1927-2002: LXXV aniversario de la fundación de la F.A.I.
Introducción
Este año 2002 representa para el movimiento anarquista organizado en España y el mundo una fecha clave y a tener en cuenta, porque una de las organizaciones mas combativas dentro del panorama revolucionario y obrero, la Federación Anarquista Ibérica (F.A.I.), cumple 75 años de existencia. El presente numero especial de Tierra y libertad es para narrar, desde un punto de vista histórico, no sólo los 75 años de la F.A.I. sino también la historia en general del anarquismo, las razones por la que ha calado tan profundamente en la mente de los trabajadores ibéricos y cuáles han sido sus conquistas, aciertos y desaciertos.
Pero que nadie se confunda. Aquí no vamos a vanagloriar la historia del anarquismo como si fuese una cosa de museo, como si el movimiento libertario y los ideales ácratas hubieran representado algo y ahora nada tuvieran que decir. Por el contrario, el trabajo hay que tomarlo como una apuesta para el futuro teniendo en cuenta nuestra arma mas efectiva, nuestra historia, de donde podemos sacar las conclusiones para que en el futuro seamos un poco mejores. Tampoco vamos a entrar en las distinciones interpretativas de por qué el anarquismo fue el ideal que mejor caló entre los trabajadores. La finalidad de este trabajo será mostrar que el anarquismo tuvo mucho que decir en los momentos importantes y en las circunstancias críticas.
No hay que hacer caso a quienes dicen que ante los nuevos tiempos que corren, los anarquistas debemos tomar distintas armas para combatir al capitalismo. Hay un claro mal análisis de la situación actual en comparación con la situación social y laboral de hace cien años. Se achaca a que antes había más miseria, que el trabajador no tenía las comodidades de las que hoy disfruta. Evidentemente es cierto, pero es muy simplista. La situación del trabajador no ha cambiado en nada desde hace siglos porque se sigue manteniendo el mismo sustrato que tiene subyugada a la población: la explotación del hombre por el hombre. Y mientras exista esta disposición, la clase trabajadora seguirá sumida en la esclavitud. Si hoy hay más comodidades es porque la burguesía lo ha vendido a muy alto precio, porque la evidencia es que los ricos son más ricos y los pobres son más pobres. Solo por estas circunstancias la lucha del anarquismo sigue vigente y hoy tiene la máxima importancia.
Por ello es importante nuestra historia y su reivindicación, porque hablar de anarquismo en España es hablar de mas de 150 años de lucha sincera por mayores derechos y mayores libertades.
También con estas páginas queremos desmentir a aquellos que consideran el anarquismo un engranaje del mundo terrorista. La cultura y la organización han sido los vehículos clásicos del anarquismo en sus corrientes mayoritarias, y solo unas vías minoritarias vieron aquellos medios como positivos, si bien el paso del tiempo y la demostración de su inutilidad hizo que cayeran por su propio peso. Es más, no fueron períodos álgidos para el anarquismo, pues la represión se ciñó sobre él al igual que la arbitrariedad, ya que el gobierno, el Estado y el capital utilizaron tales coyunturas para atacar al anarquismo que le hacía realmente daño, el anarquismo organizado del que hoy la F.A.I. sigue siendo digna heredera.
Pero estos repasos históricos son también necesarios para aprender de nuestros errores. Los anarquistas no somos perfectos y como seres humanos hemos fallado en determinadas circunstancias. Con el reconocimiento de nuestros fallos lograremos que en el futuro no se vuelvan a repetir. Pero lo que es más importante, con ello reconocemos nuestra capacidad de autocrítica, demostrando ser un movimiento heterodoxo, alejándonos de las corrientes sectarias que inciden una y otra vez en sus errores. De eso peca el capitalismo y ahí tenemos mucha ventaja.
El 75 aniversario de la F.A.I. nos tiene que servir para recapacitar, pensar y dialogar entre los anarquistas para emprender con garantías de éxito la lucha que hemos comenzado. Hoy, cuando el pensamiento único se ha extendido tanto sobre la población y ha comprado la conciencia de multitud de personas, es de importancia máxima que la propaganda anarquista esté en la calle, entre los trabajadores, entre aquellos que el capitalismo explota. Nuestra misión es la agitación de las conciencias y la organización en pos de una sociedad nueva, aprendiendo de lo que hemos hecho (de ahí la importancia de nuestra historia) y siempre adecuando nuestro medios a nuestros fines.
