Cuidados mutuos y crisis civilizatoria: una lectura desde Abya Yala
Cuidados mutuos y crisis civilizatoria: una lectura desde Abya Yala
El pasado verano 2020, se estrenó en la región chilena la película Parásitos (1) en la que se nos muestra como una familia de clase baja y totalmente precarizada dentro de la esfera social, a punta de engaños, logra establecerse como empleadxs de una familia de clase alta del sur de la península coreana. Sí bien, la película nos puede evocar las profundas desigualdades sociales que produce el sistema capitalista en el que vivimos, nos muestra también una paradoja: ¿Quiénes son los parásitos, la familia de clase baja que engaña a la familia privilegiada para acceder a un trabajo y mejorar sus vidas? o ¿la familia de clase alta al poner en manos de estxs empleadxs el cuidado de su hogar, sus hijxs y en suma, su vida?.
La biología nos dice que los parásitos son aquellos seres que viven a expensas de otro organismo, produciendose una interacción entre los mismos y en donde el parásito obtiene el mayor beneficio. Esto podemos extrapolarlo a la relación de dependencia que se ha generado entre el sistema capitalista, la naturaleza y la especie humana; relación que el capitalismo ha transformado e institucionalizado a lo largo de la historia y en la cual ha demostrado la única intención de explotar la vida en todas sus esferas, por medio de diferentes mecanismos y extraer el máximo beneficio posible.
Existen diferentes momentos en la historia humana que ejemplifican la barbarie capitalista. Desde sus inicios se han experimentado diversas crisis económicas y sociales producto de sus contradicciones per se, lo que por estos días se manifiesta en una crisis civilizatoria que impacta en las distintas formas de vida y su organización; entendiendo con ello, que el capitalismo no es puramente económico, sino que también se sostiene en la explotación de la naturaleza.
En este sentido, una de las invisibilizadas crisis dentro del sistema-mundo capitalista es la de los cuidados que refiere al despliegue de las capacidades sociales (la colectividad, lxs amigxs, la familia; ese espacio en el que se genera cultura y vida en común), muy bien ejemplificado en Parásitos. La película, grafica lo que es terciarizar el trabajo doméstico o bien, contratar a mujeres (preferentemente) para el cuidado del espacio privado (hogar), mujeres despojadas que en la etapa del capitalismo industrial migraron desde sus territorialidades a la ciudad y luego, en el mundo globalizado del capitalismo neoliberal financiarizado, migraron, especificamente del Sur global, en busqueda de mejores posibilidades de trabajo asalariado. El fenómeno migratorio, nos abre el abanico y nos muestra aún más la precarización de la vida dentro del parasitismo capitalista, una nueva forma de despojo y mercantilización de los cuerpos muchas veces racializadxs para la productivización de las metropolis. En dicho sentido, los cuidados puestos en cuerpos migrantes es una muestra más de las deficiencias capitalistas y de lxs que han monopolizado el poder.
Asimismo, estamos viviendo una era en la que la intervención humana capitalista ha llevado a la naturaleza a bordear sus límites, generando daños irreparables y con ello la crisis civilizatoria que se experimenta en el capitaloceno; ambos conceptos nos advierten sobre los cambios a escala geológica que ha sufrido el planeta a causa de la intervención humana capitalista, lo cual, se expresa tanto a nivel de la relación entre humanxs y naturaleza, como también sobre las diferentes corporalidades y en suma, la subordinación de un todo a la economía.
Nos parece importante exponer el contexto actual del sistema-mundo capitalista en Abya Yala y en especifico de la región chilena, para explicar la relación entre la crisis civilizatoria, la devastación ecológica y la crisis de los cuidados con el objetivo de ir planteandonos los caminos de lucha y resistencia que podemos levantar. En este sentido, nos preguntamos ¿cómo debemos afrontar esta crisis civilizatoria?, ¿cuál o cuáles son las acciones alternativas que debemos tomar para contribuir a la transformación social?. En las siguentes líneas, ahondaremos en estas problemáticas y trataremos de responder a nuestras preguntas en pos de generar debates y propuestas ante la crisis mundial capitalista y medio ambiental.
