"De la poesía al psicoanálisis pasando por el teatro como voz del cuerpo"

"De la poesía al psicoanálisis pasando por el teatro como voz del cuerpo"

"El psicoanálisis es crucial porque poseemos un sistema inconsciente".

Para empezar esta entrevista-conversación hemos querido introducir un texto de Julia Llorente porque así empezó nuestro encuentro y porque ayuda a entrar en contexto con las temáticas que se abordan en dicha conversación.

 

EL DESEO EN LOS TIEMPOS DEL NEOLIBERALISMO

Los marcos sociales dirigidos por la imposición mercantil dan píe a la aparición de batallones del consumo, cercenando al ser humano como sujeto, que, como ser histórico singular hacia la plenitud, caerá en el yugo de la demanda.

En este marco, el dolor psíquico se pone en venta, de manera literal, como un desecho, porque alude al ser humano debilitado, detestable para el ideal de completud imaginaria de un Yo rendido a los valores imperativos de nuestra sociedad. Es ahí donde las terapias farmacológicas se imponen, lejos de cuestionar la subjetividad del paciente, y, por el contrario, silenciando sus voces.

Desde el mismo patrón, las terapias cognitivo-conductuales escudriñan hasta la saciedad modelando las conductas, pasando por alto al sujeto como tal.

Otra forma de acometimiento al sufrimiento humano, muy de moda en los comercios expendedores de imágenes sobre salud, sugiere el misticismo oriental como solución, en todas sus vertientes, tendencias alusivas de rechazo al deseo hasta el punto de proponer como objetivo fundamental la paz interior y la búsqueda del Nirvana, sugiriendo un modelo ideal de perfección bajo el precepto de eliminar el deseo, así como cualquier desencadenante del sufrimiento humano. Un ideal asentado en la añoranza del “no ser”.

El deseo es un eje inherente al ser humano. “El campo de existencia del sujeto humano sexuado, por oposición a todo abordaje teórico del ser humano que se atenga a lo biológico, a la conducta o a los sistemas de relación” (Kaufmann).

Apelando a la propuesta diferencial de Lacan: deseo, necesidad y demanda, el sujeto es un ser hablante que se dirige a Otro, surgiendo la demanda, que es demanda de amor. Aquietar el deseo contra la insinuación hacia la muerte del sujeto psíquico.

Encontramos en tus artículos que sin deseo no puede haber amor. En ese sentido, ¿Es el capitalismo un depredador del deseo?

El capitalismo lo privatiza todo, lo engulle todo y anula el deseo. Desear no es sólo desear amor o sentir deseo hacia una persona. Somos seres deseantes. Por ello, todo aquello que anule el deseo, colmando toda demanda, por ejemplo, a través de tapar un dolor emocional con una pastilla, acabamos siendo seres hablantes a quienes se nos niega la palabra. Precisamente, no me acuerdo quien dijo que negar la palabra es el primer código dictatorial.

No sólo negar la palabra sino también la validez y la legitimidad de dicha palabra. Por ejemplo, la palabra psicotizada, que no necesariamente se priva sino se le arrebata el sentido, el valor, la legitimidad de su contenido.

Estamos cada vez más etiquetados de todo. Rechazo cuando se describe a alguien primeramente por ejemplo, por ser homosexual, que por su persona. O por ejemplo, “Mi hija se ha casado con un ingeniero” Es curioso porque cuando en vez de un ingeniero se trata de un albañil la frase cambia y surge “Mi hija se ha casado con un buen muchacho” El lenguaje es brutal.

Por eso creo que el psicoanálisis es necesario. Creo que es importante la técnica de llegar al inconsciente. Más allá de las gafas de Freud y el estereotipo que muchos hacen de él, el psicoanálisis es una demanda de amor. Todo aquello que es innombrable, que diría Lacan.

Del psicoanálisis hay detractores, admiradores e ignorantes sobre el tema, pero yo creo que es como la filosofía, algo innato, una herramienta para poder trabajar y conectar con el inconsciente. Me parece fundamental, a diferencia de otras disciplinas, el coaching o la new age.

La culpabilización sobre la persona propia del coaching, o la esotería de estas ideas tan generalizadas en donde el cosmos decide sobre tí y cuando te espera algo mejor. Son supercherías que están anulando al sujeto. No han inventado nada. Han cogido algunas pinceladas del pasado y las han mezclado con un poco de posmodernidad.

Es una anulación total que brinda la pérdida del deseo.

Entonces lo que dices es que “disciplinas” como las que has puesto de ejemplo, juegan el papel capitalista de anular el deseo...

Efectivamente. Cuando hablamos de capitalismo inmediatamente nos vamos a lo crematístico, a lo económico. Pero el capital es la privatización, es obtención de beneficios, y como tal, privatiza también la palabra del sujeto como ser humano más allá de la capacidad adquisitiva del mismo y de la obtención de ganancias.

La adicción al consumo ha hecho que se haya llegado a unos niveles de privatización del sujeto nunca vistas décadas anteriores. Todo apunta a acallar el síntoma, pero el síntoma es necesario porque sabemos gracias a sus muestras.

