La Ciudad de los niños y las niñas
Este proyecto del pedagogo italiano Francesco Tonucci surge de la reflexión sobre el crecimiento y la transformación que están padeciendo las ciudades a partir de la última década del siglo XX. Éstas se han ido convirtiendo en núcleos masificados con muy poco espacio público para poder jugar, pasear, vivir... La especulación no ha cesado de absorber cada vez más espacios públicos y privados. El aumento de la contaminación ambiental, el tráfico, la construcción desenfrenada han provocado que, cada vez más, la vida en la ciudad se haya vuelto inhóspita, insegura, desagradable. Las ciudades se han olvidado de muchos de sus ciudadanos, reduciendo considerablemente la capacidad para actuar autónomamente de la tercera edad, discapacitados, niños y niñas, entre otros.
El coche ha ido adquiriendo una importancia creciente, condicionando las decisiones estructurales y funcionales sobre la ciudad, creando graves dificultades para la salud y la seguridad de todos los ciudadanos. La “Ciudad de los niños y niñas” constituye un nuevo modo de pensar la ciudad. Es una invitación a tomar conciencia de la necesidad de la recuperación de lo público como un espacio común, a aprender a analizar la ciudad críticamente, a utilizarla y a participar en su construcción. Nos invita a recuperar el sentido original de los lugares de solidaridad de la ciudad, la calle, la plaza, el barrio, y nos convoca a transformarlos tomando a los niños y niñas como referentes, como medida. Nos invita a considerar la ciudad como un lugar público que permita que calles y plazas puedan ser para los ciudadanos y ciudadanas canales de encuentro, comunicación e intercambio, lugares seguros al vivir en ellos personas que se hacen cargo del bienestar colectivo.
Para hacerlo posible se trata de crear estructuras que posibiliten la participación de la infancia en la vida local, insertando el trabajo y opiniones de los niños y niñas en la dinámica de los ayuntamientos. En este proyecto se trata de crear espacios institucionales, “los Consejos de los niños y niñas”, donde se garantice el derecho del niño a ser escuchado y a participar activamente en la vida democrática y la transformación de la ciudad.
Con este proyecto se trata de pedir ayuda a los niños y niñas para que vuelvan a llamar a las cosas por su nombre. Los niños nos obligan a ver de nuevo la vida desde un punto de vista más humano, se atreven a reclamar, a denunciar lo que los adultos hemos aprendido a callar. Asumir a los niños y niñas como “indicadores medioambientales” significa considerar que si la ciudad es buena para los niños será buena para todos los habitantes. Se trata en definitiva de pedir a los niños y niñas que nos rescaten de este mundo al revés, en el que llamamos “progreso” a un modelo que genera malestar social, que nos hace cada vez más infelices, un modelo excluyente y destructivo que nadie parece atreverse a cuestionar.
Fuente: Diagonal Cantabria nº4.