I. Neoliberalismo y la crisis en curso
Desde mediados de la década de los 70 se instala el modelo neoliberal en la región chilena, transformándonos en el laboratorio de la nueva fase capitalista que comenzará a estructurarse a nivel mundial en la década siguiente. En este contexto, la deuda adquiere una nueva centralidad, y las instituciones financieras globales se vuelven el instrumento de presión sobre los estados, en momentos en que el sistema-mundo capitalista pasa conformar un mercado mundial de bienes y capitales -proceso que ha sido denominado como globalización (2)
La deuda ha dotado a las instituciones financieras del poder de imponer a lo largo del globo políticas de austeridad, reduciendo los presupuestos en el bienestar social, a la vez que se atraía a las mujeres al mercado laboral y se externalizó el cuidado hacia familias y comunidades aún más desposeídas. Como lo ha indicado Nancy Fraser, se desarrolló, así, una organización “dualizada de la reproducción social, mercantilizada para quienes pueden pagarla y privatizada para los que no”, precarizando aún más la vida de lxs de abajo.
“(..) el capital canibaliza las condiciones de vida de las clases trabajadoras, impone disciplina a los Estados, transfiere riqueza de la periferia al centro capitalista y succiona valor de los hogares, las familias, las comunidades y la naturaleza esencialmente mediante la deuda.”
Las poblaciones periféricas, en este contexto han sido desprovistas de cuidados, han perdido acceso a la salud, educación y alimentación sana en provecho de aumentar la acumulación de riquezas en las metrópolis capitalistas. Este proceso ha representado un doble golpe sobre las poblaciones del Sur global: que sufren la desestabilización de los procesos reproductivos generados por la mercantilización y precarización de estos; a la vez, que se han desplazado las fronteras extractivistas sobre nuevos territorios, en la búsqueda de las trasnacionales por monopolizar las energías, el agua, las tierras cultivables, y las “compensaciones de emisiones de carbono” (3). Es la vida en todas sus esferas la que golpea el capitalismo, siendo la crisis de los cuidados un ejemplo de la brutalidad y desprecio por el cuidado de la vida por parte de la elite capitalista.
Para explicar la vinculación entre la crisis civilizatoria, la devastación ecológica y la crisis de los cuidados, abordaremos como este cambio en el sistema-mundo capitalista impacto en nuestra región, como forma de entender como se introduce la mencionada crisis de los cuidados en nuestras territorialidades y reflexionar como nos impacta como habitantes de la región chilena.
II. El capitalismo financiarizado y el extractivismo en Abya Yala
Los cambios geopolíticos globales que comienzan a fines del siglo pasado, con el paso a un mundo multipolar frente al declive del imperio estadounidense, ha significado en Abya Yala el aumento de la vinculación de las economías de la región con las economías de las regiones china, india y rusa -al punto de que el volumen de comercio de la región china con las regiones brasileña, chilena y peruana ha superado al de estas con estados unidos. A su vez, que el estado brasileño se ha posicionado como potencia emergente gracias un modelo agroexportador que le convierte en la sexta economía del mundo. En esta reestructuración de la división internacional del trabajo, la región se ha volcado a un proceso de re-primarización de la economía, recibiendo inversiones trasnacionales impulsadas por el banco mundial, mediante la corporación financiera internacional (4), que ha fortalecido su rol de enclave extractivo en el circuito de mercancías global.
En este contexto internacional, el neoliberalismo chileno -heredero del gobierno cívico-militar de Pinochet- no ha tenido contrapeso en su agenda fuertemente privatizadora y extractivista, con sus efectos precarizantes y mercantilizadores en el tejido de vida de la región. En efecto, el estado chileno y los grupos económicos que lo controlan se fortalecen a nivel internacional por medio del despojo, colonización y militarización de nuevos territorios para productivizarlos, a la vez, que varias ciudades han sido arrojadas a la turistificación y el consumo.