Volvemos al etiquetado y la confusión. Si te pones a pensar te das cuenta de que están interpretando los medios para conseguir algo como si esto fuera ya de por sí el fin a conseguir. Aquí vienen los problemas y los malentendidos. Cuando un ser humano no quiere hacer caso a su síntoma, automáticamente se convierte en un esclavo.

La depresión, salvo en ocasiones, es un síntoma. La enfermedad es lo que provoca la depresión. Me gusta más llamarlo malestar. Precisamente, la depresión, la ansiedad etc no son enfermedades sino son síntomas. Es necesario escucharles para poder abordar los malestares que subyacen.

Puedes no tener deseos por varias cuestiones. Una de ellas es que se satisfagan tus demandas. No es necesario desear ya porque todo está satisfecho. Pero también puede ser porque te castren el deseo, no satisfagas tus demandas y te quedes en el medio, no en el fin.

¿Y los feminismos? Nos preguntamos cómo conciliar los paradigmas psicoanalístas con el feminismo. Sabemos que hay muchas ramas en el psicoanálisis al igual que muchos feminismos pero, en general, ¿integras estas cuestiones en tus posicionamientos políticos o los problematizas.¿Encuentras puntos de encuentro o contradicción?

Creo que esta situación que he comentado anteriormente ocurre con el feminismo. El feminismo es un derecho mientras exista la discriminación. No compete sólo a las mujeres. Mi abuelo siempre mantuvo una postura feminista, de carácter intuitivo. Al verse como un fin en sí mismo y no como un medio, una postura, para luchar contra esa discriminación, surgen todas las discrepancias encontradas.

Pongo como ejemplo el feminismo, pero pasa con cantidad de posturas. Creo que la gente estaría mucho más conectada, sin entrar en guerras dialécticas e ideológicas sino se pusiera en el centro los medios como si fueran fines.

Sin compartir los postulados de quienes niegan la violencia de género, prefiero llamarlo violencia sentimental y maltrato de pareja que “violencia de género”. Y digo esto porque creoque este tipo de violencia se da con los vínculos afectivo-sexuales. No se da con todas las mujeres, aunque cualquier mujer, en potencia, puede llegar a ser víctima. Puede ser un hombre encantador con su madre, con su hermana, con su amiga e incluso con su pareja mucho antes de serlo, pero es cuando se establece el vínculo íntimo de pareja cuando se produce la violencia, por eso violencia de género me parece una generalización.

Estamos acostumbrados a pensar que el hombre actúa de esa manera por el dominio y el poder. Yo pienso que es mediante el dominio y el poder, como intentan conseguir aquello que realmente reclaman. Es decir, el dominio es un medio para alcanzar sus fines, muy complejos, por cierto. No para resumirlos en una sola etiqueta. Por lo general, siempre nos preguntamos un “por qué”, pero pocas veces un “para qué”.

Quizás soy más capaz de ver la diferencia entre los medios y los fines a los que apuntas, con temas como la medicalización. Los psicofármacos utilizándose como fines en sí mismos y no como medios que puedan ayudar a paliar, que no acallar, el síntoma.

Exactamente.

No podemos dar hachazos a nuestras vivencias. No podemos renegar del pasado. Una resistencia que suele haber con el psicoanálisis es la negativa a profundizar en el pasado.

Una lógica muy inmediatista y servil al capitalismo, la de negar la memoria y vivir en un presente perpetuo.

Total. El capitalismo tiene como esbirro al neoliberalismo. Dan la cara, se camuflan, pero en todo caso el capital no es una cuestión netamente económica, sino relacional. La gente necesita ser reconocida por encima de otra cosa. Por lo que sea, da igual, pero que le reconozcan. Son asignaturas pendientes que quedan en las personas. Se trata de un “mira mamá estoy aquí, reconóceme” Esto tiene que ver mucho con la castración, con la falta.

Cuando en el terreno del psicoanálisis hablamos de que alguien está en falta, se ve importante estar de este modo pues, mientras se esté en falta, habrá deseo. Los problemas y las catástrofes vienen cuando se produce la falta de la falta. Cuando la falta no está.

¿Cómo casa este análisis de la falta con la cuestión de clase? Es decir, si toda naturaleza delconflicto está en dicha ausencia, qué papel tiene la sociedad de clases aquí. ¿Se puede explicar todo en base a nuestros vínculos familiares y nuestra infancia?

Existe cierta capacidad de represión y olvido de un hecho en concreto, pero el efecto que en tí produjo ese hecho en concreto está ahí. Si tú no hablas, tu cuerpo lo hace. No tiene por qué ser un trauma, sino una evolución. Lo que no podemos ser son los agujeros de otros, ni que alguien nos los tape.

En un principio viene la idealización, después la decepción y la frustración. No tenemos porque estar hablando de personas. El peligro de esto es entrar en el goce de repetición. El hecho de que te resulte más cómodo estar ahí que afrontar la situación. Ocurre que muchas personas se quedan ahí porque les compensa más el goce de repetición que el afrontar la situación.