La llegada de la Idea
Las nuevas doctrinas de emancipación social llegaron a España a través de las traducciones de los textos de Fourier, Cabet y, sobre todo, de Proudhon. A mediados del siglo XIX las sociedades de resistencia obrera eran una realidad por todo el país. Pero la organización revolucionaria, vertebrada, no cristalizó hasta la llegada en 1868 del italiano Giuseppe Fanelli enviado por el comité ginebrino de la Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T.) para establecer en España una sección de la misma. El programa que presenta a los núcleos de Barcelona y Madrid es el de la Alianza para la Democracia Socialista, organización creada, entre otros, por Mijaíl Bakunin cuatro años antes y que se integró en la A.I.T.
Bakunin consideraba más seguras y eficaces las agrupaciones secretas formadas por personas convencidas y de absoluta confianza, que en determinados momentos favorables pudieran ponerse a la cabeza de los acontecimientos, pero sólo para inspirar y esclarecer. Con este espíritu se había creado la Alianza; su programa, en apariencia coincidente con los estatutos de la Internacional, caló profundamente entre la clase trabajadora española. En 1871, tres de los impulsores de la Internacional entablan relaciones con trabajadores portugueses y crean en el país vecino una sección de la A.I.T. La Alianza queda diluida en la sección española de la A.I.T., siendo los grupos militantes que formaron la Alianza los núcleos impulsores de la Internacional. Los seguidores de Karl Marx desatan una campaña contra los libertarios en el seno de la A.I.T. Se enfrentan dos posiciones irreconciliables sobre los medios que debe emplear la clase obrera para su emancipación. Mientras que para el sector libertario, animado por Bakunin, es fundamental destruir el Estado y todos los poderes si realmente se quiere acabar con la injusticia social imperante, Marx y sus seguidores consideran prioritario conquistar el poder y, desde él, transformar la sociedad. Estas posturas darán lugar a la partición de la Internacional en dos bloques: el libertario o anarquista y el autoritario o marxista. Tras varias maniobras, los marxistas acabarán expulsando a los libertarios de la A.I.T., pero eso será el fin de la Primera Internacional.
En España la Internacional tenía unos planteamientos claramente libertarios. En junio de 1870 se había celebrado en Barcelona el Primer Congreso Obrero, en el que se establecieron las bases revolucionarias de actuación para lograr la destrucción de la sociedad existente y su sustitución por otra de libres e iguales, carente de explotación y privilegios.
A medida que la Internacional se va afianzando, el Estado la intenta erradicar: a las huelgas suceden represiones brutales e intentos de destruir las organizaciones obreras. El Parlamento llega a prohibir su existencia, con lo que la militancia pasa a la clandestinidad. No por ello decrece la actividad propagandista y organizadora.
Por su parte, los marxistas comienzan a hacer campaña en contra de todo lo que significan los planteamientos libertarios en la A.I.T. y, escindiéndose de ella, crean en 1879 el Partido Socialista Obrero Español (P.S.O.E.).
En 1881, con la Restauración monárquica asentada en España, se permiten ciertos derechos de expresión y asociación. Como heredera de la Internacional, se crea la Federación de Trabajadores de la Regional Española (F.T.R.E.).
Propaganda por el hecho e insurrecciones
Ante el nuevo impulso de las ideas libertarias, el Gobierno decide poner en práctica una nueva táctica, la del montaje y la provocación. Se producen así una serie de hechos realizados por agentes policiales cuyo fin es desacreditar y criminalizar al movimiento anarquista. Estallan bombas, se acusa a los anarquistas, se encarcela, tortura y asesina a militantes; otros compañeros les vengarán y de nuevo el Estado lanza su maquinaria represiva; es la espiral de violencia de la que siempre salen ganando las fuerzas del Capital. En España son especialmente sangrientos los procesos de Montjuich, Jerez, la "Mano Negra"... Pero es un fenómeno mundial. No hay que olvidar a los mártires de Chicago que fueron ahorcados en Estados Unidos tras un proceso-farsa. Su crimen: utilizar la tribuna para abogar por la jornada laboral de ocho horas. En conmemoración de estos anarquistas ajusticiados se celebra la jornada internacional del Primero de Mayo.