Con el objetivo de romper la histórica dependencia de la economía en las faenas mineras y diversificar sus fuentes de ingresos, la elite chilena se puso la tarea de posicionar a $hile como potencia agroalimentaria y forestal. La inversión público-privada, en dicha línea, se intensificó llevando el mapa del extractivismo a un sinfín de nuevos territorios: se dio el monopolio de las aguas marinas a la pesca industrial por medio de la ley de pesca que entrego a 7 familias la propiedad del territorio marítimo que controla el estado chileno; se desertifico el norte semiárido producto de la expansión de la producción de la palta para mercados internacionales; se ha aumentado el despojo y la colonización de territorios ancestrales mapuche en beneficio del agronegocio y las empresas forestales; se llenó de granjas salmoneras las aguas de Chilwe, expandiendosé actualmente hacia zonas más australes; y se ha recrudecido la crisis enérgetica extendiendosé las denominadas zonas de sacrificio como Puchuncaví-Quintero; entre otros.
Puchuncaví-Quintero es parte de las denominadas zonas de sacrificio de la región chilena, por la continua crisis ambiental que expone a su población a una fuerte contaminación.
La intensificación del extractivismo ha traído enormes bonanzas a la elite político-empresarial chilena, mientras son destruidas innumerables formas de vida y lxs de abajo sufren de mayor miseria. Así, paradojalmente la mayor producción de alimentos ha venido de la mano de la extensión del hambre y la promesa del progreso solo ha significado para numerosas territorialidades la devastación ecológica y el saqueo (5).
Por su parte, los centros de las ciudades han sido transformados por las vitrinas de los centros comerciales, la creciente oferta de entretenimiento y atracciones turísticas en la búsqueda de ser polos de consumo para las grandes masas de ciudadanxs, quienes luchan por mantener sus trabajos en las áreas de servicios compitiendo con la automatización y la robotización – gran símbolo de este proceso es el costanera center en Santiago.
El neoliberalismo chileno y la nueva oleada privatizadora y extractivista en el nuevo milenio figuran como una de las principales razones en el estallido social de octubre del 2019. Un modelo de estado subsidiario, una economía fuertemente terciariazada, presa del totalitarismo financiero-tecnológico y una gran cantidad de industrias extractivistas ponen a nuestros territorios en las miradas inescrupulosas de lxs capitalistas, que no dudan en firmar nuevos tratados de libre comercio que liberan las fronteras para la expansión de empresas trasnacionales. No debemos olvidar que en revuelta o pandemia no han dejado de avanzar la IIRSA ni el TPP-11.
La pandemia, en tal sentido, no viene, sino que a desnudar las grandes falencias que nos entrega el modelo de explotación capitalista que en su priorización por la rentabilidad económica no duda en mostrar su cara necropolítica. Prueba de ello son las preemergencias y alertas ambientales en Quintero por dióxido de azufre o el avance de forestal arauco y el proyecto MAPA en la región del bío-bio, a pesar del estado de catástrofe y la cuarentena producto del covid-19 (6).
El neoliberalismo, devenido en necroliberalismo, crece a partir de la muerte y en la región ecuatoriana vemos como los cuerpos se apilan en las calles con tal de pagar la deuda y no hacer enojar al FMI. Una necroeconomía amenaza con extender el capitalismo gore luego de la pandemia, un capitalismo que para retomar sus tasas de ganancia está dispuesto a avanzar sobre cadáveres y retomar proyectos extractivos cuestionados o paralizados por su impacto ecológico (7).
Nos parece importante ante el avance voraz capitalista repensar tanto nuestra historia como nuestra relación con la vida planetaria con el objeto de comprender mejor cómo podemos luchar por detener la guerra del capital contra la naturaleza.
III. Capitaloceno y capitalismo verde
El capitalismo ha atacado agresivamente a la Tierra, pues su carácter voraz nace de una perspectiva antropocentrista que ve a lxs humanos como seres externos a esta, poniendo a la naturaleza como un reservorio de materias y recursos que explotar. Sin embargo, es necesario no olvidar que los seres humanos somos seres entramados con la naturaleza, somos naturaleza, no vivimos aislados a nuestro entorno sino más bien formamos parte del tejido de vida del planeta.
Nos parece urgente enfrentar la mercantilización de la naturaleza y la modificación de la biosfera en beneficio de la acumulación capitalista. Frente a la crisis civilizatoria que vivimos, y sus diferentes ámbitos: climáticos, energéticos, alimentarios, económico-financieros y sanitarios; creemos que es útil la discusión sobre cual es el impacto real del capitalismo, no solo para la humanidad sino para la biosfera en general.
