a la gente a escuchar. Recordemos que los autos de fe fascistas y nazis formaban parte de un sistema de dominación institucional que consistía no sólo en quemar libros sino también en matar, en establecer una dominación totalitaria, a una escala estatal, por tanto, y que es la denuncia de esta dominación la que constituye nuestro proyecto común. Recordemos "las horas más oscuras de nuestra historia". Integremos la memoria en nuestro trabajo militante. Por otra parte, neguémonos a utilizarla para vehicular argumentos de autoridad orientados a escalas y dinámicas que no tienen nada que ver.
Conclusión
Esperamos que este texto alimente la necesaria dinámica de crítica a las tendencias islamófobas dentro de la extrema izquierda militante y más allá. Como responsables de la feria del libro, podríamos haber emprendido una acción aún más política con los medios de los que disponíamos para evitar la dirección securitaria y despolitizadora que estaba tomando el conflicto hasta la manifestación del domingo. Nuestros grupos y eventos no deben conformarse con posiciones vagas sobre la islamofobia y el racismo en general. Por lo tanto, apoyamos la exigencia de que nos ocupemos colectivamente de estas cuestiones, recordando que la pasividad es una forma de tolerancia hacia la opresión sistémica que mata a diario.