¡Briega vuelve a las calles!

Coincidiendo la nueva publicación con el fin del estado de alarma, reproducimos aquí el texto que ocupa la portada de este número.

Adiós al estado de alarma. ¿Hola a las luchas sociales?

El estado de alarma concluye tras estar vigente durante un año casi ininterrumpido. Éste ha conllevado un sinfín de restricciones, normas y regulaciones, cambiantes cada poco tiempo, que han supuesto que ya nadie sabe lo que es legal o no hacer. Actividades anteriormente triviales y cotidianas, como organizar una cena en tu casa, por ejemplo, se han convertido en un acto de desobediencia. Por supuesto, este tufillo a dictadura ha venido acompañado por una actividad policial, no sabemos si creciente, pero sí reorientada hacia el control y el castigo de dichos actos cotidianos. En otras palabras, multas por doquier y abusos policiales. Y ha afectado, además, a partes de la población quizás anteriormente no tan familiarizadas con dichos métodos represivos. Una consecuencia evidente de ello es que se ha incrementado la impopularidad de los “cuerpos de seguridad del estado”, cuando hace apenas un año eran aplaudidos en los balcones.

El fin del estado de alarma, como es evidente, no va a suponer el fin de este calvario y la vuelta a la anterior “normalidad”, sino que ha venido para quedarse, aunque lo llamen (o más bien legislen) de otra manera. La pasividad con la que estamos reaccionando ante tal situación es la que da alas para que se nos impongan dichas medidas. Por ello nos preguntamos ¿dónde están las luchas sociales? Estas han brillado por su ausencia en el último año. Atrás quedó el movimiento esperanzador, que cumple una década este mes, y que ocupó las plazas de las ciudades y que parecía que iba a acabar con los cimientos del sistema. Y sin embargo, los últimos meses nos han dejado algunas movilizaciones a destacar. Por un lado, el movimiento antidesahucios en Cantabria sigue mostrando músculo a pesar de las multas y juicios que afectan a las personas presentes en el desahucio de Astillero del verano pasado. El último desahucio parado, el de una familia de Cazoña, plantó ante el portal a unas 50 personas con mucha determinación el pasado mes de abril. Por otro lado, lejos de la capital, la gente se está levantando en pie de guerra contra la nueva invasión de las empresas energéticas que quieren dar el pelotazo con la instalación de polígonos eólicos por todo el territorio. Reuniones informativas, alegaciones, recogidas de firmas… Se están llevando muchas acciones con un aire al reciente movimiento antifracking. Desde aquí decimos, ¡polígonos eólicos, ni aquí ni en ningún lado!

¡Hemos vuelto! Tras un año complicado para las personas que formamos parte de Briega, veíamos la necesidad de volver a las calles con nuestro boletín, precisamente por el hecho de que parece que las calles vuelven, tímidamente, a agitarse. Esperamos poder mantener cierta constancia en el ritmo de publicación, aunque no prometemos nada. En el número de este mes, nos metemos de lleno en la cuestión de los molinos eólicos y el problema energético del capitalismo. Además, os dejamos con una entrevista a Corsino Vela a propósito de la reciente publicación de su libro “Ciclismo y capitalismo”.