Se ha propuesto el concepto de antropoceno para definir la actual era geológica que se caracterizaría por el impacto y devastación generados por la acción humana sobre los ecosistemas terrestres. El problema es que termina extendiendo la responsabilidad de la crisis ecólogica sobre la humanidad como un todo, es decir, homogenizando y escondiendo las enormes desigualdades y jerarquías presentes en las relaciones humanas. En dicha línea, creemos más idoneo el término capitaloceno, que visualiza la relaciones de explotación que impone el capitalismo, un sistema que artícula a las diferentes poblaciones, mecanismos y dispositivos que depredan la vida planetaria en beneficio de unxs pocxs.
Entender el capitalismo como una forma de organizar la naturaleza, nos permite develar como el proyecto civilizatorio moderno artícula relaciones de saqueo y desvastación sobre las economías naturales en provecho de un orden tendiente al sometimiento de paisajes, cuerpos y subjetividades para la acumulación de riquezas.
Jason Moore nos señala que el surgimiento del capitalismo representa un “hito en la historia de las relaciones de la humanidad con el resto de la naturaleza, mayor que ningún otro desde la aparición de la agricultura y las primeras ciudades”, pues fue resultado de un “cambio crucial en la escala, la velocidad y el alcance de la transformación del paisaje en el mundo atlántico y más allá”. En efecto, la desforestación de enormes porciones de Europa occidental y central tardo siglos en la época feudal, lo cual cambia drásticamente con el capitalismo, que acelera estos procesos al punto que extensiones similares serían taladas en décadas:
“Por poner solo un ejemplo, en la Picardía medieval (nordeste de Francia) llevó 200 años clarear 12.000 hectáreas de bosque, proceso que comenzó en el siglo XII. Cuatro siglos después, en el nordeste de Brasil, en el apogeo del azúcar en la década de 1650, esas 12.000 hectaréas se talaban en un solo año.” (8)
***
El concepto naturaleza, concebida como algo separado de la humanidad fue traído a Abya Yala por los colonizadores. Esta noción dualista implica una visión antropocéntrica y asimétrica en las relaciones del ser humano con su entorno. La naturaleza es vista como un recurso económico, se estudia, se clasifica para poder explotarla. Esta concepción tiene como consecuencia un modelo extractivista y refleja el devastador legado del eurocentrismo y su concepción civilizatoria.
El extractivismo, como expresión territorial del capitaloceno, evidencia que solo unxs pocxs son quienes manejan el poder social-economico masivo en diversas escalas, logrando interrumpir el funcionamiento natural de los ecosistemas, llevando al planeta al punto de transformación a conveniencia de lxs de siempre, pero en desmedro de los pueblos, la naturaleza y la relación entre ambos.
Así mismo, bajo la especulación de la disponibilidad infinita de “recursos” que se instaló como una de las lógicas del sistema imperante, la naturaleza se ha tratado con subordinación y a merced de la esclavitud de los modelos de producción. Reproduciendo de manera exponencial el abandono de una vida en coexistencia con el sistema natural, llegando al punto de forjar todas las condiciones favorables para que se desencadene una catástrofe ecológica sin vuelta atrás.
El capitalismo en sus bases actúa convirtiendo la naturaleza en cosas que generan productos, impulsado por la promesa del progreso, en donde deposita su existencia material y tangible. Actualmente, se ha levantado el discurso por parte de lxs empresarixs y gobernantes, de la supuesta preocupación por los efectos negativos del sistema tanto en el clima como en los ecosistemas, buscando la aprobación de un capitalismo verde, apelando a la emotividad de las personas bajo la lógica de conceptos como el desarrollo sostenible y economía ambiental. Lógicas que solo continuan con la manipulación y degradación de los bienes naturales, pero de manera “conciente y amigable” con el medio ambiente; sin embargo, no es más que un mecanismo verde empresarial con un discurso “ecológico”.
Así mismo, existe el “principio ecológico” de el que contamina paga que utilizan lxs poderosxs, como el mazo salvador que hará justicia por la irrupción catastrófica-climática que se ha ejercido sobre territorios y pueblos, siendo otra de las herramientas que se encuentran en la esfera de la economía ambiental, que apela a castigos monetarios y compensación circunstancial, a modo de subsanar la destrucción en la era capitalocena. Los argumentos y miradas de buscar una transformación del capitalismo, que esté basada en la convivencia armónica (desesquilibrada) humanx/naturaleza, para el sobre abastecimiento de necesidades inventadas y prescindibles, reforma las acciones de intervención, pero no deja de intervenir. El capitalismo, desde el origen se contradice a sí mismo, ya que su existencia depende de recursos infinitos, en un planeta finito.
