Entrevista al fotoperiodista Jordi Borras: «Para mi el fotoperiodismo es un trabajo, pero también es una herramienta, así como lo es el periodismo, de transformación social. Y el antifascismo lo intento también aplicar en mi campo de trabajo»
Hablamos en Sare Antifaxista con el fotoperiodista Jordi Borràs. Desde su posición de primera línea analiza la política y el auge de la ultraderecha. Se ha especializado en cuestiones sociales, con un interés especial por los movimientos nacionales y de ultraderecha que actúan tanto en Catalunya como en toda Europa. Ha publicado una decena de libros, el último “Tots els colors del negre” (Ara Llibres, 2022) y está preparando otro sobre la extrema derecha “que me llevará un tiempo”. El julio de 2018 fue agredido a puñetazos en la calle Capellans del barrio Gótico de Barcelona por un hombre que se habría identificado como policía y que habría proferido a gritos "Viva España, viva Franco". Y después se confirmó que el presunto agresor era efectivamente un inspector de la brigada de información de la policía española. A su juicio, “al PSOE en ciertos momentos le ha interesado inflamar irresponsablemente Vox” y concluye que “el emerger de Vox tiene mucho que ver con la ultraespañolización del Congreso de los Diputados durante el referéndum catalán del 2017”. Y, sobre todo, lamenta que no se haya dado marcha atrás a la Ley Mordaza.
En verano de 2018 fuiste agredido a puñetazos por un policía y has sido señalado por la extrema derecha. ¿Ser fotoperiodista es una profesión de riesgo, incluso allí donde nos dicen que la democracia está asentada?
Sí ser fotoperiodista es un oficio de riesgo porque, al fin y al cabo, acostumbras a estar en situaciones donde puede haber una cierta tensión. Puede ocurrir en una manifestación, en un incendio forestal o en un conflicto bélico. Hay distintos tipos de peligros, grados y situaciones. Nuestro trabajo es mostrar los testimonios de los hechos, de lo que pasa. Y tenemos que estar allí donde las cosas pasan. Si hay un terremoto, nuestro trabajo es ir hacia allí, para ver qué ha pasado o qué está pasando. Si hay un incendio forestal, lo mismo; si hay una manifestación conflictiva con cargas policiales y cócteles molotov pues nosotros tenemos que estar allí. Ahora bien, lo que me pasó a mi en verano de 2018 es un poco diferente, en el sentido de que no estaba en situación de riesgo. Estaba saliendo de trabajar y fui a buscar el coche al parking y me encontré un tío que se identificó como policía que resultó ser el inspector de la Brigada de Información de la Policía Nacional y que me partió la cara mientras gritaba ‘Viva Franco’ y ‘Viva España’. Bueno, aquí seguramente hay un plus, una cosa es ser fotoperiodista y entender que hay una parte de riesgo en el oficio, como puede haber en otros como puede ser gruista de carretera, que no me gustaría para nada tener que soportar, pero en este caso hay un plus creo por aquellas personas que tenemos unas convicciones ideológicas y políticas y que no nos escondemos de ellas. Para mi el fotoperiodismo es un trabajo, evidentemente, pero también es una herramienta, así como lo es el periodismo, de transformación social. Y el antifascismo lo intento también aplicar en mi campo de trabajo. Si eres una persona con cierta conciencia político social esto te puede pasar factura. Incluso, allí donde dicen que la democracia está asentada. Está asentada o está medio ausente en el caso del Estado español, porque tenemos innumerables ejemplos desde la presunta Transición donde la democracia tenía el grueso de papel de biblia. Tenemos ejemplos. Bueno, la democracia es un cuento interesante.
¿Por qué la ultraderecha sigue teniendo tanto “poder” para intimidar a la población y, a la vez, comienza a tener fuerza en los parlamentos de los países europeos? Este giro, o por lo menos, este emerger de los partidos ultraderechistas ¿por qué se produce?
Creo que se produce por varios factores en cada país probablemente se produce, o la causa que ha hecho emerger los partidos de la nueva ultraderecha, que desde el punto de vista académico tenemos que llamar de la derecha radical, dividida en dos grandes familias: la derecha radical populista y la derecha radical conservadora. Esta nueva extrema derecha del siglo XXI ha sido capaz de abandonar la reivindicación -la mayor parte de los partidos, evidentemente hay ejemplos de todo tipo-, pero en general han sido capaces de abandonar la retórica que los acercaba a los fascismos de entreguerras del siglo XX. Porque han entendido que a nivel de repercusión electoral, si tu reivindicas una dictadura fascista o un dictador genocida, esto electoralmente te juega en negativo, te resta votos, no suma votos. La nueva extrema derecha practica la autonomía histórica, ‘nosotros no negamos la historia, que es la que es, pero no vamos a reivindicar cierta parte de nuestra historia, pero tampoco la vamos a criticar porque como la historia la han hecho nuestros antepasados nosotros no somos responsables de nuestro legado histórico’, dicen.
