El Papa, los camellos y el hambre
Arrojar bombas y entablar guerras mundiales han sido el socorrido recurso del capitalismo colonial de siempre para salir de sus crisis. Ahora bien, la moralina de este sistema que adora el dinero y los objetos es de una contradicción insuperable. Por un lado, tiene como canon existencial respetar la vida humana y procrear descendencia sin tasa. Por otro, cada vez que surge una gran crisis económica se da la alarma de la superpoblación y de la necesidad de poner límites a la misma. Y quienes sobran más son los más numerosos. Evidentemente, son los pobres del mundo. Tienen más taras de fabricación. Son menos perfectos e imprescindibles que los ricos.
Somos en el mundo 7.000 millones de habitantes y eso es preocupante. La tecnología nuclear hace poco aconsejable guerras masivas como las de antaño, por razones obvias; ni tampoco otros métodos profilácticos que repugnan al Vaticano. El Papa condena el uso del condón preventivo. Es preferible la lacra del SIDA y la explosión demográfica que colocarse una funda de plexiglás en el pene. Al parecer, este dispositivo atenta contra la teología romana. No hay salida. Es un círculo vicioso.
Quizá al Papa Benedicto Ratzinger, en su inminente visita a la España propicia a la Obra de Dios, se le ocurra predicar una nueva versión del Sermón de la Montaña. Como se puede comprobar, el Vaticano ha enmendado al Salvador y parece haber encontrado el la fórmula del lubricante para que los ricos puedan pasar como camellos por el ojo de una aguja.
Entretanto, los bienaventurados del Cuerno de Africa y otros confines del universo siguen reventando de hambre y sed de justicia. Nunca jamás poseerán la tierra que les provea de alimento y les aleje de su constante pesadilla. No hay multiplicación sino resta de pan; los peces son esquilmados para convertirlos en exquisito sushi.
Somalia y los otros países subsaharianos se mueren de hambre sin solución. Hambre insistente. Un alto funcionario de la ONU se ha descolgado declarando que “los problemas africanos se podrían resolver si no tuvieran tantos hijos”. Ya se sabe que el ocio y el sol combinados son dos potentes afrodisíacos Hay que preguntarse qué se puede hacer, cuando no hay nada que hacer, en las aldeas de la sabana, salvo fornicar para engañar al tiempo.
Otro funcionario de la FAO replica al anterior diciendo actuales que los recursos “el mundo puede dar de comer a 12.000 millones de personas, con los actuales recursos alimentarios”. La principal causa de la catástrofe africana es la especulación, la creciente impronta mercantil de los alimentos; en concreto la subida del precio de los cereales. O sea, que el hambre es un excelente negocio para mucha gente.
Según un extenso informe de la ONG Manos Unidas, católica, las mejores tierras cultivables del planeta las están comprando los estados pudientes como China y las corporaciones multinacionales del gran capital.
Alimentar a los negros significaría que estarían más fuertes y vendrían más numerosos todavía a probar suerte en el paraíso industrial. Es mejor solución contener la marea todo lo que se pueda. Hambre y enfermedades son la receta.
La antigua y refinada China levantó su Muralla para defender su prosperidad de las invasiones de las hordas mongólicas, procedentes del desierto de Gobi. La Muralla china es ahora patrimonio arquitectónico de la Humanidad. Unos miles de años más tarde, Occidente en crisis construye muros en sus fronteras para impedir el paso a los indocumentados hambrientos.
Unos miles de años más tarde, también la Unión Europea y los EEUU sebunkerizan. Norteamérica ha levantado más muro en su frontera con México. Su misión es frenar la inmigración de los “espaldas mojadas”. La UE financiará, junto con Grecia, un inmediato muro de cinco millones de euros para impedir la emigración turca.
El lujo nunca quiere saber nada con la miseria. Esto es Jauja.