Psicopolítica: El algoritmo nos construye el guion de nuestros días
El pasado 12 de agosto, como parte de las Jornadas Vivenciales organizadas por la comunidad de La Garma por segundo año, un grupo de personas se dio cita para dialogar en torno a diversos temas, teniendo como argumentos guía en esta primera charla los planteamientos del filósofo Byung-Chul Han contenidos en su libro titulado «Psicopolítica».
Este filósofo, citado cada vez con mayor asiduidad en entornos alternativos, ha sido también criticado en diversas ocasiones siendo cuestionado en aspectos como, por ejemplo, su frecuente publicación de obras para un autor que enarbola la rapidez como un mal de nuestros tiempos y critica el hiperconsumismo, o su estilo de redacción caracterizado por frases cortas que algunas personas han catalogado como construidas para titulares fáciles o camisetas, entre otras cosas. Sin embargo, algunas de sus ideas han cobrado relativa relevancia en los últimos años y, por ejemplo, sus reflexiones en torno al COVID-19 y su gestión en el mundo le valieron la atención de un sector inconforme que encontró afinidad en los argumentos de Han. Sus reflexiones sin embargo abarcan otros ámbitos de la realidad social contemporánea como la perversa relación que existe entre la digitalización de la vida y el crecimiento y fortalecimiento del neoliberalismo.
Para desglosar esta serie de argumentos, Byung-Chul Han se remite al trabajo de Michel Foucault el cual identifica a través del análisis de la vigilancia y el castigo, así como de sus mecanismos (vigilancia, castigo, examen), cómo se impone docilidad y control sobre la población, algo que Foucault define como disciplina, la cual tiene como finalidad aumentar la utilidad mercantil de las personas. El ejemplo gráfico que Michel usa para ilustrar su pensamiento es el panóptico ya que condensa una serie de características que él identifica en la sociedad disciplinaria. Sin embargo, Byung-Chul Han argumenta que, en la etapa actual del capitalismo, esta lectura puede resultar insuficiente al intentar describir los mecanismos de control social que el neoliberalismo promueve.
Para ello, haciendo uso de los ejemplos gráficos que son el panóptico y el Big Brother orwelliano, Han propone que estos elementos no se encuentran ya (únicamente) en estructuras físicas ni en los formatos típicos. Argumenta que el poder disciplinario que describe Foucault se limita al control moral y corporal de la población, a una biopolítica y eso, sumado a su recurrente necesidad de control a través de encorsetar y prohibir, lo hace un poder poco eficaz. Plantea, sin embargo, que estamos presenciando el tránsito hacia un poder inteligente, con acceso cada vez más agudo a la psique de las personas y en donde el control y la vigilancia son tareas cada vez más interiorizadas entre un gran número de la población que, a través de la digitalización de la vida cotidiana, se expone a voluntad, hipercomunica: una psicopolítica. El poder inteligente se propone explotar la libertad a través de un cambio de paradigma: mientras que en el poder disciplinario existe un «deber hacer», el poder inteligente propone un «poder hacer». Las coacciones previamente externas propias del «deber» paulatinamente se convierten en coacciones internas propias del «poder hacer», como el culto al rendimiento, la autoexigencia de productividad o la optimización personal para ser cada vez mejor. En definitiva, más que oponerse a la voluntad de las personas, el poder inteligente busca dirigirla.
En este sentido, este también denominado por Byung-Chul Han como poder amable procura dirigir la decisión libre hacia la libre elección entre ofertas predefinidas. Es un poder amable ya que, a diferencia del Gran Hermano hostil de Orwell, busca dotarse de una apariencia de libertad en donde no se impone silencio, sino que se estimula el «compartir» y «comunicar» nuestros deseos y preferencias, y busca dominar a través de la dependencia, procurando así el autosometimiento. Han agrega como característica propia de este poder una tendencia a ser sutil o cada vez menos visible, abonando así la ilusión de libertad que el neoliberalismo busca imponer.
