No son «MENAS», son chavales

NO SON MENAS, SON CHAVALES

Entre la semántica y la calle

El clima de linchamiento social y mediático que actualmente se está llevando a cabo con los chavales migrantes no acompañados es una realidad palpable en Cantabria como en el resto del estado. Un bombardeo periodístico y social que está generando mucha tensión cotidiana y que podemos percibir a través de los ataques que reciben estas personas, así como los proyectos que les dan apoyo, o incluso desde cualquier conversación de bar o en la calle

Recordamos que el pasado 27 de Octubre un chaval etiquetado como “MENA” es golpeado en la cabeza por dos individuos y enviado a la UCI, tras pasar por el quirófano, en Zaragoza. Recordamos la repulsa de una parte del vecindario de diversos puntos del estado (Rubí, Loriana, Bilbao, Sevilla; etc, etc) ante la presencia cercana de centros de acogida para MENAS. Y como hechos más recientes, nos vamos al barrio madrileño de Hortaleza, como a la paliza con porras y patadas que se llevaron tres chavales de uno de los centros de acogida que existe en el barrio. En este barrio hay dos centros de acogida. Uno de éstos, fue protagonista el pasado 4 de Diciembre en los titulares por una granada de mano, sólo suministrada a las fuerzas armadas, envuelta en una bolsa de plástico y arrojada en el interior del patio.

Por si fuera poco, sumamos el acoso que está recibiendo el proyecto “Hortaleza Boxing Crew", una excusa para crear un espacio de encuentro para la chavalada de este barrio a través del boxeo, con valores como la no utilización en ningún caso de las contenciones para resolver conflictos, la voluntariedad de las personas que acompañan a los chavales para estar en el proyecto, y el antirracismo, entre otros. Dicho espacio, que lleva tiempo luchando por permanecer (amenazado de derribo por la comunidad de Madrid con una propuesta de reubicación en un local pequeño y a cambio de un alquiler inasumible), también se enfrenta ahora a ataques en redes y a pintadas amenazantes en las paredes del local por parte de grupos fascistas.

La población migrante, sobre todo la que por distintas causas no es asimilada fácilmente por el mercado laboral ni la integración social, siempre ha sido uno de los chivos expiatorios de Occidente, Europa, y eso que llamamos “España”, para mantener el orden. “España”, Estado-nación moderna construida como empresa colonial a costa del empobrecimiento, la explotación y el saqueo de lugares como son los de origen de algunas de estas personas.

Si a la necesidad de un enemigo interno, añadimos que la etiqueta “MENAS” -método de despersonalización/ judicialización como es el de “MENORES” cuando nos referimos a chavales, chicos e incluso niños-, se ha extendido de manera cotidiana para referirse fundamentalmente a adolescentes de origen magrebí (cuando no siempre es así), entendemos que cumplen estos todas las papeletas para ser uno de los puntos de mira del racismo de estado y su aparato mediático. De la misma manera que una televisión encendida en cada hogar durante horas y horas aumenta el negocio de la seguridad a través de compra de alarmas y cámaras de videovigilancia, también consolida el discurso de la calle y su odio al migrante, que además en este caso es joven, es “moro” y va en grupo.

Un poco sobre Cantabria

Los chavales no acompañados que llegan a Cantabria lo hacen huyendo de situaciones muy jodidas, no sólo en su lugar de origen, sino en aquellos en los que pasan temporadas antes de llegar a la península. En el caso de los chavales que vienen de África, la mayoría son de Marruecos y Argelia pero también existen personas del África subsahariana de Europa del Este e incluso de otras zonas como América.

Con el cierre y control de las fronteras europeas, debido a la entrada de España en la Unión Europea en 1986, a la definición del territorio Schengen y a las políticas de visado (necesario entre Marruecos y España a partir de 1991), la migración irregular aumentó. Es a finales de la década de los 90 cuando estos chavales empezaron a venir a ojos del sistema de protección de menores, pero no es hasta el 2005 y en adelante que surge la necesidad institucional de crear nuevos centros para “menores extranjeros no acompañados” en Cantabria.

La lista de centros no ha parado de crecer desde entonces. En 2012 la fundación Diagrama, conocida por tener un largo historial de incidentes graves de malos tratos con los menores de sus centros desde 2001 en otras comunidades (https://sites.google.com/site/tavayeras/blog-tavayero/elnegociodelmaltratoinstitucionalfundaciondiagramasinonimodelucrocollaxicallavalencia2013), comienza a gestionar “El Acebo”. Centro de primera acogida en Ojaiz. En los últimos años hay muchos más chavales no acompañados que están en Cantabria y actualmente la fundación Diagrama es la encargada de gestionar 7 centros más entre Santander, la vega del Pas, Reocín y Ribamontan al Mar.

Por lo que podemos saber, en estos centros suceden cosas parecidas a otras comunidades. Trabajos precarios, pocos recursos, poco espacio, vínculos emocionales partidos entre lxs chavales y los educadores, condicionados por la temporalidad del contrato de trabajo, así como la totalmente comprensible negativa de gente joven que se sabe más protegida entre sus iguales o vagando por las calles que siendo derivada de centro a centro. Un trato institucional donde el carácter de “extranjero” prima sobre los derechos que en la teoría tienen los “menores” por el hecho de serlo. Un factor este último, recogido en el informe “La protección de los menores extranjeros no acompañados en Cantabria”.

