Todo sobre Israel y Palestina

En el presente artículo vamos a tratar de resolver miles de preguntas que a uno le asaltan cada vez que oye las noticias que produce ese punto de tensión que es Oriente Próximo: ¿Cómo se formó el estado de Israel? ¿Quiénes fueron los personajes más fundamentales de este largo conflicto?

Palestina ayer

Palestina es un antiquísimo país, el cual ha sido hollado por las tres religiones mayoritarias del mundo. Desde los israelíes que la consideran la Tierra prometida por Dios, hasta los musulmanes, pasando por los cristianos, que pretenden hallar huellas de Jesucristo en ella.

Palestina ha sido siempre un punto estratégico a lo largo de la historia humana por su localización intermedia entre Asia y África. Se tienen datos que desde el Neolítico (alrededor de 12000 años a. C.) hubo un pueblo que se dedicó a la agricultura. En la Edad de Bronce (hacia el 3000 a. C.), la población aumentó rápidamente. Los descubrimientos arqueológicos demuestran que las grandes ciudades cananeas de la época posterior (Jericó, Megido, Beth-yerah...) ya florecían en aquel tiempo.

Pero la historia de esta región es a la vez una historia de conflictos y dominaciones de unos pueblos sobre otros. Se tienen datos de batallas entre egipcios y palestinos desde el siglo XVII a. C. A la vez y durante muchos siglos, otras etnias fueron asentándose en la región.

A fin de competir con los pueblos rivales que les rodeaban, los israelíes reorganizaron su teocracia en una monarquía. Hacia en 1025 a. C. apareció Saúl, el primer rey israelí, quien se encargaría de los asuntos militares.

Muchos otros pueblos y naciones han dejado su marca sobre Palestina. Para no hacer demasiado engorroso este apartado previo, citaremos que los asirios, persas, babilonios, griegos y romanos han surcado esta tierra hasta la llegada de las cruzadas y la intervención de los países europeos.

Palestina: El origen de los enfrentamientos

El imperio turco, bajo el cual vivían los palestinos, siempre autorizó la inmigración de judíos a la zona. Para 1850 ya abundaban las colonias hebreas en la región. La ascensión de corrientes antisemitas a finales del siglo XIX produjo que los hebreos se plantearan formar un estado israelí en Palestina. Entre estos judíos estacaba el húngaro Theodor Herzel, que en 1897 convocó el I Congreso Sionista, celebrado en Basilea, donde se aprobaron las tesis expuestas en el histórico panfleto Der Judenstaat (El estado judío, 1869) y se promovió la Organización Sionista Mundial. La fuerza de los miles de judíos dispersos por el mundo y la formación de una identidad más definida de su religión hizo que muchos políticos europeos apoyaran no oficialmente sus objetivos antes de estallar la I Guerra Mundial. Durante la guerra, sin embargo, Gran Bretaña se comprometió a tres acuerdos contradictorios con respecto al futuro de Palestina, anticipándose a la disolución del Imperio Otomano que seguiría a la derrota de las Potencias Centrales. El primero, en abril de 1916, era una promesa a los dirigentes árabes de que Gran Bretaña apoyaría la independencia de los árabes que vivían entre Aden y la frontera turca al norte. El segundo fue el acuerdo secreto Sykes-Picot de mayo de 1916, firmado con Francia y encaminado a establecer esferas de influencia francesas e inglesas en las zonas despejadas del Imperio Otomano; Palestina, colocada bajo control internacional, sería administrada por Gran Bretaña. El tercero fue la Declaración de Balfour en noviembre de 1917 que favorecía el establecimiento de una nación judía en Palestina.

Después de la rendición del Imperio Otomano en Palestina ante los británicos, la Sociedad de Naciones otorgó un mandato de Clase A sobre la zona. El mandato incluía las regiones citadas en la Declaración de Balfour. El primer alto comisario inglés para Palestina fue sir Herbert L. Samuel, destacado miembro del Partido Liberal.

