A defender el territorio:Movilizaciones contra el tren de alta velocidad en abril

A defender el territorio

Movilizaciones contra el tren de alta velocidad en abril

En el mes de enero de 2022 publicábamos «Sembrar oposición ante el Tren de Alta Velocidad y su forma de entender el mundo». Lo hacíamos para advertir que en noviembre de 2021 se habían iniciado las obras de la línea del AVE entre Amusco y Osorno y porque, en el momento de escribir el artículo, ya se había tramitado la redacción de los proyectos de los tramos hasta Alar del Rey y la información pública del estudio informativo hasta Reinosa. Señalando con ello que el proyecto desarrollista del tren de alta velocidad para Cantabria, tan cansinamente prometido por la cara más visible del PRC, cuya finalización siempre ha sido puesto en duda por diversos sectores de la sociedad cántabra, estaba dando sus primeros pasos para dejar de ser un rumor partidista a una realidad material. No escribimos el artículo por casualidad o inercia, sino por alertar de una amenaza real.

 

Más de dos años después, el Consejo de Ministros ha autorizado al Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible para la licitación por 19 millones de euros de la redacción del proyecto de construcción para conectar Campoo con la alta velocidad. Noticia que se hizo pública el pasado marzo y cuya proeza de conectar Alar de Rey (Palencia) y Reinosa (Cantabria) con un tramo de más de 50 km significará llevar la alta velocidad al sur de Cantabria para conectar Campoo con el centro del estado, Madrid. Sin embargo hay que entender que probablemente dicho proceso pueda durar unos cuantos años y antes de 2028 es dificil que se inicien las obras de la fase que completaría la llegada a Reinosa.

Volvemos a recordar las palabras de la asamblea contra el TAV de Cantabria para volver a poner en el centro algunas de las razones por las que oponerse a esta infraestructura innecesaria que dicho colectivo ya señalaba allá por el año 2013. Por un lado el TAV ocasiona daños irreparables al medio ambiente, acentúa el desequilibrio territorial y acaba con el concepto de transporte ferroviario como servicio público en un momento actual donde las deficiencias de los sistema público de transportes de cercanía es notorio y genera un importante malestar social.

Concentración Contra el TAV, en Santander 15 de julio 2010

Por otro lado, el TAV, como el conjunto de grandes infraestructuras de transporte, están directamente relacionados con la internacionalización y la globalización de los mercados y la economía así como con el incremento de la precariedad laboral y la deslocalización industrial derivada de las mismas. Además, el TAV contribuirá a apuntalar la hegemonía del sector servicios en detrimento del primer y segundo sector y convertirá a Cantabria en zona turistificada, donde sea más fácil acercarse un fin de semana desde Madrid a alquilar un piso turístico, que moverse a nivel local por Cantabria por las personas que habitan en sus pueblos. Con ello acentuará la situación de dependencia estructural. Este último asunto es crucial en nuestro presente actual de crisis energética. Tras una pandemia global, algunas cuestiones como la hipermovilidad han quedado en cuestión, al menos de una manera más relevante que antes. Sin embargo, infraestructuras como éstas no son más que la muestra de que, para las élites locales y globales, resulta prioritario mantener los niveles de consumo energético por encima de transformaciones sociales que primen la salud del planeta. No conlleva ello que el marketing verde, patrón repetido en los tiempos que corren para todos los proyectos extractivistas, también esté presente. El «desarrollo sostenible es uno de los mantras elegidos para vender este proyecto a la opinión pública en una inversión global de 1.700 millones de euros que implica la conexión Palencia-Cantabria.

Es por ello que nos gusta insistir que El TAV no es un tren, es una forma de entender el mundo» que entra en sintonía con otras múltiples agresiones al territorio en Cantabria, como la construcción del polígono de la pasiega, la conexión Reinosa-Potes y el teleférico de Vega de Pas, las modificaciones de la ley del suelo recientemente puestas en cuestión por el Ministerio de política territorial o la concesión de permisos ilegales para polígonos eólicos sin la previa información ni el consentimiento de la vecindad de las zonas amenazadas.

 

El 20 de Abril movilizaciones contra el tren de alta velocidad, también en Cantabria.

En los últimos meses en Euskal Herria las movilizaciones contra el tren de alta velocidad están siendo permanentes en este territorio con décadas de trayectoria de lucha contra el tren de alta velocidad, organizando jornadas con experiencias como la de uno de los movimientos más potentes en defensa de la tierra dentro del continente europeo como es la lucha contra el Tav en el Valle de Susa, que lleva décadas resistiendo ante la militarización del territorio y echando un pulso anticapitalista al estado italiano, así como del movimiento Antitav en Iparralde, que consiguió parar la línea Hendaia-Burdeos. Para el próximo 20 de abril, tal y como apunta el periódico El Salto, este proceso de movilizaciones seguirán mediante una manifestación en Altasu que defenderá alternativas menos agresivas con el entorno. En la protesta se incidirá en la necesidad de paralizar los proyectos de construcción de nuevas infraestructuras ferroviarias para uso exclusivo de trenes de alta velocidad y la modernización de las actuales vías de tren, aumentando la frecuencia de trenes, para que el tren convencional se convierta en un medio de transporte real.

¿Y en Cantabria? Pues también se organizarán actos de rechazo a esta infraestructura innecesaria mediante una marcha de reconocimiento de la zona amenazada en el sur de Cantabria. En concreto la ruta será por Valdeprado del Río.

Como vemos, la extinta asamblea contra el Tav de Cantabria tiene su pequeño relevo en el presente y de todas depende que el mismo pueda articular una oposición cada vez mayor. Como medio de contrainformación nos gustaría insistir, como ya hicimos entonces, que oponerse al tren de alta velocidad en Cantabria y en cualquier sitio, pasa por una preocupación real por la naturaleza, la libertad de movimiento, la satisfacción de nuestras necesidades básicas y la libre decisión de permanecer en los pueblos y alimentar la vida fuera de los grandes núcleos urbanos. Por eso estar contra el tren de alta velocidad es estar contra el modelo energético y social que lo necesita y lo sostiene.