La represión generalizada impide la consolidación de las organizaciones libertarias. En 1881 se había celebrado en Londres un congreso anarquista internacional. En él se tratan, fundamentalmente, dos asuntos: la violencia revolucionaria y la creación de una organización internacional anarquista que sirva para vertebrar a los militantes anarquistas de todo el mundo. Se parte de los acuerdos emanados, nueve años antes, del Congreso de Saint-Imier que, ante la maniobra marxista de expulsión, marca lo que serán los lineamientos de la acción obrera revolucionaria internacional: organización al margen de la política burguesa, mediante la solidaridad de la acción revolucionaria; todo poder político presuntamente revolucionario es falso, por tanto hay que ir a la destrucción de cualquier clase de poder político; pacto de solidaridad, amistad y apoyo mutuo; la sociedad debe fundarse en el trabajo y la libertad: libre organización del trabajo contra las tiranías política y religiosa; todo Estado es injusto y tiránico y debe ser sustituido por la libre federación de los grupos productivos fundada en la solidaridad.
Pero, por la oleada de represión, no se puede desarrollar esa organización internacional anarquista preconizada en el Congreso de Londres. Sin embargo, se multiplicaron las publicaciones libertarias que, de alguna manera, sirvieron de nexo de unión entre los militantes.
En España, la F.T.R.E. es puesta fuera de la ley. Se mantienen las relaciones entre los grupos a través de organizaciones clandestinas, como el Pacto de Unión y Solidaridad. Se siguen desarrollando las sociedades obreras y en los periódicos libertarios se debate sobre colectivismo y comunismo. Pese a la persecución, el ideario anarquista se extiende por el tejido social y cala profundamente en las clases populares.
El Congreso de Ámsterdam
A comienzos del siglo XX el enfrentamiento entre capital y trabajo se radicaliza más aún. De Francia llegan las nuevas teorías de organización obrera: el sindicalismo. Se debate sobre la huelga general como método revolucionario. En Cataluña se crea, en 1907, una federación de todas las sociedades obreras de influencia libertaria. Se llamará (al igual que su órgano de expresión) Solidaridad Obrera. Su bautismo de fuego llegará a los pocos meses: el Gobierno decide mandar más soldados para reanudar la guerra en Marruecos; el pueblo de Barcelona se amotina para evitar el embarque de las tropas. La respuesta del Gobierno fue atroz; durante esta "Semana Trágica" se asesinó a cientos de trabajadores. Tras los procesos judiciales, se fusila, entre otros, a Francisco Ferrer Guardia, pedagogo anarquista culpable de educar a la juventud fuera de las garras de la Iglesia. Los encarcelados se cuentan por centenares.
En el verano de ese mismo año se reúne en la ciudad de Amsterdam un nuevo congreso anarquista internacional. Se habló, fundamentalmente, de dos temas: organización anarquista y sindicalismo. Del primero de ellos surge la necesidad de crear la internacional anarquista, querida por todos, y se nombra una comisión de relaciones. Del sindicalismo se habló mucho, perfilándose dos tendencias: la que daba a la acción sindical preponderancia sobre las demás actividades a emprender y la que, sin quitar importancia a la acción obrera, declara que ésta es un medio para llegar a la anarquía, nunca un fin en sí misma.
Estas dos maneras de entender la acción libertaria van a pervivir en el anarquismo organizado hasta nuestros días. Son antológicas las defensas que de una y otra postura hicieron Pierre Monatte y Errico Malatesta.
En España, José Prat y Anselmo Lorenzo (veterano luchador y uno de los fundadores de la sección española de la Internacional) hacen circular textos sobre sindicalismo, que calan en el proletariado. En 1910, con el apoyo de la mayoría de los diversos grupos anarquistas se crea la Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T.) como ampliación de la Solidaridad Obrera catalana.
A diferencia de los compañeros franceses, los españoles definen el sindicalismo de la C.N.T. no como un fin en sí mismo sino como un medio de lucha y resistencia en los conflictos creados por la existencia misma de clases antagónicas. El fin era la emancipación de las clases desposeídas. Como corolario, se adoptó el viejo lema de la Internacional: "La emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos".
Las luchas llevadas a cabo por los sindicatos de la C.N.T. hacen que, en menos de un año, el Gobierno la ilegalice. Las posturas se radicalizan.
Reflejos de la Revolución Rusa
En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial. La comisión internacional de relaciones nombrada por el Congreso de Amsterdam emite un comunicado contra la guerra que es suscrito por los anarquistas de todo el mundo; hay excepciones: algunos compañeros, con Kropotkin a la cabeza, redactan un manifiesto de apoyo a los Aliados como "mal menor".