Bajo el Mandato británico, los judíos recibieron autonomía sometida a la aprobación del gobierno del Mandato en asuntos como educación, sanidad y hacienda. En 1929 la agencia judía quedó convertida en un organismo cuasigubernamental para colaborar con el gobierno del Mandato en la formación de un estado judío en Palestina. Los árabes, que se negaron a colaborar con cualquier sistema de gobierno basado en la Declaración de Balfour, no recibieron autonomía comunitaria, aunque se les concedió jurisdicción en materia religiosa.

El crecimiento del poder judío y el miedo que esto provocó en los árabes de la zona motivó una serie de motines en 1929. Estas revueltas se repitieron con mayor frecuencia después de la organización del Alto Comité Árabe en 1936, que trataba de evitar que Palestina se convirtiera en nación judía. En 1937 los árabes rechazaron una recomendación británica para la partición de Palestina y en 1939, tanto árabes como judíos rechazaron el Libro Blanco británico que preveía la independencia de Palestina en un plazo de diez años con la inclusión de un estado judío.

Con el estallido de la II Guerra Mundial, el conflicto palestino-israelí se intensificó hasta hacerse insostenible. Aunque se restringió la emigración israelita, los judíos apoyaron a los Aliados por miedo a la Alemania Nazi, mientras que los Aliados prometieron escuchar a los árabes a la hora de decidir el futuro de Palestina a fin de traerse las simpatías de los jefes musulmanes y evitar que apoyaran al Eje.

Grupos terroristas judíos, el Irgun Zvai Leumi y el Stern, se dedicaron a obstruir los intentos de dar vigor a las restricciones de inmigración judía y desencadenaron espectaculares actos de violencia con el fin de traer la atención de los problemas de los refugiados judíos. El ejercito secreto israelí, el Haganah, organizado para proteger a los judíos de palestinos no recurrió al terrorismo. En 1949 Egipto, Irak, Líbano, Arabia Saudita, Siria, Transjordania y el Yemen formaron la Liga Árabe con el fin de oponerse a la inmigración y al establecimiento de una nación judía en Palestina.

La partición de Palestina

Árabes y judíos rechazaron en 1946 varias propuestas para solventar el problema palestino, entre las que figuraba la resolución del Comité Anglo-americano para dividir Palestina en forma de federación árabe-judía. En 1947 Gran Bretaña solicitó que una sesión especial de la Asamblea General abordara el problema. El 31 de agosto de 1947, un comité especial formado por once naciones para estudiar el asunto recomendó que se dividiera Palestina en dos estados separados, uno árabe y otro judío; mientras una zona de 750 km2 en Jerusalén quedaría bajo el mandato de las Naciones Unidas. Los estados árabes no tardaron en anunciar que se opondrían con las armas a esta resolución. El 11 de diciembre de 1947 Gran Bretaña anunció que su mandato finalizaría el 15 de mayo de 1948. Los EE.UU. trataron de que Gran Bretaña prorrogara el plazo indicado y, finalmente, apoyaron la partición. Una sesión de las Naciones Unidas reconsideró el problema sin poder llegar a un acuerdo.

El 14 de mayo de 1948 el Consejo Nacional Judío proclamó la existencia del Estado de Israel dentro de los límites establecidos por las Naciones Unidas. Al día siguiente finalizó el Mandato británico y la Liga Árabe invadió Palestina. Siguieron nueve meses de combates y treguas que los mediadores de las Naciones Unidas, después de que ésta no fuese capaz de solucionar el problema, trataron de parar. En virtud de los acuerdos de armisticio a los que se habían llegado, Egipto se anexionó la franja costera de Gaza y la región de El Auja. Asimismo, el reino hachemita de Jordania, en 1950, se anexionó el territorio ocupado por los árabes en Palestina. Así quedó Palestina, dividida entre Egipto, Jordania e Israel. Pero tras la Guerra de los Seis Días (junio de 1967), toda ella quedó bajo dominio efectivo del estado de Israel.

El estado de Israel

Israel es una democracia que carece de una constitución escrita en el sentido de un texto aprobado de una sola vez. En su lugar, existen una serie de leyes básicas, aprobadas en diferentes años, que han ido recibiendo un carácter constitucional.