Al respecto, uno de los espacios que mayor diálogo y debate generó durante el encuentro en las Jornadas Vivenciales fue alrededor de un argumento que Byung-Chul Han deslizó en un espacio de debate: la revolución ya no es posible hoy.
El diálogo en este apartado discurrió entre la revisión de la definición de revolución, el pesimismo y el optimismo en la causa y las «revoluciones interiores». Sin duda, un ejercicio de reflexión colectiva que enriqueció la exposición y que permitió circular la diversidad de ideas que conforman la reflexión común. Para puntualizar en este apartado, Byung-Chul Han argumenta:
«El neoliberalismo convierte al trabajador oprimido en un contratista libre, un empresario de sí mismo. Hoy, todos son trabajadores autoexplotadores en su propia empresa. Cada individuo es maestro y esclavo en uno. Esto también significa que la lucha de clases se ha convertido en una lucha interna con uno mismo. Hoy, cualquiera que no tenga éxito se culpa a sí mismo y se siente avergonzado. La gente se ve a sí misma, no a la sociedad, como el problema.»
Al profundizar en el fenómeno de la individualización de los problemas estructurales, Han expone el auge que el pensamiento positivo (calificado por el filósofo como «violencia de la positividad»), la inteligencia emocional, el coaching y la literatura de autoayuda gozan actualmente, y su búsqueda común de eliminar debilidades funcionales e incrementar el rendimiento de las personas bajo el método de cambiar tu perspectiva de la realidad y no buscar incidir en la realidad misma. En el neoliberalismo, según Byung-Chul Han, se identifica a la psique y no únicamente al cuerpo como fuerza productiva. Transitamos del disciplinamiento corporal a la optimización mental y al yo en lucha permanente consigo mismx.
En este escenario, Byung-Chul Han identifica como elemento central a lo que denomina como panóptico digital el cual, a diferencia del panóptico de Michel Foucault, sí tiene acceso a los anhelos, necesidades y deseos de la población.
Los medios para acceder a ello son todos aquellos mecanismos digitales que incrementan las bases de datos y que a su vez son utilizadas para generar mecanismos que permitan influir en las decisiones, acciones y actitudes de la población.
En resumen, el Big Data. Han identifica al actual fenómeno de convertir toda la vida en datos e información digital con el nombre de dataísmo, y plantea que se caracteriza por buscar una acumulación de datos que pueda incluso predecir tendencias a futuro de las personas para influir en ellas. En la época del dataísmo, ya no interesa por qué la gente hace lo que hace. Importa fundamentalmente lo que la gente hace y cómo esto puede ser medido y rastreado. El gran canalizador actual de datos es el internet ya que provee información sobre nuestra vida, nuestro hacer y nuestros hábitos.
A golpe de clicks, otorgamos nuestra información en plataformas «gratuitas» de entretenimiento, educación, trabajo o comunicación. La información que otorgamos al navegar por internet a través de empresas que recopilan nuestra información, sumado al poder de los algoritmos da como resultado una capacidad de generar perfiles de nuestras personalidades de forma sumamente precisa.
Byung-Chul Han sostiene que el neoliberalismo tiene la capacidad de influir en las personas a niveles incluso prerreflexivos. Busca eludir a la razón y se convierte en el capitalismo de la emoción, la cual es mucho más volátil que el proceso lento de reflexión. Si estas premisas son ciertas, estaríamos ante la posibilidad de que el Big Data pueda acceder a deseos, inquietudes, intereses de los cuales no se tiene plena consciencia e influir en ellas para que aparezcan entonces como «necesidades repentinas».
La tendencia digital a identificar aspectos cada vez más específicos de nuestra personalidad implica a su vez que las empresas puedan generar predicciones cada vez más precisas de nuestro comportamiento (tanto individual como social) para influir en él. Ante este hecho, Byung-Chul Han advierte que la psicopolítica digital podría ser mucho más rápida que la voluntad libre, de tal forma que puede adelantarla. El filósofo plantea que ante este escenario estaríamos ante el fin (uno más) de la libertad.
* Texto publicado originalmente en el boletín nº47 de Briega en papel, en Setiembre de 2023