Entrevista a Helen Groome: «Por la soberanía alimentaria, la agroecología, el empleo y el consumo responsable»

Helen Groome es hortelana, madre, geógrafa, asesora del sindicato agrario vasco Ehne y miembro de la plataforma Euskadi Libre de Transgénicos. En esta entrevista analiza como afectan a nuestro territorio la Política Agraria Comunitaria (PAC), los transgénicos, la ordenación territorial, la política forestal...

DIAGONAL CANTABRIA: Para mantener un mundo rural vivo ¿Qué directrices deberían seguir los planes de ordenación territorial o de desarrollo rural y agrario?

 

HELEN GROOME: Una agricultura viva requiere acceso al recurso ’tierra’ para ser sustentable en términos ambientales. Durante años se ha empleado la tierra agraria como suelo para otros usos: polígonos industriales, urbanizaciones, infraestructuras... Dónde más abunda tierra agraria, en la comarca costera de Cantabria por ejemplo, se construyen extensas urbanizaciones. A su vez, las plantaciones forestales cántabras han aumentado de 20.000 a más de 100.000 hectáreas en las últimas décadas, influyendo en zonas de pastoreo. Así, los planes de ordenación tienen dos funciones muy importantes: definir las tierras agrarias de que aún se dispone y protegerlas para evitar futuras pérdidas. Una agricultura viva también requiere gente que se dedique a ella. En Cantabria, de unas 55.000 explotaciones agrarias en 1962 se ha bajado a unas 18.500 a finales de los años 90. Los planes de desarrollo rural y agrícola tienen que volver a dar importancia al empleo en la agricultura.

D.C.: ¿Cómo está afectando a nuestro campo la PAC y qué cambios postulas?

H.G.: La PAC ha generado la intensificación productiva, el abandono y la sustitución productiva en el medio rural. Los impactos han sido generalmente negativos en términos sociales –como pérdida de puestos de trabajo–, ambientales –erosión, pérdida de agrobiodiversidad– y económicos –pérdida de mercados locales–. Reivindicamos una PAC basada en la soberanía alimentaria, una política basada en la agroecología, el empleo y el consumo responsable, y no basada en los objetivos económicos de las grandes explotaciones, intereses exportadores y entidades financieras. Hay que reformar totalmente la PAC.

D.C.: ¿Por qué la gran distribución hunde los precios de la leche? ¿Qué futuro vislumbras?

H.G.: Actualmente unas pocas centrales lecheras e hipermercados controlan la compra de la leche a las explotaciones ganaderas y su posterior venta a la población consumidora. Dos prácticas hunden los precios de la leche: una es hacer competir entre sí a las ganaderías en un contexto de pagos a más de 30 días e importaciones puntuales de leche; y otra es emplear la leche como reclamo en los supermercados. Por esto, hay gente del sector situándose fuera del circuito habitual de compra-venta de la leche para recuperar tanto la venta directa como el valor añadido de los productos lácteos: pasteurizar la leche, hacer y vender yogur o queso. De no lograrse esto, el futuro que se vislumbra es de leches baratas, reconstituidas, importadas de grandes explotaciones intensivas y controladas por entidades financieras.

D.C.: ¿Qué supone la presencia de maíz transgénico en las mieses o los piensos?

H.G.: La presencia legal y no etiquetada de hasta un 0.9% de maíz Modificado Genéticamente (MG) en piensos no transgénicos supone la contaminación legal de éstos. Las ganaderías que quieren garantizar alimentación libre de maíz MG tendrían que analizar todos los lotes de pienso con maíz, algo que supera la capacidad económica de explotaciones individuales. Hay dos opciones: librarse del maíz en la alimentación ganadera –muy difícil– o buscar fuentes certificadas 100% libres de maíz MG, opción actualmente factible.

D.C.: Y la soja transgénica, tan abundante en los piensos... ¿Cómo luchar?

H.G.: Los sindicatos agrarios han luchado en dos sentidos en cuanto a la soja MG en los piensos: Librarnos de la soja MG y, mejor, librarnos de la soja. La soja MG se importa de sitios con cultivo intensivo y antisocial (Argentina, Brasil...) y deliberadamente mezclada en origen con soja no MG. La soja MG agrava un problema de dependencia que ya tienen las explotaciones ganaderas: hace 25 o 30 años casi no se usaba soja. Tras intentos de garantizar importaciones de soja libre de MG, ahora el enfoque del trabajo se centra en librarnos de la soja, en coherencia con la reivindicación de explotaciones ganaderas en base fundamentalmente de hierba. La situación se complica al no exigir la legislación europea un etiquetado de los productos ganaderos en función de su alimentación. No poder diferenciar el producto en el mercado dificulta la asunción, por parte de una explotación ganadera, de los mayores costes de producir sin soja MG (certificación, especulación con el precio de plantas alternativas como el guisante y la haba...).

D.C.: ¿Existen alternativas forestales al pino y el eucalipto que resulten viables?

H.G.: Para alternativas ’viables’ a pinos y eucaliptos dentro de la lógica de la propiedad privada y del capitalismo habría que subvencionar especies de crecimiento medio y largo. El sector forestal (ni siquiera pinos y eucaliptos) no permite circular dinero rápidamente, un requisito del capitalismo. Habría que prohibir las plantaciones forestales en tierras agrarias e influir en técnicas como el subsolado, el monocultivo, la fumigación de pesticidas, etc. La alternativa más lógica dentro del sistema capitalista es la propiedad pública de los terrenos con la internalización de costes y beneficios de especies alternativas.

D.C.: ¿Cómo nos afecta el último tratado comercial con Mercosur?

H.G.: Caso de firmarse tendría un duro impacto directo en la agricultura campesina ya que se trata de una liberalización profunda de los mercados. Principalmente significaría la entrada en Europa de carne y fruta baratas de América Latina. La producción de carne en América Latina la domina la producción industrial, intensiva y con fines de exportación. El Tratado supondría fomentar aún más la producción de agrocombustibles (Argentina y Brasil). Socavaría aún más los intentos de su campesinado de alimentar a sus pueblos y construir la soberanía alimentaria y los intentos de sensibilizar a la población europea, tanto agraria como consumidora, acerca de los impactos reales de la importación barata de alimentos y agrocombustibles para su propia calidad de alimentación y vida y para la de las personas de los países exportadores.

Fuente: Diagonal Cantabria nº20