"Niños de la calle, un mundo desconsolado"
El sistema de protección de menores de la Ciudad Autónoma de Melilla ni es una referencia, ni tiene credibilidad alguna entre los menores no acompañados que acceden a España a través de dicha ciudad.
Por ello, decenas de niños se ven abocados a vivir en las calles, exponiéndose a abusos, vejaciones o tramas delictivas.
Son víctimas de una sociedad capitalista y racista que atentan contra ellos.
Niños que arriesgan sus vidas, haciendo lo que ellos denominan “risky”, es decir, intentar colarse de polizones en un barco que los lleve a la península, poder ir al colegio, conseguir documentación para ir creando una vida y un sueño lleno de libertad, como cualquiera de nosotros.
Son niños que huyen del hambre además de otras situaciones de vulnerabilidad. El gobierno español tiene la obligación de garantizar su seguridad, su cuidado, su educación e integración, tal como establece la propia legislación española.
Sin embargo, un 95% de estos niños manifiestan que no quieren estar en los centros de menores de Melilla por la violencia que reciben.
Palizas, aislamiento, intimidación, humillación. Diferentes tipos de torturas a los que se exponen si son expulsados en la frontera.
Se proyecta sobre la población la falsa idea de que estos niños son culpables de la inseguridad ciudadana, pero sólo un 10% de los índices de criminalidad “pueden” provenir de estos niños.
Estas fotografías intentan dignificar, anular el lenguaje tóxico que se utiliza contra ellos y dar rostro a unos pequeños seres humanos con vidas muy duras. Niños que ríen, lloran, juegan y anhelan una vida plena y en libertad.
Las infancias nunca duran pero todo el mundo se merece una.
Antonio Ruiz. Fotoperiodista.