El 14 de mayo de 1948, a raíz de la partición de Palestina por al ONU, el Consejo Judío proclamó a Israel estado soberano, con un gobierno provisional encabezado por el Dr. Chaim Weizmann como presidente y David Ben Gurion como primer ministro. Inmediatamente a esta proclamación atacaron los países de Jordania, Líbano, Irak, Arabia Saudita y Egipto; pero el ejercito israelí tuvo una serie consecutiva de victorias que, unidas a la tregua del Consejo de Seguridad (29 de mayo de 1948) y las gestiones de la ONU, facilitaron un armisticio para el 27 de noviembre de 1948, cuando Israel ya controlaba Galilea, parte de Jordania y casi todo el territorio sobre el que reclamaba jurisdicción.

Desde 1948 hasta finales de 1952 llegaron al país más de 700000 inmigrantes, con los que se inició un plan de colonización mediante 350 aldeas fronterizas que trataron de sacar productividad al desierto. El 9 de noviembre de 1952 murió el primer presidente, Weizmann y le sustituyó Itzhak Ben-Zvi. En 1955, Ben Gurion volvió a ocupar el puesto de primer ministro que había abandonado en 1953.

Las hostilidades fronterizas fueron constantes, sobre todo en la zona de Gaza, hasta que Israel ocupó la península del Sinaí (del 27 octubre al 7 de noviembre de 1956), coincidiendo con la ocupación anglo-francesa del Canal de Suez. Una vez replegadas las tropas judías, los incidentes fronterizos continuaron. El 11 de mayo de 1960, agentes israelíes secuestraron en Buenos Aires al antiguo oficial de las SS alemanas, Adolf Eichmann, lo trasladaron a Israel y le acusaron del exterminio de millones de judíos. Eichmann fue ejecutado en 1962.

Las actividades bélicas de las que se ha rodeado este estado artificial ha hecho que Israel evolucione hacia una cierta política económica en la que pesa cada vez más el aparato militar.

En junio y julio de 1964 se produjeron importantes incidentes en la frontera siria, que se sucedieron prácticamente a lo largo de todo el año incluso con la intervención de unidades blindadas y bombardeos con napalm. El 3 de enero de 1965, la organización Al Fatah desencadenó sus primeros ataques. El 12 de noviembre de 1966 y como respuesta a las acciones de los grupos armados palestinos, las tropas israelíes penetraron en Jordania y volaron 125 casas de la ciudad de Samu, acto condenado por las Naciones Unidas. Egipto comenzó un plan de bloqueo del golfo de Aqaba para impedir el acceso al puerto israelí de Elilta. Los países árabes se unieron a Egipto. Por aquellas fechas, Israel comenzó una ofensiva relámpago que ocupó el Sinaí y parte de Jordania, además de penetrar en Siria: Era la Guerra de los Seis Días.

El 21 de mayo de 1968, Golda Meir se encargó de la jefatura del gobierno israelí, rechazando la resolución de la ONU sobre Jerusalén. Se negaba a delimitar con exactitud las que dicha resolución consideraba sus fronteras definitivas. Israel continuó su rearme y creó los nahal, poblados de agricultores-soldado, en las zonas ocupadas para demostrar cuando llegase el momento la existencia de poblaciones judías en esos territorios.

El 10 de abril de 1973, coincidiendo con el 25 aniversario de la fundación del estado de Israel, fue elegido como presidente Efraim Katchalsky (que cambió su apellido por Katzir) en substitución por Zalman Shazar, que ocupaba el cargo desde 1968. El 6 de octubre del mismo año, los países árabes lanzaron una ofensiva en dos frentes: el de Suez (Egipto) y el de Golán (Siria), uniendo la acción militar con una campaña sobre Europa, amenazando con cortar el suministro de petróleo y luego elevando el precio del crudo. Fue la Guerra del Yom Kippur, la primera en la que los árabes consiguieron importantes logros sobre Israel. No obstante, Israel logró mantener el pulso a los países árabes y dar la vuelta a la situación algunas semanas después para sumarse una nueva victoria.

