La SGAE y el rock de la cárcel
Los exagerados recaudadores de la Sociedad General de Autores de España nunca perdonan a nadie. Incluso cobran de los actos benéficos y solidarios. Todos son conminados a pagar “derechos de autor”. Y amenazados con medidas duras si no lo hacen de inmediato. La capacidad de la SGAE para rascar euros es algo digno de mejor causa. Pero lo que se sospechaba se ha cumplido. En realidad la SGAE era una Cosa Nostra con delirios de grandeza. Compran palacios y castillos. Nadan en dinero. El pasodoble torero da mucho de sí, al igual que el cine infumable y subvencionado con los impuestos del contribuyente.
Ahora, precisamente, la Audiencia Nacional ha tomado cartas en la sospecha de tanto afán de lucro. Ha revuelto papeles en la tesorería de esa entidad de cobradores. En la guarida de la SGAE andan alucinando en colores, dada la inaudita osadía del juez; ha decidido procesar a la cúpula directiva de esa polémica oficina “por malversación y desvío de fondos, amén de la falsedad de documento público. Qué verano, el del año 2.011. La canción del verano es el rock de la cárcel.
Las recientes elecciones dieron como ganador repetitivo a Teddy Bautista. El mismo magistrado instructor ha llegado a la conclusión de que estas elecciones fueron amañadas desde dentro. Bautista ha hecho gran carrera burocrática en la SGAE. Cuando fue cantante del grupo “Los Canarios” su mayor éxito fue “Pippermint frappé,” y también tuvo cierta fama la canción “Ponte de rodillas”. Olía ya desde entonces a alcohol y penitencia. Pero antes de ponerse de rodillas algunos "sgaes" disfrutaron de la buena vida, basada en el canon digital y otras generosas canonjías. Dame trigo y llámame gorrión.
Resulta que la propia ministra del ramo, Angeles González Sinde está incluida en esa madeja. Es juez y parte con la SGAE en su defensa a ultranza de la aplicación a rajatabla contra las descargas por Internet. La ministra-guionista se ha mostrado partidaria agresiva de ponerle puertas a la navegación por el ciberespacio.
En el sumario abierto por la Audiencia Nacional ya se admite una apropiación sistemática de buena parte de los fondos que la SGAE reparte con el ministerio de Cultura. Lo hicieron mediante la creación de una red de sociedades fantasma. Una trama muy lucrativa. G.-Sinde no dimite, no está contemplado en su guión. Pero debería hacerlo por vergüenza simple.
Otro que tal baila es el paladín de la SGAE que lleva por nombre de guerra Ramoncín. El terror de las descargas internautas y querellador compulsivo contra los practicantes de esta actividad. ¿Qué emociones estará sintiendo el rey del pollo frito, cuando ve como la ley se lleva por delante a sus colegas? Por de pronto, solicita nuevas elecciones pero no pide castigo ejemplar de trullo para los culpables. Dice que no se enteraba de nada.
Somos en España el paraíso de la picaresca, pero también el de los refranes alusivos a la misma. “La avaricia rompe el saco” es uno de ellos.