El barrio libre de Lentillères (Dijon): okupacion, autonomía y resistencia

Para confeccionar un barrio libre:

Escoger un terreno baldío abandonado.

Añadir un puñado de jardineros/as, una pizca de voluntad y una cucharilla de autonomía.

Mezclar todo hasta que cuaje.

Añadir un paquete entero de caravanas, algunos tablones de madera y unas pocas planchas metálicas onduladas.

Batirlo todo cuidadosamente.

Y añadir, poco a poco, instantes inolvidables, momentos de locura e ideas surrealistas realizadas.

Mezclar todo con delicadeza con una espátula. No usar la batidora, para no quebrar la frágil mezcla.

Meter el horno a una temperatura baja, durante mínimo 7 años.

¡Degústese caliente!

En la ciudad de Dijon, en Borgoña, se ubica el barrio libre de Lentillères, un espacio okupado de una decena de hectáreas y rebosante de vida, animal (humana y no humana) y vegetal. Un espacio donde se experimenta diariamente la autonomía, y a la vez un espacio de resistencia frente a los asedios de constructoras y del ayuntamiento, ávidos de sepultar el lugar bajo el cemento.

Unos asedios que no pasan tanto por la fuerza bruta como por la antigua táctica del engaño. El ayuntamiento & CIA están tratando de introducir así su caballo de Troya llamado ecobarrio. Para quien quiera saber más sobre este curioso palabro que pase por aquí: http://www.briega.org/es/opinion/resistiendo-a-sostenibilidad-mirada-critica-a-ecobarrios-desde-santander

“La lentejería” (traducción literal del nombre del barrio) nació en marzo de 2010, tras una manifestación que organizaron diversos colectivos ecologistas, horticultores, pequeños/as campesinos/as, okupas, etc. “por el acceso a las tierras y a la autonomía alimentaria”, y que acabó con la creación de una huerta colectiva en una tierra que llevaba más de una década en baldío. Una tierra amenazada por los planes urbanísticos y que es un vestigio del antiguo cinturón verde hortícola de la ciudad.

Jean-Pierre y Christine, pareja de agricultores que habían vivido y trabajado allí en los ochenta, y que participaron en la preparación de la mani, cuentan: “Había que hacerlo un poco en la clandestinidad, porque si lo anunciábamos con antelación, nos podíamos encontrar con un cordón policial […] Al final creo que no se dieron cuenta de nada”. “Cuando empezamos la mani, ¡ni siquiera había policías!” “Era casi decepcionante (risas)” “Quizás tuviese algo que ver que llevásemos horcas y picos (risas). Pero ir con las herramientas de huerta estuvo bien, tenía aires de revuelta campesina”. Aunque aquel día llovía a mares, se juntaron unas 200 personas que lograron desbrozar y despejar un trozo de terreno. Al otro lado de la finca había una casa okupada, “La Villa”, en donde el colectivo Food Not Bombs recibió a los/as manifestantes con música y comida. La jornada concluyó con una asamblea para decidir sobre los siguientes pasos a dar. Había nacido el colectivo Pot´Col´Le (Huerta Colectiva de Lentillères).

La siguiente primavera, para celebrar el año de ocupación, se produce otra manifestación de personas “armadas” con herramientas agrícolas en las calles de la ciudad y coreando cánticos como “tomates secos sí, ecobarrios no” o “más tupinambos, menos carrefours”. A lo largo de ese año, el colectivo llevará a cabo varias acciones directas para denunciar el proyecto de ecobarrio planeado por el ayuntamiento (intervención en la tele durante un directo, preguntas incómodas durante una reunión pública informativa sobre el proyecto, preparación de una sopa en apoyo a la huerta colectiva delante del ayuntamiento, entre otras).

En marzo de 2012, con motivo del según aniversario de la ocupación, una segunda granja es liberada y rebautizada con el nombre de la Bougie Noir. A lo largo de ese año el proyecto empieza a hacerse más visible. Jardineros de toda edad y condición toman la iniciativa de empezar a desbrozar y cultivar pequeños trozos de una tierra muy fértil y agradecida. Paralelamente, un colectivo de personas decide instalarse en una parcela con el objetivo de establecer una granja hortícola en lucha, a pesar de las amenazas y la precariedad ligada a la ilegalidad y la ocupación. Desde ese primer año, los/as horticultores distribuyen las frutas y verduras cosechadas a través de un mercado semanal a precio libre a los/as habitantes del barrio. Poco a poco, se van ocupando más casas e instalando caravanas, cabañas autoconstruidas y furgonetas en diversos rincones de un barrio que empieza a llenarse de vida y actividad. Vuelve a nacer aquel rincón de naturaleza en pleno corazón de la ciudad que durante años había permanecido abandonado. Actualmente hay como unas ochenta personas que conviven en Lentillères.