La burguesía aprovecha la neutralidad española para enriquecerse suministrando productos a los dos bandos. Las luchas obreras se multiplican y, junto a la Unión General de Trabajadores (U.G.T., socialista), la C.N.T. declara la huelga general revolucionaria.
En ese mismo año estalla en Rusia la Revolución. Los sóviets (consejos) de obreros y soldados acaban con el poder y comienzan la socialización de campos, fábricas y talleres. La presencia anarquista es numerosa. Del Partido Socialdemócrata ha surgido una escisión: los comunistas o bolcheviques que, bajo la dirección de Lenin, se van haciendo, poco a poco con los resortes del poder revolucionario. La revolución es yugulada. Rebeliones como la de Kronstadt o Ucrania son ahogadas en sangre por el Ejército Rojo a las órdenes de Trotski. La autocracia zarista es sustituida por el aparato bolchevique. Las noticias no circulan con la necesaria fluidez y los trabajadores no saben realmente lo que está ocurriendo en Rusia. Por otra parte, los bolcheviques crean la Internacional Comunista y envían a sus agentes por todo el mundo para crear secciones.
En España se había celebrado en 1918 una conferencia nacional anarquista en Barcelona. Al poco, los bolcheviques lanzan sus primeros ataques contra los anarquistas dentro de la C.N.T., pero sin éxito. En 1919, el Congreso de la C.N.T. declaraba que su finalidad era el comunismo libertario. La C.N.T. se adhiere, provisionalmente, a la Internacional Sindical Roja (I.S.R., comunista). El informe de los delegados que acuden a Rusia hace que se abandone la I.S.R. al hacerse evidente la implantación de la dictadura bolchevique.
En 1922 se reunirán en Berlín las organizaciones sindicalistas revolucionarias del mundo para refundar la Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T.), heredera de la Primera Internacional. La C.N.T. está presente.
En esta época surge un nuevo tipo de militante anarquista, el hombre de acción, tanto en el plano de la expansión organizativa como en el de la lucha cotidiana.
La reacción de la burguesía
Los conflictos obreros se multiplican por las ciudades y el campo. En el resto de Europa se da idéntica situación. Las fuerzas burguesas crean milicias "cívicas" para sofocar las rebeliones, ya que temen utilizar al ejército por si confraterniza con los trabajadores, como sucedió en Rusia. Los socialistas alemanes demuestran a qué conduce la participación política, aplastando el movimiento revolucionario de los consejos obreros. En Italia será un antiguo socialista, Benito Mussolini, quien dé forma a esta ideología interclasista, el fascismo, que no es otra cosa que una tabla de salvación de la burguesía ante la irrupción de la revolución proletaria.
En España, la burguesía crea el Sindicato Libre, una organización terrorista que se dedica a asesinar a los militantes libertarios más destacados. La reacción es enérgica: los grupos anarquistas atacan a los pistoleros del Sindicato Libre con las armas en la mano. El balance es trágico; como resultado, la espiral de violencia que permite justificar el golpe militar de 1923: el rey Alfonso XIII manda formar gobierno al general Primo de Rivera; se suspenden las garantías constitucionales y los sindicatos de la C.N.T. son puestos fuera de la ley. Los anarquistas redoblarán la lucha contra la dictadura. Curiosamente la U.G.T. y el P.S.O.E. aceptan colaborar con el dictador.
Meses antes del pronunciamiento militar, se había creado la Federación Nacional de Grupos Anarquistas (F.N.GG.AA.) que aglutinará a los compañeros y coordinará las luchas. Son legendarias las acciones de militantes como Durruti y Ascaso.
En 1927 se celebra clandestinamente en Valencia una conferencia anarquista. Están representados los grupos de la F.N.GG.AA., los compañeros exiliados de la Federación de Grupos Anarquistas de Lengua Española y la Unión Anarquista Portuguesa. Se decide crear una organización que coordine las luchas contra ambas dictaduras de la Península: nace la Federación Anarquista Ibérica (F.A.I.), crisol en el que se forjarán los movimientos revolucionarios de ese período.
Llega un momento en que el sistema dictatorial, e incluso la propia monarquía, ya no sirven para defender los intereses de la burguesía. Ante el miedo de un cambio revolucionario, los poderes fácticos del Estado dan paso a la República, que se proclama en abril de 1931.
