El efecto Meruelo. De organización vecinal a movimiento reaccionario
El efecto Meruelo.
De organización vecinal a movimiento reaccionario
El pasado 12 de octubre la plataforma “okupas fuera Gama” celebraba la victoria de los vecinos de Treto tras la tercera desocupación conseguida en este último municipio. La colaboración de los distintos grupos antiokupas que llevan organizándose, sobre todo en el último año, en diferentes municipios de la Cantabria Oriental, fué fundamental en este último desalojo promovido por la auto-organización vecinal y la cobertura mediática e institucional de su actividad.
Así es. Pueblos como Gama, Bárcena de Cicero y Meruelo son ejemplos en estos últimos tiempos de coordinación vecinal para expulsar a las personas que deciden ocupar. Un hecho que demuestra un salto cualitativo en la ofensiva desplegada contra las personas apodadas de “okupas” como chivo expiatorio ante la problemática del acceso a la vivienda. Si llevamos años, especialmente el 2020, con un despliegue mediático contra la okupación sin precedentes en los principales medios de comunicación estatales , unida a la proliferación de empresas de desocupación y de venta de sistemas de seguridad para viviendas, este fenómeno del vecindario organizado para defender la propiedad privada, incluso en situaciones en las que las casas vacías son propiedad de bancos, es un paso que va más allá. El vecindario ya no actúa como ente pasivo que simplemente opina ante la intervención institucional, sino que se convierte en promotor de los propios desalojos y agente principal que presiona a los ayuntamientos para que muevan ficha con una amplia cobertura en los medios.
El 11 de octubre de 2020 algunos vecinos de Meruelo salían a la calle en lo que, según fuentes periodísticas, era la primera manifestación ocurrida en la historia de dicho pueblo. La manifestación estaba convocada por la Coordinadora “Meruelo sin okupas” y en ella marcharon algún que otro centenar de personas. A ella se sumaron grupos de extrema derecha de la ciudad de Santander con el ánimo de encontrar esa aceptación que nunca encuentran en las movilizaciones. Aunque esto fuera anecdótico (la extrema derecha siempre acude allí donde la propiedad privada se defiende) lo realmente preocupante es que la diversidad vecinal era mucho más amplia. A pesar de que los lemas pareciesen del sector más rancio de la clase media defendiendo la propiedad (Meruelo y España en paralelo. Fuera okupas de Meruelo. La ocupación es un delito. Que se escuche nuestro pito. El okupa es un delincuente. Que lo sepa toda la gente. Ley anti okupación, Es nuestra condición. * Basta ya de okupaciones. El okupa está en mi casa.Y nuestro gobierno de guasa.) sería muy reduccionista decir que así fué.
Esta coordinadora había nacido hace unos meses por aquel entonces. Sin embargo, la capacidad informativa que empezó a tener fue brutal. Las pancartas colgadas en la carretera del pueblo, las pegatinas, la colaboración con el ayuntamiento, un grupo de wasaap entre vecinos creado para vigilar y prevenir reocupaciones… eran las formas de difusión a nivel local. Pero el mayor alcance estuvo y está en los medianos y grandes medios. La cobertura de periódicos y programas de televisión y radio. Desde radio líder Cantabria, 11tv, Tve Cantabria y El diario Montañés hasta el programa de Ana Rosa Quintana en Telecinco o Espejo Público en Antena 3.
Sin embargo, el PRC dijo al respecto que, teniendo en cuenta que la ocupación en Meruelo se componía de tres viviendas ocupadas propiedad de bancos, la Coordinadora “Meruelo sin okupas” estaba haciendo un flaco favor a la imagen y fama del pueblo. A pesar de esta obviedad, la forma de proceder de este colectivo y el contenido de sus reivindicaciones ha tenido calado hasta tal punto que se coordinan con otro grupo de la localidad de Gama y con vecinos de Treto. El efecto de presión vecinal contra las ocupaciones se extiende más allá la Cantabria oriental, teniendo en cuenta la comunicación con vecinos de Polanco.
Los scratches también son parte de los métodos de presión escogidos para acabar con la okupación. El conocido como “escratche”, cuyo origen nace para exigir justicia ante los represores de la dictadura argentina y la impunidad que les acompañaba, habiendo servido como herramienta de los movimientos sociales para señalar a los políticos, de abajo a arriba, en la última década de nuestro contexto más cercano, es utilizado ahora para acosar a las personas que están ilegalmente en casas vacías. Lo que fue descrito durante todos estos años pos15M como un acto violento por muchos medios de comunicación y reprimido a base de sanciones y multas, en este caso pierde ante los medios toda connotación violenta cuando quienes se ven señalados no son políticos sino okupas. No son buenos ciudadanos, son delincuentes. Por lo tanto la permisividad ante la organización vecinal tiene sus licencias.