Al fin y al cabo es un truco de manos para no tener que meterse en camisa de once varas. Pero la realidad es que ese truco lo que hace, acompañado de otros artilugios, es que la extrema derecha ya no se viste el formato paramilitar al uso del siglo XX, botas militares, formación en escuadras… esa indumentaria que alude a la guerra de forma constante. ¿Cómo se viste? Como un socialdemócrata del montón, con su traje bien planchado, la camisa blanca y ha sabido adaptarse a los cánones estéticos estándar. Eso provoca que si tu diluyes el mensaje, le pones un poco de azúcar, te alejas de los fascismos entre guerras, te vistes como un diputado de cualquier partido, y además utilizas grandes dosis de demagogia y populismo tienes mucho ganado. Tienes una capacidad de atraer a un público que ve tu retórica como una manera distinta de hacer retórica, que muchas es hacer política de la anti política y todos sabemos que la extrema derecha es especialista en hacer soluciones mágicas para problemas muy complicados. Y eso tira mucho de anti-política y de populismo barato, pero en un momento en el que la política nacional tiene un descrédito muy elevado esos partidos crecen de forma muy rápida con esa estrategia. Además juegan al desgaste del bipartidismo tradicional, entre conservadores y progresistas, que es un binomio típico de las democracias liberales, al menos, europeas occidentales. Hay muchos factores, claro. Hay también factores nacionales, internacionales que tienen distintas explicaciones. El emerger de Vox tiene mucho que ver con la ultraespañolización del Congreso de los Diputados durante el referéndum catalán del 2017 que legitimó un aliado de extrema derecha que se podía contar con él y además era socio necesario para mantener la sagrada unidad de España. Es como yo lo veo.
La gran pega es que una parte de la izquierda española ha culpado al independentismo del despertar del fascismo, pero quien ha auspiciado a esa extrema derecha eran, por ejemplo, representantes del PSOE catalán que se manifestaban juntito a Vox durante los meses del referéndum del 2017 y sin pestañear, cuando Vox era un partido extraparlamentario y sin ningún tipo de representatividad. O sea, legitimando la extrema derecha más radicalizada.
Cada uno, cada país tiene su momento y en el Estado español entre el referéndum y el juicio a los presos políticos catalanes donde Vox pudo participar como acusación popular les dio un trampolín mediático que ni pagando se lo hubieran permitido. En cada país hay un momento donde la extrema derecha saca la cabeza.
En este caso es muy significativo que Vox espera la llamada del PP para llegar al Gobierno español en menos de un año. ¿Cómo lo valoras? ¿Por qué pierden fuerza (aunque eso se debe demostrar en las elecciones) los partidos que se proclaman socialdemócratas o de izquierdas?
Efectivamente en el Estado español van a haber elecciones en el mes de diciembre de 2023 y desde hace mucho tiempo que todas las encuestas apuntan a una victoria del PP. Lo que pasa es que ahora el tablero ha cambiado y el PP necesitará un socio, que de hecho es una escisión suya que es Vox.
Ese pacto de Gobierno no es nuevo. Ya existe en Castilla-León. Funciona y funciona, para ellos, bien. Soy de los que opina que Vox va a tocar poder tarde o temprano en España, y eso creo que pasará más pronto que tarde. Aquí hay muchos factores. Al PSOE, en parte y eso no te lo va a reconocer, el espejismo de Vox les va muy bien en el sentido de que al PSOE situarlo en la izquierda es muy aventurado, podemos calificarlo como un partido de centro; si me apuras, de centro izquierda, pero no lo considero un partido de izquierdas. ¿Qué pasa? Que no es lo mismo situarse al lado del PP, un partido conservador y de derechas, pero la distancia política en muchos asuntos entre PP y Vox es nula, no existe. Hay pocos matices. Si a un PSOE se le mete un Vox delante, sí que los matices y contrastes son mucho más visibles.
Por eso te digo que al PSOE en ciertos momentos le ha interesado inflamar irresponsablemente Vox. Un ejemplo es la moción de censura que al PSOE le ha ido como anillo al dedo. Porque tenía delante un ogro. Claro, a Pedro Sánchez se le queda cara de Che Guevara, pero es un señor que, si hay un referéndum otra vez en Catalunya, va a mandar a la policía a repartir hostias, igual que lo hizo Mariano Rajoy, sin pestañear claro, porque aprobó el PP con sus socios el artículo 155 contra la autonomía catalana. O sea, el PSOE ha jugado mal las cartas y la izquierda pierde electorado porque no actúa como tal, como partido de izquierdas. Incluso, Podemos que lleva unos años en el Gobierno y con vicepresidencias de Gobierno de España ha sido incapaz de hacer una cosa tan simple, porque era una promesa electoral clarísima, como tirar para atrás la Ley Mordaza.
Se han hecho un montón de medidas estéticas, pero la política de fondo no se ha tocado a mi parecer. Las energéticas se siguen lucrando a costa de la gente, la ley mordaza sigue vigente, no hay ningún avance en el supuesto diálogo entre Catalunya y el Estado, como súbdito español, que no me gusta, estoy igual de jodido que cuando mandaba Mariano Rajoy. Las cosas son así. De esta manera cuando se ve que la izquierda no hace cambios sustanciales en su bienestar evidentemente pierde electorado, que se puede fugar a la derecha populista, a la derecha conservadora o a la abstención. Porque a nivel del Estado no hay una alternativa de izquierdas potente, como la puede haber en Euskal Herria o en Catalunya.