Con la vuelta de las libertades democráticas, los sindicatos de la C.N.T. crecen con una fuerza inusitada. En su seno se crea una tendencia reformista con líderes como Ángel Pestaña, que derivará en la creación de un partido político.
Pronto la República demuestra de parte de quién está: de la burguesía, de los propietarios. Los sindicatos de la C.N.T. y los grupos de la F.A.I. entran en una espiral revolucionaria y también, justo es decirlo, se dan ejemplos de burocratismo y de posibilismo político.
La "gimnasia revolucionaria", atacada por algunos sectores reformistas, sirvió para concienciar al proletariado y para prepararlo para las realizaciones revolucionarias. La respuesta del Estado fue brutal: fusilamientos (Casas Viejas), deportaciones, cárcel.
Guerra y revolución
En 1934, las derechas ganan las elecciones legislativas, lo que significó más represión. En octubre se desencadena la huelga general revolucionaria por parte de las dos centrales sindicales, C.N.T. y U.G.T.; el Gobierno proclama el Estado de Guerra y se encarcela a cientos de militantes. Pero en Asturias la revolución triunfa. Con la consigna U.H.P. (Uníos Hermanos Proletarios) socialistas y anarquistas organizan la lucha; y vencen. En muchos pueblos se proclama el comunismo libertario. La reacción del Gobierno es contundente: manda fuerzas militares profesionales (Legión, Regulares y Guardia Civil) para que aplasten la revuelta. Tenían miedo a que los soldados de reemplazo se unieran a los revolucionarios. La represión fue atroz. El general Franco dirigía las operaciones. Las cárceles (y los cementerios) se llenaron de revolucionarios. Pero la actividad no cesa: propaganda, comités de apoyo a los presos...
En 1936 ganará las elecciones legislativas una coalición izquierdista, que promulga una amnistía general. La C.N.T. celebra su congreso en Zaragoza, contabiliza más de un millón de afiliados. Entre los acuerdos del Congreso destaca un dictamen sobre alianza revolucionaria y, sobre todo, la definición del comunismo libertario, un programa que permitirá realizar los ideales ácratas.
Las huelgas se suceden, las provocaciones fascistas también. Finalmente, en julio, una parte importante del ejército se subleva contra la República. La C.N.T. proclama la huelga general y los militantes se lanzan a la calle. En media España se detiene la intentona fascista. Es el triunfo del pueblo en armas.
Inmediatamente los sindicatos se ponen manos a la obra en la tarea revolucionaria: se colectivizan las industrias, los campos, la distribución de productos, y todo ello sin descuidar las necesidades de la guerra. En muchos casos, los sindicatos de la U.G.T. colaboran en las tareas revolucionarias. La actividad de los militantes de la C.N.T., de la F.A.I. y de nuevas organizaciones como Juventudes Libertarias y Mujeres Libres fue febril: organización de la producción, el transporte y el consumo; la sanidad, la educación, los espectáculos; las industrias de guerra. Todo bajo el signo libertario de la socialización.
También se cometieron errores: empujadas por las circunstancias del momento, las organizaciones libertarias colaboraron en la dirección política de las instituciones republicanas aportando ministros, directores generales, alcaldes y hasta mandos militares. Esa suma de errores tuvo consecuencias funestas para la revolución. En mayo de 1937, los comunistas lanzan en Barcelona un golpe de mano contra el movimiento libertario, asesinan a compañeros y asaltan la central de Teléfonos, nudo de comunicaciones de la capital catalana. Las luchas se suceden durante varios días por las calles. Finalmente hay un llamamiento a la calma por parte de los "responsables" libertarios. Es el principio del fin. En julio del mismo año, la F.A.I. se convierte en una especie de partido político. Actualmente, los anarquistas analizamos estos errores, en lugar de ocultarlos, para no volver a caer en ellos. Después de casi tres años de guerra, abandonados por las democracias europeas y con la traición comunista, los revolucionarios españoles son vencidos por las tropas fascistas, que impondrán la dictadura más severa y sangrienta de las que se han visto en este país.