Desde los inicios de la ocupación los/as habitantes del barrio se organizan para llevar la lucha fuera del barrio. Además de las acciones que llevan a cabo para protestar contra el proyecto urbanístico que les afecta directamente, se implican en otros temas y se solidarizan con otras luchas. La conexión con otros territorios en lucha, como las Zonas A Defender (ZAD), es fuerte. ¿No sabes lo que es una ZAD? Por aquí te lo explican: https://www.briega.org/es/opinion/libro-defender-zad

Para protestar contra la expulsión de la ZAD de Notre-Dames-des-Landes que se produce en otoño de 2012, los diversos comités de apoyo realizan acciones descentralizadas por toda la geografía francesa, entre ellas las de liberar temporalmente los peajes. Los/as compas de Lentillères nos cuentan cómo aquel día la policía les esperaba en el peaje, pero que supieron escapar de ella “campo a través” y refugiándose en el barrio, donde la policía no se atrevió a perseguirles. Apropiarse y liberar espacios sirve también para crear refugios en los que sentirse, en cierto modo, más a resguardo de la represión.

El barrio sirve también de refugio para aquellos que necesitan un techo, como los numerosos migrantes que están de paso o que viven el Dijon. “Por aquí pasa todo el mundo, sobre todo gente que vive en las okupas de los migrantes. Todo el mundo pasa por aquí con regularidad, sobre todo cuando hay algún acontecimiento. Aquí, las actividades, las fiestas están abiertas a todo el mundo, y en particular a la gente que tiene dificultades como los solicitantes de asilo, la gente que vive en la calle y demás. Es muy importante porque son personas olvidadas, que aquí son bienvenidas” relata Bilal. Cuando, a principios de julio de 2016, fue expulsada la okupa Cap Nord, sesenta personas migrantes se encontraron en la calle. Fueron acogidas de forma provisional en Lentillères, donde se organizó un campamento a la espera de encontrar otra vivienda. Cabe señalar que existe además una zona de camping permanente que permite acoger durante una temporada a aquello/as que desean pasar por allí. ¿Te apetece?

También hay conexiones con otros espacios de la ciudad. No podemos hablar de Dijon sin mencionar la mítica okupa de Les Tanneries, una de las más antiguas de Europa y por la cual han pasado innumerables grupos de punk y otros de la “música alternativa”. Saman y Carlos, habitantes de Lentillères y miembros del colectivo Mammouth, se dedican a organizar fiestas y conciertos autoorganizados en Dijon. Frecuentan mucho Les Tanneries, pero también han organizado varios eventos en el propio barrio en el que habitan. Y es que, para ellos, además de ser un momento de disfrute y de compartir buenos momentos con otra gente, los conciertos son algo más que la fiesta que les rodea. “En Lentillères, muchas ocupaciones se han producido después de momentos de fiesta. Por ejemplo, cuando ocupamos colectivamente las últimas parcelas que han sido desbrozadas en el barrio, llevamos cosas para preparar pizzas, un equipo de música, y eso se parecía más a una fiesta que a un Black Bloc” Es una buena forma de implicar a la gente en una ocupación, de que se sientan a gusto y se olviden de la sensación de estar haciendo algo súper ilegal.

Pero una de las principales actividades del barrio es sin ninguna duda la horticultura. Al fin y al cabo, el motivo originario de la ocupación fue la creación de una huerta colectiva. El proyecto de Pot´Col´le era retomar unas tierras cultivables que habían sido abandonadas tiempo atrás, volver a crear huertos urbanos de forma autónoma, recuperar esas tierras para la agricultura. Según María “Era a la vez un proyecto ecológico y político. No había intención de hacer un barrio tal como lo hay hoy en día, con toda las actividades y viviendas que lo componen en la actualidad”. Lo interesante de esta iniciativa inicial es que se multiplicó y que hay muchas personas que, de forma individual o colectiva, cultivan hoy un trozo de terreno. Fabienne cuenta que “al principio no me atraía mucho la idea de tener una huerta individual. Lo que me gusta de aquí es que todo está integrado, forma parte de un conjunto. Con las parcelas individuales tienes el riesgo de caer rápidamente en un sistema de huertas individuales. Lo que me gusta es la combinación de las dos, gracias a que hay una parte colectiva podemos hacer cosas junto/as”. Es impresionante pasear por los estrechos caminos del barrio que están rodeados por innumerables plantas y árboles. ¡Cada centímetro es aprovechado! Además de huertas, en el barrio hay un colmenar colectivo.