Los ecosistemas, en sus distintas escalas, no existen en el reloj cronológico de la especie humana, el planeta finito día a día va preparando una mega reestructuración de sus sistemas, en el cual, lxs humanxs que condujeron la historia hasta llegar al capitaloceno, a través de métodos depredadores de opresión social y co-exististencia antinatural, no estás considerados. En suma la catástrofe ecológica, no es un hecho puntual o aislado, los grandes cambios de funcionamiento natural planetario son procesos que ya iniciaron, por lo que la libertad de la autonomía territorial tiene que considerar las reestricciónes que el medio físico impone. Las relaciones horizontales, basadas en apoyo mutuo, se deben crear con la ética del cuidado, tanto entre lxs humanxs como con los ecosistemas.
IV. La crisis invisible
Se ha instalado en los debates internacionales a la crisis ecológica como una de las más urgentes a solucionar, situando al cambio climático y al agotamiento de los bienes naturales esenciales para la vida como las manifestaciones de esta crisis que generan mayor atención. De esta forma, la crisis ecosistémica junto a la crisis económica que ciclicamente afecta al mercado mundial, se han situado como los componentes más visibles de la actual crisis civilizatoria que puso en colapso la lógica de desarrollo capitalista occidental. Pero no son los únicos factores que alimentan esta crisis general.
Hay un ámbito de esta que se ha invisibilizado históricamente y que resulta esencial para comprender el panorama completo. Nos referimos a una arista de lo social clave para la reproducción de la vida, estos son los cuidados mutuos. Las distintas formas de sociabilización existentes han sido exterminadas y absorbidas por las fauces capitalistas, afectando el devenir humano y llevándolo al límite. Las prácticas esenciales para la reproducción social y conservación de los ciclos de la vida, tanto material como afectiva, se han debilitado por las contradicciones sociorreproductivas enquistadas en la estructura de las formas históricas del desarrollo capitalista. Estas actividades humanas que debiesen cimentar los principios para un buen vivir colectivo en armonía con el entorno natural, se han vueltos funcionales al mercado perpetuando los regímenes de explotación, alienación y exterminio modernos.
Esta crisis silenciosa, que se ha fraguado por siglos, y que es un eje central de la actual crisis civilizatoria se ha denominado como crisis de los cuidados. Su trascendencia e importancia se debe a que ningún otro ámbito en crisis puede comprenderse adecuadamente haciendo abstracción del aspecto social (9) , siendo un factor transversal e igual de urgente que los demás. Si sabemos que las sociedades capitalistas, en todas sus formas históricas, tienden a la crisis sociorreproductiva, originada por las contradicciones que el modelo capitalista plantea al momento de extrapolar la lógica capitalista a la vida de las personas, ¿por qué seguir reproduciendo el modelo?.
Todas las fases históricas del desarrollo capitalista y sus formas históricas especificas de sociedades han aportado al debilitamiento de los cuidados dada su tendencia natural a la desestabilización, pero también aportando en la creación de bases institucionales para formas nuevas de subordinación de género, separando profundamente la reproducción de la vida de la producción económica, vinculando la primera a lo femenino y a las mujeres, oscureciendo su importancia y valor no solo monetario, externalizando y/o negando las condiciones primordiales que posibilitan su existencia, generando una peculiar relación de separación-dependencia-rechazo como fuente central de inestabilidad. Es decir, el subsistema económico del capitalismo hace depender sus economías de las actividades de los cuidados cuyo valor rechazan.
Esta contradicción es inherente a la estructura de la sociedades capitalistas y al silenciarla, se oculta la crisis, la cual se agudizada por la tendencia inagotable de acumulación capitalista. Todo esto, desestabiliza a las bases sociales, volviéndose contra ellas al anteponer la lógica de producción económica por sobre la reproducción de la vida, haciendo peligrar las capacidades sociales y destruyendo sus propias condiciones de posibilidad.
