Apoya las bibliotecas autogestionadas de Cantabria.
Las bibliotecas autogestionadas son espacios donde las personas cogen libros y otros formatos de difusión del pensamiento y de la acción, mediante el préstamo. Ninguna biblioteca autogestionada es igual a otra, cada uno tiene sus criterios y sus formas de funcionamiento. Lo importante de esto son los procesos que se dan, o mejor dicho, que pueden darse, detrás de la utilidad. Es decir, grupos de personas encargadas de mantener una biblioteca sin ningún tipo de apoyo más allá que el que posibilita la autoorganización, sin esperar nada de ayuntamientos ni subvenciones. Personas que entran y que salen con libros que dejan y cogen prestados. Libros de los cuáles algunos se podrían encontrar en cualquier biblioteca municipal, pero muchos otros no. Material crítico para reflexionar sobre el mundo en el que vivimos, para buscar maneras alternativas de vivir, para aprender a mejorar en el intento de luchar contra el sistema y/o para desarrollar la crítica al mismo. En ocasiones, teoría para poner en práctica, pero en muchas otras, la práctica valorada en papel.
Así, estos nichos de subversión posibilitan que cualquier persona pueda tener a su alcance no sólo material crítico, sino cultura universal. Sea el material que sea, las editoriales no suelen poner a precios populares, tengan razones comerciales o no, sus ediciones. Por ello, las bibliotecas autogestionadas tienen un potencial muy importante a la hora de posibilitar el acceso a libros que de otra manera, serían inaccesibles por medio de la lógica mercantil a mucha gente que, sea el precio que sea, nunca accedería a comprar.
La historia no oficial, sin necesidad de irnos más lejos, nos cuenta relatos de escuelas populares, ateneos y centros sociales donde las clases explotadas se encontraban, adquirían conciencia política y se organizaban en consecuencia. Hay quienes nos cuentan que no se pueden entender procesos revolucionarios como el de la Catalunya de los años 30 sin este tipo de aspectos, por supuesto, no únicos garantes de que la gente saliese a la calle a luchar por su libertad.
Hoy las cosas han cambiado y para nada la situación es comparable, sin embargo, construir otras realidades hoy más que nunca es tarea pendiente. Pasa por generar espacios de socialización y autoaprendizaje donde el conocimiento se comparta, en contraposición a que éste se convierta en mercancía con derechos de propiedad o status académico.
Por supuesto, el préstamo, es decir, la posibilidad gratuita de conseguir libros para leer sin necesidad de pagar, es algo facilitado e incluso promovido por las instituciones, para ello todas las bibliotecas municipales, de las que seguro muchas de las personas que hacen posible las bibliotecas autogestionadas, sean usuarias. Sin embargo hay cosas que recalcar al respecto.
Ya hemos dicho antes que en el contenido está gran parte de la diferencia. En las bibliotecas al uso podremos encontrar material crítico (generalmente material con una crítica facilmente recuperable por el pensamiento único y el sistema capitalista), igual que en las bibliotecas autogestionadas podremos encontrar mucho material oficial, complaciente e incluso reaccionario, que no por ello menos interesante a la hora de leer.
El trasfondo que hay detrás, las finalidades de las bibliotecas que hacen de fuentes de contrainformación para nada tienen que ver. No se trata de hacer una comparación entre distintos modelos, puesto que ambos persiguen distintos fines con medios muy dispares. Tan absurdo sería pretender hacer una batalla competitiva entre la poca capacidad que tienen en Cantabria y en general, proyectos pequeñitos que, guste o no, sólo llegan a perfiles muy concretos de personas y a un grupo muy reducido de población, con la capacidad ampliamente social de difundir material que tienen las bibliotecas municipales y los medios de comunicación. Sería como comparar Briega con el diario montañés, o alasbarricadas/ la haine, por poner dos ejemplos, con El País o la cadena ser. Es inútil pretender compararse en los mismos términos, puesto que la batalla va por otro lado, no es la cantidad, sino la calidad lo que está en juego.
Una característica que quizás pase más desapercibida a la hora de valorar las bibliotecas autogestionadas es el potencial de trato cercano y personal, así como la ausencia de protocolos legales o requisitos que, aunque a todavía mucha gente le cueste creer, son aspectos que segregan. No hace falta tener dni, ni papeles en regla ni ser un correcto ciudadano para adquirir libros, no hace falta clasificarnos para tener acceso al conocimiento. Eso es simplemente porque allí donde los proyectos institucionales difunden el conocimiento para preservar su existencia, los que tenemos en cuenta aquí, con este cartel de difusión de la contrainformación en Cantabria, son para todo lo contrario. No son para educar y formar a las masas en los valores que hoy imperan, sino para formarnos por nuestra propia cuenta, sin delegar en nada ni en nadie, para generar procesos de autoformación,focos de rebeldía y dejar semillas para quienes están por llegar, sin olvidar a quienes se fueron en el camino y se dejaron la piel por hacer lo mismo que hoy intentamos en el presente, subvertir la realidad que nos ha tocado vivir desde lo más cercano que elegimos habitar.