Los vecinos que no odiaban a los okupas
Hagamos un acto de imaginación y pensemos cuántos medios se hubieran acercado a la problemática de Meruelo si unos vecinos se hubieran organizado para concentrase frente al ayuntamiento y acosar a la administración para garantizar una vivienda digna a quienes no la tienen o para impedir el desahucio de un vecino.
Si en nuestro barrio o en nuestro pueblo existen problemas de convivencia (más allá de la okupación en sí), el organizarse entre vecinos para buscar soluciones a ese problema es una labor legítima. En ese sentido, que los vecinos se organicen para poner fin a su convivencia perturbada no tiene por qué ser negativo. El problema está en el pensar la cuestión de la seguridad en una única clave, la securitaria y policial. Como la seguridad sólo se construye en esos términos, es inviable otro tipo de salidas. Todxs queremos sentirnos seguros, desde quien okupa hasta quien tiene su casa construída con el sudor de su frente y nunca tendrá un problema de que alguien se meta en su hogar - eso es allanamiento de morada y no okupación-. La seguridad es tener un techo, comida y capacidad de desenvolverse socialmente en el entorno en el que se vive. Las desigualdades en la adquisición de estas cuestiones básicas son problemas colectivos.
Con la experiencia de okupación que tienen nuestros compañeros, podemos poner muchos ejemplos de buenas relaciones entre vecinos, independientemente de la situación legal en la que habitaran en los respectivos hogares. Por supuesto, también malas. No necesariamente por responsabilidad de quienes okupan. No pretendemos hacer un relato buenista de la okupación como si hubiera buenos y malos y donde la crítica a la propiedad privada y a la mercantilización de la vivienda quede invisibilizada por un relato de buenas intenciones alejadas de las problemáticas actuales. Una conflictividad entre “iguales” que no tiene pinta de ir a mejor dado el empeoramiento de las condiciones de vida de las clases populares, la ausencia de movimientos no reaccionarios fuertes y las siempre efectivas herramientas de distracción como son el racismo y el clasismo, tan oportunos en este tipo de temas.
En la vaguada de las llamas unos compañeros nos cuentan como después de vivir okupando durante unos meses una casa abandonada amenazada de derribo para construir bloques de nueva construcción, un vecino del barrio les ofreció subir a su casa a ducharse varias veces. Nunca cogieron la propuesta porque no lo necesitaban. Pero el gesto estaba hecho.
Antes de dicha experiencia, otra vivienda okupada por algunos compañeros en la misma zona, decidieron pinchar el agua para liberarla y compartirla. Así lo hicieron con sus vecinos propietarios sin ningún tipo de problema para abastecer las huertas. Así es, no se organizaron para cortarles el agua , sino que compartieron su acto, que aunque ilegal, generaba una buena convivencia. Legalidad y ética son cosas muy distintas y no necesariamente van acompañadas. Además, otro vecino, que ya conocían de hace mucho (cuestión importante, el tiempo y la constancia), accedió a revisar los cimientos de la estructura de la casa dados sus conocimientos en albañilería. Gracias a él, nuestros compañeros se quedaron más tranquilos durante el tiempo que permanecieron en dicho hogar abandonado propiedad de una constructora.
En general Davila, Una propiedad de un banco fue habitada durante un tiempo por otros compañeros. La desconfianza inicial de los vecinos fue cambiando con el paso del tiempo hasta que el saludo cotidiano al salir y entrar se hizo cada vez más corriente. La amenaza de llamar a la policía de los primeros días fue disminuyendo hasta desaparecer a medida que el miedo a lo desconocido se reducía con el paso de los días.
Como dice un compañero nuestro, a muchos vecinos les importa cero que okupes la propiedad de un banco o de una constructora. El problema está en qué tipo de convivencia se da en ese proceso.
Pero claro, todo hay que decirlo. Nuestros compañeros no eran ni son personas con hijos a cargo, no tenían que hacer muchos malabares para buscarse la vida de cualquier manera, tampoco eran gitanas, ni racializadas, ni venían del este y generalmente eran leídos como jóvenes “de aquí”. Cuestión privilegiada a la hora de saltarse la legalidad por necesidad y/o convicción.
Pequeños reductos de otras realidades en la okupación de viviendas de la que los tertulianos no tienen nada que decir y que en todo caso, servirían para hacer una división entre okupas delicuentes malos y okupas culturetas buenos que sigue invisibilizando la subida de alquileres, el negocio inomobiliario,la avalancha de desahucios y la problemática del acceso a la vivienda en un capitalismo fosilista con una crisis energética irreversible en curso.
Artículo del Boletín Briega en papel nº28 Noviembre 2021