Luego de aprobada la ley para el retiro del 10% de los fondos previsionales en manos de las AFP, en Santiago y varias ciudades se vieron enormes aglomeraciones en las afueras de los tribunales de familia para solicitar la retención de estos dineros para cubrir las pensiones de alimentos impagas por los padres (10).
El debilitamiento de la reproducción y el deficit de los cuidados expresados en sus distintas formas como la escasez de tiempo, el desequilibrio de la división del trabajo o el agotamiento social, son tensiones enraizadas en la estructura del orden social instaurado por el capitalismo neoliberal financiarizado, el cual ha estrechado las actividades humanas al mercado y sus consecuente monetarización.
El capitalismo neoliberal financiarizado se ha centrado en instalar una noción de economía centrada en la acumulación y tiranía del mercado y no orientada hacia la sostenibilidad de la vida, la justicia y la horizontalidad. Estos modos de hacer y comprender la economía de forma estrecha y restrictiva, supone cambios en la matriz productiva, en las visiones y políticas respecto a los elementos que componen la economía y redirigirlos a la reproducción de la vida así como el respeto por los ciclos naturales de esta. Es decir, situar a la vida como eje y categoría central de la economía. Estas perspectivas son inspiradas en la visión y práctica de algunos pueblos del Sur, las cuales hacen parte a todas las formas de trabajo y producción-reproducción orientadas a la subsistencia.(11)
Propuestas de economía solidaria, del cuidado humano, feminista y ecologista son ejemplos claros y viables de nociones de economía respetuosas de la Tierra -entendida como sujeto de derecho- (12), aglutinadas en lo que se ha llamado el socialismo del Buen Vivir (13), que ha marcado los últimos procesos constitucionales de corte anti-imperialista en Abya Yala y que buscan la reivindicación cultural del territorio así como su autonomía. Desde esas perspectivas se busca interpelar los sentidos comunes instalados forzosamente por el patrón cultural y civilizatorio de occidente (14), que sustentan el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado. Sin embargo, los mismos estados que revindican lógicas ancestrales del buen vivir, mantienen de forma paralela la lógica capitalista administrando la explotación de los territorios, al no intervenir mayormente en los mega proyectos extractivista como es el caso de la IIRSA-COSIPLAN.
A partir de la crisis del capitalismo, profundizada por la pandemia global Covid-19, han proliferado iniciativas basadas en la solidaridad y el apoyo mutuo. Una de ellas han sido las ollas comunes, iniciativas comunitarias para enfrentar el hambre y la miseria producida por el modelo. “Sólo el pueblo ayuda el pueblo” se lee con frecuencia en estas convocatorias organizadas a partir de donaciones solidarias. El acto básico y cotidiano de cocinar y de alimentar a otra persona se transforma en un símbolo político de cuidado mutuo como resistencia.
En este proceso de cambio civilizatorio en curso, las enseñanzas de las acciones de los movimientos de lucha por la Tierra, de indígenas y de mujeres de las periferias que buscan justicia histórica respecto de la herida colonial, ha sido crucial, desde donde podemos sacar insumos -prácticos y teóricos- para desmontar la lógica civilizatoria occidental y comprender e interiorizar en nuestras prácticas cotidianas estas antiguas/nuevas formas de organización colectiva que priorizan la vida y sus ciclos naturales.
El Buen vivir frente a la crisis civilizatoria y de los cuidados
¿Cómo abordar esta crisis civilizatoria? ¿Qué referentes buscamos para interpretar y teorizar sobre alternativas? Los pueblos indígenas de Abya Yala tienen en común una concepción sobre una forma de vida armónica entre la humanidad y la Pacha Mama: el Buen vivir. Se trata de una cosmovisión y una ética en la cual la vida es el eje principal. El Buen Vivir plantea una reintegración de la Naturaleza en la historia, como inherente al ser social. Implica además un buen convivir, una relación armónica entre todas las formas de vida. En la cultura Quechua equivale al concepto de Sumak Kawsay, y existen nociones similares en otros pueblos indígenas, como los Mapuche, los Guaranís que hablan de Ñande riko (vida armoniosa) y de Tiko kavi (vida buena), los Achuar de la Amazonía, la tradición Maya, en Chiapas, los Kunas de la región caribeña, entre otras. No esperamos imitar de forma acrítica ni idealizar ninguna cultura en especial, sino cuestionar nuestrxs referentes éticos, epistémicos y la forma en que la racionalidad europea condiciona nuestra visión del mundo y la realidad.
