Fallece Lucio Urtubia, humilde albañil anarquista

Fallece Lucio Urtubia, humilde albañil anarquista
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La de Lucio ha sido una vida de novela. Y también novelada, pues existen no pocos libros, cómics, y documentales sobre su actividad militante, entre ellas esta entrevista realizada por Diego Marín Roig y publicada en AraInfo en 2014 “Si volviera a nacer, sería anarquista. Una conversación con Lucio Urtubia”.

Durante muchos años Lucio se vio obligado a realizar su actividad militante de forma clandestina, trabajó por la difusión y práctica del anarquismo internacional, y por su enorme compromiso e inteligencia militante fue conocido con apodos como el ‘Robin Hood anarquista’, el ‘Bandido bueno’, o el ‘Zorro navarro’.

Lucio Urtubia participó en acciones de ‘recuperación de dinero’ destinadas siempre a formación política de los grupos militantes obreros, a quienes luchaban, y a quien sufría penurias económicas. En los ochenta se hizo famosa la ‘redistribución de riqueza’ efectuada con Cheques de Viaje, que acabó con un pacto entre Lucio y el gobierno del Estado francés junto al City Bank, supuestos damnificados por este asunto. Las planchas de impresión de los cheques nunca aparecieron.

“Yo no creo en nada, pero creo en todo, porque yo mismo me creo lo que he vivido y lo que estoy viviendo: Yo, un desgraciado, un desertor, un bandido, un anarquista, todo lo que han querido, si tuviese que empezar mi vida, la empezaría igual. Porque estoy recibiendo lo que no puedo creer. ¿Es que no es una riqueza estar rodeado de gente buena? Qué riqueza es cuando voy a los sitios y veo los llenazos. Acaba de salir mi último libro, y aún sin terminar de editarlo todavía, los italianos ya lo han comprado, y ya están traduciendo y haciendo una obra de teatro al mismo tiempo. Me quedo asombrado. Por eso hay que creer en nosotros”, decía Lucio.

Que a tierra te sía lieu compañero.

«Las acacias que planté cuando era un chiquillo, cuando me castigaban porque mi madre no tenía cinco pesetas para pagar la multa, han crecido ya. ¡Y qué buena fresca dan las tardes de verano! Protejamos esas acacias y plantemos más, destruyamos las cárceles y todas las demás maldades y hagamos escuelas, hospitales… Porque creo y seguiré creyendo que este puñetero mundo se puede –y debe– cambiar.

Debemos crear –quien pueda y sepa– pequeñas empresas y pequeñas cooperativas. No hay nada imposible, todo está por hacer. Una puerta de hierro robada en cierto momento me abrió la puerta a imprentas, porque si das recibes. Y esa es también la historia de las artes gráficas. Hace un tiempo di una charla a un grupo de estudiantes y les dije: qué suerte la vuestra, vuestro oficio, qué preciosidad y privilegio el vuestro; podéis hacer buenas lecturas, si sabéis hacerlas; editar periódicos y buenos libros, si sabéis serviros de vuestras herramientas. También podéis hacer bien fabricando los documentos administrativos y dándolos a quienes no los tienen, para que puedan vivir y trabajar. Podéis hacer hasta dinero, como lo hacíamos nosotros -si ellos hacen dinero, ¿por qué no hacerlo nosotros?-. Eso no es ningún crimen, eso es un placer.

Las cosas pequeñas no existen, todo crece y se hace grande: un encuentro, un libro, un ser humano. Y una sola gota de agua desborda entonces el vaso. Recuerdo una de mis últimas expropiaciones. Fue una imprenta offset que pesaba más que una lavadora y tuve que sacarla como pude, de madrugada, de una institución muy vigilada. En la furgoneta me esperaba mi mujer, con la puerta corredera abierta. Le pedí que me acompañara porque ya era la segunda ocasión que un amigo mío me traicionaba al no acudir a la cita. Aun así, nos llevamos aquel artilugio. Qué placer saber que esa máquina pudo seguir imprimiendo periódicos prohibidos y sirviendo a la causa en vez de oxidarse en aquel gran edificio. Esa es nuestra suerte y nuestra lucha. Como el poder haber hecho este libro. En definitiva, somos lo que hacemos y nada nos va a caer del cielo.»

* Epílogo de «El tesoro de Lucio», novela gráfica de Belatz sobre la vida de Lucio, editada por Txalaparta