Limpiando nuestros barrios
Vivimos rodeados de basura que viene del consumo constante de todo tipo de objetos que generan residuos. No hay manera digna de `gestionar' tanta basura que está destrozando el planeta. Ante este callejón sin salida, es innegable que unxs presumen de una vida reluciente y a otrxs nos tachan de guarros. Por eso el Sardinero siempre está `impecable' a disposición de ricxs y turistas, mientras que en nuestro barrios, en proceso de gentrificación, hay calles abandonadas y llenas de mierda. Este proceso se palpa en zonas remodeladas de estos, muy útiles para lxs visitantes -consumidorxs- a la vez que muy poco para nosotrxs, lxs habitantes. Estos lugares `casualmente' pasan a tener cobertura del servicio de limpieza. Ninguna lección de moralidad nos tiene que dar el ayuntamiento con sus mensajes de "Cuida Santander, es tuya" etc., pues sabemos que apartar basura no es limpiar. En general, lo que molesta a la gente no es la destrucción del planeta, ni la cantidad de basura, sino tenerla en el portal de su casa o delante de sus narices. Las soluciones de quienes gobiernan son sacar rentabilidad económica del reciclaje o llenar de toxicidad las costas africanas y otras partes empobrecidas del mundo con sus macrovertederos alejados de los ojos de lxs `ciudadanxs modélicxs y orgullosxs de ello', pero también de lxs que no pretendemos serlo. Así es imposible ser sensible a ello y empatizar.
¿Por qué hemos limpiado las calles de San Roque?
Porque creemos en la autogestión del barrio. Esto implica que sus vecinxs no necesitan al ayuntamiento para qeu recoja la basura. Sería muy sencillo hacer limpiezas comunitarias cada cierto tiempo sin frustración de poner quejas al ayuntamiento porque no limpia allí donde le interesa limpiar, al igual que no concede permisos de reforma allí donde no interesa que los hogares sigan en píe. Porque nuestras calles están más bellas sin plásticos ni vídrios tirados y no necesitamos ninguna autoridad para conseguirlo.
¿Por qué la hemos llevado a las calles del Sardinero?
Porque en un mundo donde la gente con pasta consigue lo que quiere, calles ajardinadas y paseos marítimos de escaparate, conviene recordar que la basura existe y está a la vuelta de la esquina. Equilibrar la balanza mediante una acción simbólica que rompa con la violenta tranquilidad de la indiferencia.
Habitantes de Santander