La crítica, ¿será saludable?
¿Qué sería de la humanidad sin planteamientos positivamente críticos? Dada la evidente destrucción humana y del entorno natural, la globalización devastadora después de 20 años sin fuerte oposición de los países socialistas, ¿no será la culminación del sistema capitalista? Considerando que el imperialismo será (según Lenin) la última fase, quienes creemos en el ser humano, ¿cómo abstraernos al deber de criticar por sus realizaciones a personajes relevantes política y económicamente, a lobbies, transnacionales, instituciones…corruptos? Puesto que el capitalismo, parece olvidarse que se fundamenta en la injusta explotación humana; y globalizado en la especulación material extrema, quienes le defienden, consciente o inconscientemente, inevitablemente padecerán de su inherente corruptora contaminación. Por ello, se deberá investigar el origen de toda crítica ¡por si hubiese “gato encerrado”! ¿Serán igualmente creíbles las que buscan intereses –ególatramente- en detrimento del bien común, inspiradas en ideologías conservadoras y también progresistas (no autocríticas) sin cuestionarse el capitalismo, causante de tanta barbarie humana y caos ecológico, que las que, desinteresadamente (incluyendo desaciertos) buscan (autocríticamente) el bien común?. La clave de la credibilidad estará, obviamente, en conocer bien a las personas o colectivos criticantes. Porque, ¿cómo van a surgir valores realmente humanizantes de otros puramente economicistas?
Paco Ibáñez, cantando a León Felipe, dice: ¡” En España ya no hay locos”!. ¿Y en Cantabria?, también han caído en la sima de la cordura corrupta dineraria agudizada con la “peste” global y su política depredadora del patrimonio común: cultural, biodiverso, económico, productivo, costumbrista, etc. de todos los pueblos del planeta. Respecto a Cantabria, destacan los titulares informativos mediáticos, entre otros: la exigencia –técnicamente imposible- de que llegue el AVE a Santander -pensando sólo en los intereses impresentables de “cuatro”-. Asimismo, sobre el inconcebible desastre ecológico y cultural con la instalación eólica en el monte Cotíu, lugar donde el Gobierno Cántabro había rechazado otro proyecto similar condenándosele a pagar 473.182 euros por silencio administrativo. ¡”Magnífico ejemplo”! Igualmente, ¿qué decir del destrozado litoral, incluyendo el esperpento político-judicial (¡”pelea entre gallos”!) y de la lingüística, que, según la UNESCO, esta en “gravi peligru” de extinción, por culpa de las instituciones que niegan su identidad? Hasta el CES reclama otro modelo productivo para evitar la sangría emigratoria a quienes no les va trabajar de “camaretas”.
Ante tanto desastre y corrupción “normalizada”, ¿cuándo despertará –conscientemente- la sociedad civil cántabra para exigir contundentemente derechos de ciudadanía y respeto al –excelente- patrimonio común cántabro considerando la ineludible responsabilidad de detener la salvaje mano (liquidadora patrimonial ) de las desaprensivas autoridades, gestoras del gran capital?. ¿No serán conscientes de su miserable vasallaje servilista? Nunca será tarde mientras quede algo protegible que sirva de lanzadera para proyectos decrecientes rigurosamente austeros autogestionarios (ya experimentados en pequeñas dimensiones) disfrutando solidariamente de mínimos fraternales dignamente básicos y de salud social en un País “Cántabru” –vía soberana-, compartidos en relación de igualdad con todos los países del Estado y del mundo, para pinchar la perversa globalización y evitar los gravísimos problemas de subdesarrollo y emigratorios. Sería el camino regenerador emancipatorio, anhelado universalmente.
Extraido de: kaosenlared.