Ahí es donde hablo del papel de la clase. ¿No estaríamos reproduciendo lo mismo que hemos criticado de otras técnicas si culpabilizamos a la persona de su propia condición?

No es lo mismo que el sujeto no quiera sabiendo lo que le pasa a que desconozca lo que le sucede. Esa es la diferencia. No es lo mismo que tu vayas a una consulta a terapia porque te pasa algo y te digan que debes cambiar tu pensamiento (Fíjate lo grave y terrible que es esto. En el colegio te maltratan pero tú sé positivo, te están maltratando en casa pero tu cámbia de pensamiento) y tienes que pensar en positivo, a la noción de malestar que compensa a alguien. Me compensan las charlas de autoayuda, me compensa la medicación, me compensa etc.

En la psicosis hablamos de otros contextos, pero la palabra sigue siendo fundamental. No soy antimedicación. Entiendo que hay momentos en que sea imprescindible, pero no para toda la vida. Todo dependerá de los procesos. La expresión psicótica puede salir por muchos sitios como la pintura, el arte, la música etc.

La cuestión básica es no poder caer para seguir produciendo y consumiendo. Por eso es tan útil el coaching para este sistema.

¿Qué hay de la poesía en tu vida? Por rescatar un tema que ya has tocado antes.

Escribo poesía desde muy pequeña. La primera poesía que me publicaron fue en el primer año del instituto. Me hizo tanta ilusión... hoy en día me pongo a leer poesías de antes y saco muchas cosas porque en ella fluye mucho el inconsciente. La poesía es muy autobiográfica. Todo escritor siempre plasma algo de autobiografía, pero la poesía es, como hablábamos antes, la crónica del alma, porque te delata si sabes leer entre líneas.

Es el espacio para decir cosas que no te salen de otra manera. Esto ocurre por cuestiones como el papel de la metáfora.

¿Y el teatro?

Desde mi experiencia personal he hecho teatro también desde cría. Nunca he representado nada que no haya escrito, salvo en un par de ocasiones. El teatro no cura pero es terapéutico para esclarecer lo que ocurre. En mi caso, dependiendo de la época de mi vida, he escrito un tipo de teatro. Desde expresión corporal (con lo que empiezo a nivel profesional) hasta el drama.

Ahora llevo años con el humor. Dependiendo del momento te expresas de una forma o de otra. Hace unos días leí una reflexión del psicoanalista y escritor Gustavo Dessal. Dentro de ella dice algo muy interesante: "...escribir es un destino de la pulsión, entonces se trata de algo muy serio, incluso aunque el resultado consiga arrancar la carcajada. La literatura no necesariamente debe ser trágica para reconocer en ella el dolor que le ha dado origen. También lo encontramos en lo cómico, que es una forma disfrazada de lo siniestro". (Dessal, G. "Mi pequeña teoría". Revista Enlaces nº 24. P.13). Recomiendo su último libro "Face to Facebook", de contenido muy interesante, diría de lectura imprescindible en estos tiempos.

He dado talleres de psicodrama y me parecen muy interesantes pero no tanto como asignatura ni título.

Hace mucho tiempo se me ocurrió un método, el psicoanálisis escénico, que, para acortar, lo llamé “psicoescena”. No me limito a aplicar la técnica del psicodrama como tal, sino que entiendo que la persona no solamente tiene que interpretar el papel, sino elegir el propio papel, el de todos sus fantasmas y los fantasmas del otro que le invade. Ese otro nunca interfiere solo. Igualmente el texto de cómo esa persona quiere representar-se, sin guión ni referencia previa. Ni siquiera recurriendo al síntoma como eje de intercambio colectivo. Es un método que también se puede llevar a cabo de forma individual. De esta manera, te vas a dar cuenta de donde está, y con quién está anudado el conflicto. Se pone en escena aquello que le estorba, y los estorbos de ello. Cómo la persona utiliza la palabra para quitarse el tapón de encima, aquello que le impide el deseo.

He dado talleres con personas atravesando procesos de enfermedades somáticas, con personas sin mayores problemas, con personas con patologías graves etc.

Vamos a recrear lo que la persona estime a través de un montaje individual y/o de grupo. El sujeto se sitúa con un papel sin dirección, únicamente con su propia pregunta-respuesta: Palabra y Cuerpo. Es un método sin método. No es lo mismo que actuar como un intérprete que tiene que representar un papel, o un esquema, asignado exteriormente.

Las personas estamos acostumbradas a que nos digan lo que tenemos que hacer. De esta manera, la “psicoescena” da ese lugar al sujeto. Pero no deja de ser una etiqueta y volvemos a las etiquetas. En definitiva, no centrarse sólo en el personaje que representa, el que le está dificultando, sino todos los personajes que lleva implícitos ese otro. Los rastros que deja la estela del malentendido.

El psicoanálisis es una actividad de transferencia, pero también de contratransferencia. El psicoanalista también recibe y puede ponerse en el lugar de. Esto es muy importante y se refleja también en la "Psicoescena".