Guerrilla, clandestinidad y exilio
Al acabar la guerra, los anarquistas que no han podido alcanzar la frontera serán presos por las tropas de Franco. Muchísimos serán fusilados. Algunos consiguen hacerse fuertes en las montañas y continuar la lucha contra el fascismo. Otros pasan a la clandestinidad en las ciudades. Se crean redes de evasión para los militantes presos o amenazados y para sus familias. Incluso bajo la férula fascista, la resistencia libertaria continúa. Se organizan huelgas (la de los tranvías de Barcelona fue total) y actos de sabotaje. En la guerrilla hay una serie de personajes míticos: Sabaté, Facerías, Caraquemada... Al otro lado de los Pirineos, los exiliados apenas tienen tiempo de organizarse, pues en seguida comienza la Segunda Guerra Mundial. Los anarquistas españoles, desde el primer momento, organizarán la resistencia al invasor nazi-fascista. Esta realidad ha sido ocultada celosamente por los Estados vencedores en la guerra y, especialmente, por los comunistas.
Terminada la guerra, Franco se refuerza ante los vencedores como "reserva de Occidente" y su régimen represor continúa, eso sí, con el beneplácito de las democracias.
En España, a pesar de cárceles y paredones, la oposición al régimen sigue. Hay que destacar la ayuda que prestaron en todo momento los exiliados. Se esforzaban por mandar propaganda, dinero y militantes para proseguir la lucha libertaria. Sin este esfuerzo de los compañeros del exilio quizá no hubiera sido posible mantener las estructuras del interior. Algunos de ellos engrosaron la lista de los ajusticiados por Franco. Pero eso jamás les arredró, continuaron (y aún continúan) imprimiendo propaganda, recaudando fondos...
Mayo de 1968
Tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo se había dividido en dos bloques: el capitalista y el comunista (de Estado, se entiende). El movimiento anarquista en el mundo estaba debilitado e inconexo. En 1958 un congreso anarquista celebrado en Londres reactiva las relaciones internacionales, creando un Comité de Relaciones Anarquistas (C.R.A.) que servirá para intercambiar informaciones y opiniones entre las diferentes federaciones anarquistas.
Este ambiente de "guerra fría" entre las superpotencias con conflictos continuos pero localizados, va creando un estado de opinión, sobre todo en la juventud, de frontal oposición a todo lo establecido. Son formas de contestación nuevas: pacifismo, comunas, contracultura...
En el mes de mayo de 1968, los estudiantes universitarios de París se rebelan y toman las facultades; el fenómeno se reproduce en otras universidades francesas. Los sindicatos, contagiados por el espíritu revolucionario de los jóvenes, declaran la huelga general. El gobierno se tambalea. Se produce de nuevo la traición comunista: con fuerte predicamento entre los sindicatos, el Partido Comunista hace un llamamiento a la vuelta al trabajo y a la normalidad. Una vez más, los comunistas yugulan la revolución. Hay movimientos similares por todas partes. Mención especial merecen la "Primavera de Praga", donde los tanques soviéticos se emplearon a fondo, y la masacre de la Plaza de las Tres Culturas, en México.
En el verano del mismo año, la ciudad italiana de Carrara acoge un nuevo congreso anarquista internacional. Se debatirán importantes asuntos: movimiento obrero, revoluciones del siglo XX, bloques imperialistas, religiones, etc. Se da forma definitiva a lo que será la Internacional de Federaciones Anarquistas (I.F.A.).
A España llegan los ecos del Mayo francés. Ciertos sectores de la juventud se rebelan y adquieren conciencia. La clase obrera ensaya otras formas de organización. Surgen las Comisiones Obreras (CC.OO.) como forma de organización dinámica y unitaria, que hace frente a los sindicatos verticales franquistas. Los anarquistas están en el origen de las CC.OO., aunque pronto son marginados por el Partido Comunista, que llega a convertirlas en su "correa de transmisión".
La Transición
Las dictaduras ibéricas empiezan a descomponerse. En Portugal son los militares quienes, cansados de una guerra colonial que no pueden ganar, dan un golpe de Estado. Es el 23 de abril de 1974. Vuelve la democracia y los anarquistas renuevan la acción. Se publican periódicos, se abren ateneos libertarios y se reestructuran los grupos. Hay un deseo de libertad y revolución en el pueblo, se crean cooperativas, se ocupan tierras; pero pronto el aparato del Estado (Partido Socialista incluido) acabará con todo.
En España, la lenta agonía del franquismo permite a los lacayos del dictador preparar la transición monárquica. Pactan con la "oposición" democrática la vuelta gradual al Estado de Derecho una vez muera Franco (cosa que sucede el 20 de noviembre de 1975). La Corona está asegurada.
