Marismas, puertos y centros comerciales. La diversidad contra la urbe
Imagen extraída de Life. Anillo verde de la bahía de Santander
La bahía de Santander goza de gran diversidad en especies y entornos naturales. Sin embargo, en un proceso histórico que abarca los últimos siglos parece ser que más de la mitad de su extensión ha sido rellenada con el fin de destinar el espacio fundamentalmente a la creación de zonas industriales y de servicios, como a la ampliación del puerto.
La bahía es promocionada como un bello paraje natural. Iniciativas como “el club de las bahías más bellas del mundo” (marca comercial creada en 1997) así lo demuestran. Sin duda, un buen método para generar una oferta atractiva para la actividad turística, más allá de que la conservación medioambiental sea uno de los supuestos pretextos. Sin embargo, en un proceso paralelo al de “valorizar” este territorio , se encuentra otro que consiste en contribuir a su paulatina degradación con rellenos urbanísticos que merman las raíces de la morfología de este lugar, tan rico en diversidad medio ambiental.
En esta ocasión es la marisma de Raos, enclave situado al oeste de la Bahía y sitiado por la creciente urbanización del territorio entre las instalaciones del aeropuerto, el puerto deportivo, algunas carreteras y el polígono industrial. Parte de lo poco que queda de esta zona, que es lugar de reposo para aves migratorias y hogar de muchas otras especies animales y vegetales, está siendo rellenada por la autoridad portuaria de Santander para ampliar las instalaciones del puerto predestinadas al aparcamiento de automóviles.
Asociaciones como SEO/Birdlife, Fundación Naturaleza y Hombre, Ecologistas en Acción... han presentado sus respectivas quejas, reflejadas en algunos medios periodísticos, con argumentos en defensa del alto valor ecológico de la llamada “charca de Raos”. También La iniciativa “Mesa por los barrios” ha empezado una recogida de firmas.
Más allá de este suceso puntual que está ocurriendo ahora, habría que fijarse en otros lugares aledaños que han sufrido de una manera incisiva las consecuencias de la destrucción del territorio, como la marisma de Alday, entorno cuya parte de su extensión está ocupada por centros comerciales como El Corte Inglés y Valle Real, además de ser espacio elegido para el proyecto “Bahía real” (otro centro comercial), cuyos planes de finalización se proyectan para el último trimestre del 2020.
Tal y como se recoge en “Cantabriaeconómica”, “la marisma a la que nadie daba valor alguno, utilizada como escombrera, se ha convertido en una mina de oro”. Certera manera de expresar un proceso que resulta positivo para aquellos que sólo pueden entender el “valor” como capacidad productiva de capital, pero que resulta una catástrofe cotidiana para quienes sí aprecian las marismas, los ríos, las costas, las montañas, las charcas... como espacios valiosos de por sí.
Todas estas operaciones que van restando poco a poco hectáreas a las zonas no administradas y no urbanizadas responden a la creación de un polígono comercial que supone un precendente en Cantabria. A pesar de que organizaciones como ARCA denuncien que la población de Maliaño tiene más necesidad de espacios descongestionados donde poder desarrollar un ocio más saludable, proponiendo un parque en vez de un área comercial, los intereses puestos en marcha en esta zona del extrarradio santanderino priman sobre cualquier alternativa propuesta. El ayuntamiento de Carmargo, al mismo tiempo que colabora con proyectos de conservación medioambiental, acoge con brazos abiertos a esta macroconstrucción consumista cuyos primeros pasos ya han empezado por medio de Copsesa, y cuyo inicio de edificación se preveé para el próximo mes de Enero.
Las marismas amenazadas por ampliaciones portuarias y centros comerciales. Esta es la estampa actual en estos nombrados enclaves. La transformación urbana y su apisonadora de diversidad en el extrarradio santanderino aparece en forma de muchos proyectos urbanísticos a la espera de materializarse en el futuro. Aunque alternativas, propuestas y soluciones de carácter técnico, elaborado por expertos en materia con sensibilidad y respeto hacia el medio ambiente, pueden lograr concesiones y logros de carácter parcial, creemos que sólo mediante las movilizaciones sociales en oposición a las grandes infraestructuras, cuyos beneficios se alejan de las necesidades más básicas de las personas y sus territorios, podemos poner freno a tanta barbarie civilizada.
Esta es la batalla y, salvo en honrosas excepciones, la estamos perdiendo.