Las diferentes leyes del Estado español sobre Memoria Histórica no cumplen con los diez preceptos que la ONU fija para lograr “memoria, verdad, justicia y reparación”; Alemania, sin embargo, sí que ha apuntalado ese control y prohibición de apoyo al fascismo. ¿Qué ha pasado y pasa en el Estado español?
Es muy sencillo: Franco murió pero el franquismo pervivió. Alemania en 1945 cuando se termina la guerra y las tropas aliadas entran en el país hay una tutorización de Alemania, dividida en distintos países de influencia: la americana, la británica y la soviética, pero el régimen antiguo desaparece. No sólo desaparece, sino que hay un proceso judicial contra algunos de los máximos responsables, el proceso de Nuremberg, por ejemplo, y se ha ido juzgando gente corresponsable del genocidio, que se cometió hasta 1945. En España los aliados de Hitler ganaron la guerra y cuando murió Franco nunca, hasta el día de hoy, ha habido alguna persona que haya pagado por los crímenes que hizo en 40 años de la dictadura de inspiración fascista más larga del mundo.
Las consecuencias son muchas. Entre ellas que hubiera jueces que firmaban sentencias de muerte durante el franquismo, cuando murió Franco nadie le echó de patitas a la calle. Y el que era policía torturador durante la dictadura siguió ejerciendo de policía y siguió torturando en presunta democracia. No hubo una ‘desfranquización’, así como en Alemania sí que hubo una ‘desnazificación’, mucho más leve de lo que se cree. Allí está penalizado la exhibición de cierta simbología, allí no vas a encontrar monumentos a los caídos o calles en honor a la División Azul, mientras que en España si encuentras sitios, por ejemplo en la capital donde existe una calle de la División Azul, donde un juez ordenó volver a rotular después de cambiar el nombre.
No hubo todo eso, ni ha habido la voluntad en todos estos años de presunta democracia de hacer limpia con le franquismo. No ha existido. No ha habido esa voluntad. Tenemos el país sembrado de monumentos fascistas y si te paseas por la calle con una bandera franquista con el ‘pollo’, aún con la nueva Memoria Histórica no te va a pasar nada. Prueba de ello las últimas manifestaciones que han habido en Madrid con banderas franquistas y falangistas y no ha pasado absolutamente nada. La exhibición pública del franquismo no está castigada en España. Me atrevería a decir que hasta al revés.
La ley mordaza no ha sido derogada como nos decían, se han agravado algunas leyes del Código Penal para evitar concentraciones, etc ¿qué ocurre? ¿El “gobierno más progresista de la historia”, como se autodenomina, ha fracasado y nos vamos a llevar las manos a la cabeza en un futuro próximo? Porque es cierto que, al final, la crisis la pagan las clases menos pudientes mientras la élite económica gana más que nunca, ¿se les protege ante posible estallido social?
Creo que la ‘izquierda plastilina’ que tenemos en el Estado español no ha sido capaz de hacer, de practicar, lo que se llama un partido de izquierdas, una coalición de izquierdas. Tienen miedo a la libertad y están acomplejados con el monstruo de la derecha española. Y lo peor que puede hacer un partido de izquierdas es hacer política de derechas, porque lo que haces es legitimar la derecha y cuando sube la derecha no tienes argumentos, porque tu has hecho lo mismo. Por ejemplo, hablas de la ley mordaza a la que antes ya me he referido, la gestión política de los conflictos con los flujos migratorios en Ceuta y Melilla, gestionados por Pedro Sánchez, no se distinguen para nada a los de cualquier partido de derechas.
Tanto es así que en su momento Salvini, como ministro del interior de la Liga Italiana, la extrema derecha italiana, felicitó a Pedro Sánchez con su gestión de las políticas migratorias. Esto a mi como político de supuesta izquierda me representaría un problema, para ellos, no. Lo que han hecho es apuntalar políticas de derechas y prueba de eso, vaya me gustaría equivocarme, es que vamos a tener muy probablemente un Gobierno del PP con apoyo de Vox, que sea un apoyo externo o desde ministerios. Eso tenemos en la esquina, no sé qué va a pasar en el futuro. Hemos visto cosas que no creeríamos y, por lo tanto, puede pasar cualquier cosa. Porque han pasado cosas muy difíciles de prever en los últimos años, cuando hay tantos giros de guión todo puede pasar.
Por último, ¿trabajas en algún nuevo libro? Nos puedes desvelar sobre qué va , cuando saldrá, etc
Estoy muy a principio de hacer un nuevo libro, pero todavía no puedo desvelar nada porque es un tema bastante delicado. Probablemente, bueno, será sobre el tema de la extrema derecha muy amplia. Irá por ahí. Me va a llevar mucho trabajo, pero me lo pasaré muy bien.