Porque fueron, somos
Hace casi un año, un grupo de arqueólogos descubría, junto a unos restos humanos, un sonajero. Tan acostumbrado está el arqueólogo a la muerte que los huesos pueden disimular que escondieron vida; a fin de cuentas, los arqueólogos pueden documentar restos humanos de hace diez y de hace mil años. Pero no es tan fácil sustraerse de un sonajero, de lo que realmente significa.
Ese sonajero significa una vida. Una vida que se fue, que quedó como pobre recuerdo, vaga sombra. Una vida de una madre que, antes de irse a la tumba, decidió llevarse consigo ese pequeño recuerdo de los suyos: para que aquellos que le iban a enterrar supieran que sus ansias de libertad eran semilla.
Ese sonajero también significa una lucha, y es esto de lo que trataremos en el próximo programa de El Pájaro Observador (aquí puedes escuchar un avance), la lucha por la memoria. Una Memoria que puede ponerse con mayúsculas, sea de pueblo o de Estado, unas memorias, que podemos poner en plural si son muchas, diferentes, divergentes, paralelas y convergentes. Una Memoria Democrática, para algunos que dicen que los que murieron en el 36 habrían firmado la Constitución del 78, o para otros que – en las antípodas – la Memoria Democrática es la de las luchas incansables, irrenunciables, inagotables. ¿Una Memoria Revolucionaria? Casi nos bastaría con una Memoria Antifascista, algo que ya han asumido casi todos los aparatos estatales europeos, aunque sólo sea de cara a la pasarela y por vergüenza.
En el próximo programa de El Pájaro Observador recuperamos una lucha popular, como es la lucha por la Memoria, una lucha por la dignidad de quienes dieron su vida por la libertad, por el derecho de conocer las raíces que permiten que nos levantemos. Es un homenaje, en cierta medida, a los olvidados (y digo más: a los olvidados, dentro de los olvidados). No somos ambiciosos: apenas puede ser un primer vistazo a un tema tan extenso. Hablaremos sobre qué es la Memoria Histórica, de la memoria en Cantabria y su paisaje, charlaremos con nuestro amigo Javier Lezaola y, además, alguna otra sorpresa que sólo podrás saber escuchando el programa.
El Pájaro Observador no es más que una herramienta, un medio. Un altavoz que habla bajito, pero firme, sin alzar la voz. Paciente. Y así como pacientes pero indomables fueron las voces de los familiares, así debemos devolverles el favor, a los que lucharon por nuestra libertad y a los que luchan por su memoria.
Fotografía: Restos de Catalina Muñoz Arranz junto al sonajero hallados en el parque de La Carcavilla (Palencia) en 2011. SOCIEDAD DE CIENCIAS ARANZAD