La crisis de los cuidados pone al sistema capitalista-patriarcal en un laberinto sin salida, socavando la propia base que sostiene la producción económica bajo este modelo. Desde el Norte global, se ha teorizado sobre la construcción de una utopia o de una revolución. Estos conceptos se basan en una concepción lineal-cartesiana del tiempo: una revolución consiste básicamente en una transformación de la organización social y de las estructuras de poder existentes para pasar-posteriormente-a una nueva forma de organización social. Corrientes teóricas europeas como el post-capitalismo han problematizado este proceso de transformación social ante la crisis y colapso inminente del capitalismo. Autores como Carlos Taibo hablan de transición eco-social y la necesidad de descomplejizar las sociedades en las grandes ciudades (15). Golsch por su parte plantea la restauración eco-sistémica (16). Estas propuestas son consideradas como parte de la corriente del decrecimiento, las cuales también se sustentan en una racionalidad cartesiana, separando a la especie humana de la naturaleza, y con una concepción lineal del tiempo, teorizando un “antes” y un “después” del colapso del capitalismo.
En Abya Yala, en cambio, las cosmovisiones se caracterizan por una visión circular o cíclica del tiempo. El concepto quechua Pachakutik (Pacha=Vuelta, Kutik=tiempo) se refiere a la necesidad de “volver atrás” o “volver a la raíz” (17). No existe en el pensamiento indígena un concepto equivalente a “revolución”. No es compatible con su concepción del tiempo y de la historia. En la cosmovisión indígena del Sur no hace falta pensar en una nueva forma de vida o de civilización sino restaurar las formas de vida ancestrales, antes de la invasión europea, antes de la modernidad y de su civilización de muerte.
Las culturas indígenas del Sur global nos desafían constantemente a desaprender la teoría europea y a reflexionar críticamente sobre su influencia en nuestra forma de pensar, sentir y actuar. La historia del pensamiento humano nos muestra cómo las ideas y los paradigmas predominan o se desvanecen en la historia según el valor y el uso que se le entregue. Cada vez que interpretamos un problema desde una racionalidad europea, estamos validando y fortaleciendo su paradigma en el mundo. Las universidades occidentalizadas cumplen un papel central en esta tarea, reproduciendo la subjetividad hegemónica a través de investigación y educación de millones de personas en el mundo. Es por eso que la recuperación de saberes indígenas ancestrales es una tarea fundamental para pensar en alternativas ante el colapso del capitalismo desde una posición anticolonial que rescate y reconozca el valor de los saberes indígenas por sobre los europeos. La historia del capitaloceno y sus consecuencias nos muestra que el reformismo y la ideología del desarrollo sustentable han sido nefastas, invisibilizando la magnitud de la crisis, transformando la solidaridad en caridad y transformando el ambientalismo en una mercancía más.
Consideramos urgente re-aprender nuevas nociones de lo económico y de lo social que permitan la sostenibilidad de la vida, en donde esta opere como un principio organizador. Vemos necesario reparar la ruptura radical de las formas de conocer instaladas por el patrón cultural civilizatorio occidental, el cual separó la cultura de la naturaleza, lo femenino de lo masculino y la razón del cuerpo. Quizás no tengamos que mirar muy lejos para buscar alternativas de organización ante la crisis de los cuidados. Cuando se publicaba El Apoyo Mutuo de Kropotkin en 1902, en Londres, los pueblos indígenas de Abya Yala llevaban siglos promoviendo valores de cooperación, cuidado y apoyo mutuo como una condición fundamental para la convivencia armónica de las distintas formas de vida en la Tierra.
Grupo Solenopsis
gruposolenopsis[arroba]riseup.net
Pukem 2020
Cuenca del Maipo, región chilena
Notas:
(1) Película Parásitos (2019) del director Bong Joon Ho. Muy aclamada por la crítica y el público en general. Ganadora de 3 premios Oscar a mejor película, mejor director y mejor guión original.