Sin embargo, podemos hacer un listado de recursos para hacer comparativas entre comunidades, y la calidad de sus dispositivos de atención en comparación con la cantidad de chicos que vienen. Pero así, sólo estaremos entrando en este juego macabro del periodismo oficial y su contribución al odio racial y la defensa de métodos policiales, securitarios y “educativos” para dar respuesta. En palabras del educador social Julio Rubio: “No estamos ante un problema pedagógico (educación social, psicología, pedagogía…), estamos ante un problema de violación de derechos fundamentales; derecho a unas condiciones de vida dignas. Los niños se quedan en la calle no ya porque la Institución no pueda cumplir estos derechos humanos por un desbordamiento puntual, por una mala gestión imprevista, por una desgracia ocasional, sino porque hay una planificación premeditada de la Institución, de un “Sistema de Desprotección Organizado”(https://www.todoporhacer.org/infancia-entre-cartones/)

Cortinas de humo del conflicto

Hablamos con una educadora social que trabaja en un piso tutelado con estos chavales. Nos cuenta el miedo de algunos vecinos del portal, que quieren que se cierre el piso. Ella alucina porque los chavales lo único que hacen es estar charlando en su interior. -“Si la lían, la lían fuera, pero nunca allí”- La cuestión ha ido a más y han puesto cámaras en el portal. -“Además de los registros policiales diarios, porque ya saben dónde viven, tienen que convivir con vecinos racistas que en el ascensor les preguntan ¿a dónde vas, dónde vives? , cuando no llaman a la policía porque los chavales están fumando o están con música en la calle…Eso es lo que tienen que vivir todos los días. Lo peor de todo es que las instrucciones del centro son evitar el portal y la calle cercana porque da mala imagen”

Ejemplo bastante certero de que el miedo y el rechazo de una parte de la sociedad española (no olvidemos que aunque los medios de comunicación se esmeren en ello, no toda la población rechaza a estos chavales y hay una parte que no se traga el cuento) responde a una cuestión muy arraigada en el imaginario español de que lo “moro” es peligroso, bárbaro y culturalmente atrasado.

Como dicen las compañeras del colectivo Harraga, un grupo de chicas que llevan años acompañando a lxs chavalxs de las calles de Melilla, es directamente mentira que estas personas tengan frialdad emocional y que sean peligrosas. Ellas pueden decirlo de primera mano porque han estado ahí codo con codo. ¿Cuántas personas hartas de los chicos pueden afirmar lo mismo? (https://www.briega.org/es/audios/ninos-peligro-a-ninos-peligrosos-ninos-situacion-calle-melilla)

Lejos de querer contribuir al buenismo ni a la idealización, lo que queremos decir es que la persecución y el ensañamiento de las personas catalogadas como MENAS no responde tanto a una preocupación real sobre la delincuencia, pues esta se ejerce cotidianamente de mil maneras por distintos sectores de la sociedad sin que nadie ponga el grito en el cielo, sino a una preocupación por quiénes son aquellos que delinquen o ejercen la violencia. ¿Tenemos más derechos los documentados españoles blancos hombres heterosexuales a saltarse la legalidad? o ¿Encima de que les acogemos, nos lo pagan con delincuencia?

Esta última pregunta esconde la raíz de nuestro punto de partida. Como la investigadora Ainhoa Nadia Douhaibi afirma, el lenguaje postmoderno del racismo en el estado español no habla de raza, sino de seguridad, de democracia, de leyes, de convivencia, de diversidad y de interculturalidad. De la misma manera, el informe antes comentado sobre protección de menores de Cantabria, expone algunas de las causas por las que los chicos vienen desde el Magreb hasta aquí: La pobreza y la miseria de países como Marruecos, así como la fuerte represión que se sufren en su sociedad. Pero en ningún caso se habla de -colonialismo- ni de la responsabilidad histórica y actual que el estado español tiene sobre esas condiciones de miseria y explotación.

Esta negativa para hablar sobre racismo de fronteras para dentro, ni de colonialismo de fronteras para fuera, da lugar a entender los conflictos sociales en un sentido cultural. De esta manera se consigue, al estilo “choque de civilizaciones en formato barrio”, situar el origen del problema en una falta de integración en nuestros valores, que por supuesto, son “superiores”. En consecuencia, la delincuencia ejercida por estas personas es recibida como un no estar agradecido a la oportunidad que otorga quien acoge. Por eso, hablaremos de racismo de estado como principal promotor del odio racial que vivimos hoy en día, que no es monopolio de Vox, sino que siempre ha estado ahí forjando “España”, a través de colonizar otros territorios y acoger o expulsar migrantes en función de la mano de obra que las condiciones económicas precisaran. De ahí la reproducción de esta violencia en distintos ámbitos de la vida: la prensa, la calle, el trabajo, los centros educativos, los servicios sociales etc. Para quienes tengan dudas sobre la responsabilidad antes comentada de “España” en lugares como Marruecos, recomendamos los escritos de la investigadora Salma Amazian “tensiones raciales y relatos coloniales” que junto a Ainhoa, ha escrito el libro “La radicalización del racismo. Islamofobia de estado y prevención antiterrorista” por la editorial Cambalache.

En los barrios siempre ha habido conflictos allá dónde y cuándo la degradación de las condiciones de vida aumenta. Es alucinante a la vez que da miedo comprobar, cómo las personas que sufren la violencia sistemática de no llegar a fin de mes, se agarran como un clavo ardiendo a echar la culpa a la gente migrante, con mitos como la desventaja de ayudas sociales concedidas a nacionales frente a extranjeros, o la supuesta ola de ocupaciones de viviendas habitadas. Buscar maneras de hacer de nuestros espacios de convivencia lugares sin abusos ni enfrentamientos entre vecinos es una tarea importante, pero no a cualquier precio, ni con chivos expiatorios en los que eludir responsabilidades para fingir ser los buenos ciudadanos inocentes que nunca han roto un plato.

*Artículo publicado originalmente en el boletín nº17 de Briega en papel, correspondiente al mes de enero de 2020.

**La fotografía del contenido del artículo fue llevada a cabo por Javier González