Para algunos/as, el hecho de vivir en el barrio de Lentillères les ha permitido experimentar formas de trabajo autónomas y alejadas del concepto del trabajo asalariado. Tratan de escapar de productivista, del individualismo, de la profesionalización, la competitividad, etc. Tratan de ser capaces de obtener su propio alimento y de organizarse colectivamente para hacerlo, de experimentar, de aprender y compartir, y que ello constituya un fin en sí mismo y no en un medio para obtener un salario, reconocimiento social o progresar profesionalmente. Una habitante del barrio cuenta como “acostumbrada a soportar dócilmente las derivas de una sociedad individualista, donde la relación con los/as demás se manifiesta básicamente a través de las relaciones competitivas y mercantiles, descubrí aquí valores poco comunes como son la solidaridad, el respeto, el compartir y la libertad de acción y expresión. Sentía que mi implicación en la huerta colectiva no se reducía a una mera práctica de la horticultura, sino que transformaba mi forma de pensar y mi relación con el trabajo”.

Mientras que los/as habitantes de Lentillères se preparan para celebrar su octavo año de ocupación, son pocas las noticias sobre el proyecto de ecobarrio que había sido inicialmente anunciado a bombo y platillo. No se conocen fechas precisas de inicio de las obras de la “fase 2” del proyecto, la que concierne directamente a las huertas. No hay ninguna comunicación oficial aunque probablemente en los despachos ya tengan el calendario cerrado. En cualquier caso, no parece que se den mucha prisa, ya que la fase 1 del proyecto (la construcción de unas viviendas sociales en un antiguo terreno industrial situado al lado de Lentillères) avanza muy lentamente. Aprovechando esa “inactividad”, los/as habitantes de Lentillères ocuparon una nueva zona de terreno el año pasado. Media hectárea de tierra fértil que, para evitar que sea asfaltada, se dedica ahora al cultivo de calabazas. En un comunicado señalan que “a través de esta ocupación nos reafirmamos en nuestra voluntad de luchar para defender este barrio aún amenazado por los planes destructores de la municipalidad. Porque el proyecto no ha sido abandonado todavía. ¿Cómo se atreven a declarar, como lo hizo el alcalde de la ciudad en otoño, que quieren alcanzar la autonomía alimentaria de aquí a diez años, y mantener a la vez un proyecto que prevé asfaltar las últimas tierras cultivables? No nos creemos esas declaraciones. La especulación y la carrera por la urbanización en la cual se ha lanzado la ciudad de Dijon apuntan a construir una ciudad cada vez más atractiva para el turismo, el consumo y el lujo. […]”.

Las opiniones de quienes frecuentan el “barrio de las lentejas” sobre lo que deparará el futuro son diversas. Hay quien es más pesimista, como Abdel, que piensa que “no lo conseguiremos. Acuérdate de la huelga de los camioneros, hace no tanto. Lo que hicieron los militares con sus camiones blindados: sacaron los camiones de en medio, los rompieron todos. ¡Por una huelga! […] La ciudad de Dijon va a vender los terrenos a otro patrón, y entonces, ¿Qué puedes hacer? Porque a la ciudad la podemos hacer cambiar de opinión, pero a los patrones…” Otros son más positivos, como Carlos y Saman, para quienes “Creo que todos compartimos una idea de victoria, que no haya fase 2 del ecobarrio. Sería una pequeña victoria porque significaría que somos capaces de crear oposiciones lo suficiente fuertes como para hacer retroceder proyectos. Aunque esos proyectos los hay por todos lados. […] La verdadera victoria sería conservar Lentillères y conseguir mantener este espacio fuera de control”. “La verdadera victoria sería que el mundo entero fuese como Lentillerès (risas)”. “Si el proyecto de ecobarrio da marcha atrás para que el ayuntamiento instale horticultores y que las huertas se conviertan en unas huertas urbanas clásicas, sería un final amago. Las huertas aquí son incontrolables, incontrolables”.

Por nuestra parte, confiamos y deseamos que el barrio resista. Desde aquí aprovechamos para transmitir nuestra solidaridad con la lucha que están llevando a cabo sus habitantes. Esperamos que este breve artículo aporte un granito de arena a la lucha de Lentillères, contra los ecobarrios y contra el mundo que los hace posible.

Para obtener más información (en francés):

https://lentilleres.potager.org/

https://jardindesmaraichers.potager.org/

https://fr.squat.net/tag/lentilleres/

Nota: la información utilizada para escribir este artículo proviene de los fanzines "Quartier Libre" y los números 4 y 5 de el periódico "Le génie du Lieu", publicados en Lentillères.