En 1977 el gobierno israelí fue asumido por la coalición Likud, entre los que había grupos de extrema derecha religiosa. Hasta entonces, todos los jefes del gobierno habían sido laboristas. El nuevo jefe del gobierno fue Menahem Begin, líder del Likud y antiguo activista armado en tiempos del Mandato británico.

Para la sorpresa del mundo, el presidente egipcio Sadat, habló ante el Knesset, el Parlamento israelí. Esto fue interpretado como una aceptación tácita del estado judío por parte de su más importante enemigo árabe: Egipto. Las conversaciones en Camp David entre Begin, Sadat y el presidente estadounidense de la fecha, Carter, dieron pie a la firma de un tratado de paz entre ambas naciones, Egipto e Israel. Los antiguos enemigos establecieron relaciones diplomáticas e Israel devolvió los territorios ocupados a Egipto durante la Guerra de los Seis Días. Esto ocurrió entre 1978 y 1982.

Al comenzar 1985 fue desvelada por un periódico independiente israelí, Yediot Aaronot, una operación secreta conocida como Operación Moisés, que pretendía asentar en Israel a los judíos negros de origen etíope. En cuanto a su política en los territorios ocupados, el primer ministro Shimon Peres anunció la intención de acelerar la retirada de sus tropas al sur del Líbano para evitar las continuas pérdidas humanas y económicas. La del Líbano era una guerra que había costado ya 330 millones de dólares. La determinación de los dirigentes soviéticos y norteamericanos de mediar en el conflicto fue tomada con escepticismo por los dirigentes israelíes. Israel siempre se opuso a una conferencia internacional sobre Oriente Próximo con la participación de las partes afectadas más la Unión Soviética. Temían que si la URSS se comprometía a moderar a los sirios y palestinos, Washington les presionase a la vez a ellos. Una vez fueron retiradas las tropas del Líbano, Peres advirtió que si la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) intentaba ocupar de nuevo el sur del Líbano volverían a tomar medidas que calificó de “autodefensa”. Unos días más tarde se confirmaba la decisión norteamericana de conceder a Israel 1800 millones de dólares de ayuda militar para el año fiscal de 1986, con un aumento de 400 millones con respecto al año anterior.

En la política interior, la crisis tantas veces anunciada llegó cuando el primer ministro Shimon Peres destituyó a Ariel Sharon, ministro de Industria y Comercio, en noviembre de 1985, por su permanente oposición pública al plan de paz propuesto por Peres a Jordania y a los palestinos no relacionados con la OLP. Pese a que Sharon pidió públicas disculpas, Peres mantuvo su decisión y exigió al Likud que apoyase el plan de paz o se retirase del gobierno.

Pero la tensión con el mundo árabe no ha terminado. La tensa situación de la zona ha conocido momentos de frágil paz y recrudecimientos de la violencia. Los países árabes han respondido numerosas veces de manera armada a lo que consideran agresiones a su nación, que fue partida hacia mediados del siglo XX. Asimismo, el estado de Israel ha campado con sorprendente inmunidad ejerciendo un abusivo uso de la violencia militar y la represión. Con la llegada del polémico y militarista Sharon, la crisis se ha extendido hasta convertirse en una desigual guerra de piedras contra tanques. Israel ha ampliado sus fronteras a expensas del hundimiento de Palestina. Los palestinos han pasado a convertirse en exiliados en su propia tierra, emulando de alguna manera lo que les ocurrió a los judíos durante el ascenso del nazismo. Y no es esto una frivolidad ni mucho menos: Israel impone su poderío militar, arrasa barrios enteros en busca de líderes de los grupos armados palestinos, usa de escudos humanos a los jóvenes y mujeres palestinas y ejecuta sumariamente a sus oponentes en un buen ejemplo de terrorismo de estado. Los familiares de los suicidas palestinos son sacados de sus casas y enviados a la franja de Gaza, como en campos de concentración. ¿Hay que recordar Sabra y Chatila? No, tenemos ejemplos más cercanos. Quizás Israel esté buscando para sus vecinos una Solución Final.

Antonio J. Dionisio

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