(2) Respecto al debate sobre la globalización y financiarización véase: Samir, Amin. “Las disyuntivas de la mundialización actual: imperios, hegemonías, financiarización” en Los desafíos de la mundialización. Siglo XXI, México DF, 2006. pp. 125-141.
(3) Nancy Fraser. “Las contradicciones del capital y de los cuidados” en Los talleres ocultos del capital: un mapa para la izquierda. Traficantes de Sueños. pp. 86-87.
(4) Aportes para un análisis de la Etapa Histórica Actual. 1º Congreso de la Federación Anarquista de Rosario (FAR). Marzo‐Abril 2015.
(5) Colectivo El Kintral. Junio Pandémico: las paradojas del hambre en el chile neoliberal.
(6) Colectivo El Kintral. Mayo pandémico: utopías delirantes y voracidad extractivista.
(7) En un artículo previo hablabamos de este tema y referenciamos autores: El despliegue necropolítico en tiempos de pandemia: la administración de la muerte en la región chilena.
(8) Jason Moore. “¿Antropoceno o capitaloceno? sobre la naturaleza y los orígenes de nuestra crisis ecológica” en El capitalismo en la trama de la vida: ecología y acumulación de capital. Traficantes de sueños. p. 215
(9) Nancy Fraser. “Las contradicciones del capital y de los cuidados” en Los talleres ocultos del capital: un mapa para la izquierda. Traficantes de Sueños. pp. 73-74
(10) Para más información vease: https://ciperchile.cl/2020/08/06/pago-de-pensiones-de-alimentos-de-quien-es-la-deuda/
(11) Magdalena León. Cambiar la economía para cambiar la vida. Desafíos de una economía para la vida. 2008. Sobre la autora: economista ecuatoriana, estudia experiencias de economía centrada en la vida, en contraposición a la noción antropocéntrica y extractivista del capitalismo. Desde una perspectiva feminista y del buen vivir, introdujo el concepto de Economía del Cuidado Humano, en donde plantea que el cuidado de la vida también es economía.
(12) “el propio concepto de los Derechos de la Pachamama, implica una mezcla, resulta de una ecología de saberes: el saber ancestral con el saber moderno, eurocéntrico, progresista. Es una hibridación entre el lenguaje del derecho y el lenguaje proveniente de la cosmovisión indígena, pues en esta última el concepto de derecho es más bien uno de deberes.”
Sobre la estipulación de la Tierra como sujeto de Derecho en los procesos constitucionales latinoamericanos véase: Boaventura De Sousa Santos . “La hora de l@s invisibles” en Sumak Kawsay / Buen Vivir y cambios civilizatorios. Quito, 2010. p. 24
(13) Boaventura De Sousa Santos. “La hora de l@s invisibles” en Sumak Kawsay / Buen Vivir y cambios civilizatorios. 2010. pp. 22-25.
(14) Edgardo Lander. “Crisis civilizatoria: el tiempo se agota” en Sumak Kawsay / Buen Vivir y cambios civilizatorios. 2010. pp. 27
(15) Carlos Taibo. Colapso. Crisis terminal, transición ecosocial, ecofascismo. Libros de Anarres. 2017
(16) Ernest Gotsch, agricultor e investigador, dedicado al estudio de los bosques y la soberanía alimentaria, desarrollo la Sintropía o Agroforesteria, método de agricultura sustentable, basado en los principios de la restauración ecosistémica y la sucesión natural de especies, entendiendo a esta última como una fuerza directriz de la agricultura, así como del fenómeno de la vida. En El Renacer de la Agricultura, presenta su experiencia en agrosivicultura y reflorestamiento en Abya Yala, entregando valiosas observaciones y propuestas para enfrentar, de forma práctica la crisis en curso.
(17) El concepto del buen vivir también ha sido instrumentalizado por la izquierda progresista. En la región ecuatoriana, por ejemplo, una fracción de los movimientos indígenas terminaron constituyendo un partido político con el nombre “Pachakutik”. El buen vivir y sus valores han sido mercantilizados para campañas publicitarias de pymes y emprendimientos con enfoque de capitalismo verde. Esto sólo demuestra la capacidad del Capital de absorber y mercantilizar cualquier valor o idea, incluso cuando son contrahegemónicas.