En estos años el movimiento anarquista estaba compuesto, sobre todo, por compañeros veteranos cargados de experiencia y de años de cárcel, y por jóvenes entusiastas pero carentes de la experiencia necesaria. Se echa en falta la generación intermedia.
Las formas organizativas son las tradicionales, pero faltas de coordinación. Tan sólo la C.N.T. mantenía una estructura organizativa estable.
A principios de los años setenta se va a estructurar, poco a poco, una federación de grupos anarquistas. La ayuda de los compañeros exiliados es fundamental. Una de las primeras cosas que une a todos los grupos es el relanzamiento de la C.N.T., y en ello se cifran todos los esfuerzos militantes. A principios de 1976, la C.N.T. está estructurada en todo el país. Se publican un sinfín de periódicos, folletos, libros... Es un renacer libertario que asusta a los poderes e, incluso, al resto de la "izquierda". En diciembre de 1978 se celebra un Pleno Peninsular de la F.A.I. en el que, a pesar de las diferencias entre los grupos, se logra el consenso. Se acuerda como tarea principal de los grupos la creación y mantenimiento de los sindicatos de la C.N.T., así como de ateneos libertarios, y de toda organización que sirva para la propaganda. Se redacta una declaración de principios.
El auge libertario y el hecho de que la C.N.T. no entre en los pactos interclasistas promocionados por la Corona hace que el Gobierno tenga al movimiento libertario en el punto de mira: provocaciones, detenciones, montajes ( como el Caso Scala), "ley del silencio" en los medios de comunicación y, por si fuera poco, una escisión en la C.N.T. Se produce en el Congreso de 1979 y la protagonizan los elementos reformistas proclives a participar en elecciones sindicales, comités de empresa y todas las componendas que el capitalismo emplea para amordazar a la clase obrera.
Esta escisión supondrá, durante años, un lento desangre de la organización confederal.
A pesar de todo, la C.N.T. sigue en la brecha, ganando conflictos (el de las gasolineras de Barcelona resulta paradigmático) y demostrando que otro tipo de lucha es posible... y eficaz. Es la época de la reconversión industrial, que se traduce en mandar al paro a miles de trabajadores. Gobiernan los socialistas.
Anarquía para el siglo XXI
En 1989, con la caída del Muro de Berlín, el régimen soviético empieza una rápida transformación: del capitalismo estatal pasa al capitalismo privado y a ser pasto de las multinacionales. Los antiguos países socialistas se "democratizan" y los trabajadores pierden las pocas prestaciones sociales que tenían. El trabajo se precariza enormemente.
El capitalismo, ya sin su competidor soviético, se hace cada vez más feroz. La clase obrera en dos terceras partes del mundo se ve en la necesidad de emigrar para buscar trabajo; las condiciones laborales son cada vez más parecidas a la esclavitud. El sistema propicia la competencia, el racismo, la lucha religiosa.
En este mundo de globalización de la miseria son más válidos que nunca los postulados anarquistas de revolución integral para crear una sociedad sin Estado y sin clases.
El anarquismo organizado sigue luchando en esta línea. Buena prueba de ello son los congresos internacionales. En el de Valencia (1990) se analizó la situación mundial, tomándose acuerdos sobre la posición de los anarquistas en el movimiento obrero, aparte de redactar un nuevo pacto asociativo de la I.F.A. El Congreso de Lyón (1997) analizará, entre otras cosas, los mecanismos de dominación y explotación mundiales. Queremos aclarar que los congresos anarquistas no determinan ninguna línea fija y obligatoria; son reuniones donde todo el mundo aporta cuanto sabe, y los acuerdos se toman por unanimidad.
En los últimos años del siglo XX, la F.A.I. ha multiplicado sus grupos, tanto en España como en Portugal, así como su propaganda (Tierra y libertad, Acçao directa...) y ha perfeccionado su estructura, empezando por la redacción, en la Conferencia de 1993, del Pacto Asociativo. El presente social puede parecer negro, con nuevas relaciones de dominación y un sistema laboral esclavizante que lleva a los trabajadores a la miseria. Por ello, nuestra tarea sigue siendo propagar el ideal libertario para agitar las conciencias y organizar la rebelión que dé al traste con la sociedad injusta.
Por la anarquía.
Publicado en el nº 169 del periódico anarquista Tierra y Libertad.