Entrevista a un activista de NoNameKitchen

ENTREVISTA A UN ACTIVISTA DE NONAMEKITCHEN


Cada día, muchas personas intentan realizar el “Game”, que es como habitualmente denominan las personas que están migrando a sus intentos de cruzar los bordes para llegar a un lugar seguro. En este juego siniestro pueden sufrir la violencia de una política migratoria cruel, racista y, muchas veces, letal.

Activistas de No Name Kitchen están presentando el documental "SHADOW GAME" en distintos espacios de Cantabria, para contar en primera persona la historia de menores no acompañados migrando a través de los Balcanes y otras fronteras europeas. No Name Kitchen es un movimiento de activismo humanitario y político con presencia en zonas fronterizas de los Balcanes y el Mediterráneo, donde miles de personas sufren devoluciones ilegales violentas y otras formas de abuso por parte de las autoridades europeas. Hemos aprovechado este momento para entrevistar a uno de sus coordinadores, Ricardo Fernández, y conocer más sobre su labor a pie de frontera.

 

 

1. Lo primero que queríamos preguntaros es a qué se dedica No Name Kitchen y en qué lugares fronterizos actúa.

Nuestra misión es apoyar a todas las personas en su derecho a moverse libremente y buscar un futuro mejor para sus vidas. Esto lo hacemos a través de dos líneas de acción: una más humanitaria, material, y una parte más política de denuncia, visibilización, con el fin de intentar cambiar el régimen fronterizo y que las personas ejerzan sus derechos a moverse libremente.

Empezamos en 2017 en Las Barracas, una estación de tren abandonada de Belgrado. Desde entonces hemos ido poniendo semillas en diferentes fronteras, siempre moviéndonos en función de los cambios en las rutas migratorias. Hoy en día tenemos equipos en Sid y Subotica, en el norte de Serbia, para cubrir todo el perímetro fronterizo con Serbia, Hungría y Rumanía, pues existen tres rutas en paralelo activas en la zona. En Bosnia Herzegovina trabajamos en Velika Kladusa y Bihac, ambos lugares haciendo frontera con Croacia, probablemente la zona con mayor densidad de devoluciones ilegales y violentas de toda Europa.

Contamos también con un equipo en el oeste de Grecia, en Patras. Mientras la atención mediática se centra en las islas (Chios, Samos y Lesbos) y en ciudades como Atenas y Tesalónica, nosotras estamos en el puerto, donde la gente intenta ir en Ferri hasta Italia a través del Mar Adriático. También hay un equipo en la frontera sur, en Ceuta, para documentar y mostrar los abusos que a diario sufren las personas llegadas a través de la frontera con Marruecos.

Y por último, en esta época del año estamos a punto de empezar en la frontera franco-italiana, en Ventimiglia, y estudiando posibles acciones en la frontera entre Bulgaria y Serbia, y en Rijeka, en el noroeste croata.

 

2. ¿En qué diriais que se diferencia vuestra organización de una ong clásica y/o de gran envergadura?

La principal diferencia está en nuestro nacimiento. Surgimos de la unión entre gente que quería ayudar y gente que necesitaba ayuda. En Belgrado, se encontraban personas voluntarias y personas en tránsito, todas ellas en una situación muy concreta de indignación y de rabia. Obviamente, algunas con más privilegios que otras, pero construyendo unas relaciones de ayuda mutua y convivencia muy especiales. Todas las personas tenían una necesidad báscia: comer. Pues todo el mundo a cocinar, con turnos, con organización, pero de la mano. De algo tan espontáneo e inclusivo como cocinar en comunidad, y sin esa verticalidad que suele tener lo asistencial, nació No Name Kitchen. Este origen nos ha marcado en toda la trayectoria. No repartimos comida poniendo a la gente a hacer colas sino que activistas y personas buscando refugio desarrollamos vínculos de amistad y soluciones diversas. En el caso de la comida una de las cosas que solemos hacer es distribuir cupones a través del teléfono, permitiendo a quienes los reciben ir a supermercados locales, con quienes tenemos buenas alianzas, y que la gente elija lo que necesita, en vez de repartir lo mismo a cada una. A veces un grupo de personas puede recibir comida y una olla para cocinar en su refugio, pero con otro grupo vamos de picnic a un bosque, o nos invitan a cenar en su tienda de campaña. Nuestra pretensión no es alimentar a nadie, sino dar un abrazo, a veces simbólico, transmitiendo la idea de que hay mucha gente dispuesta a recibirles con calor y empatía.

No hacemos el trabajo de grandes organizaciones (Save the Children, UNICEF…) que reparten comida sin que muchas veces importe el nombre y la historia de cada persona. Tampoco recibimos subvenciones públicas de instituciones cómplices con el régimen fronterizo. Así que estamos siempre tiesos, pero con orgullo y coherencia.

3. Para ponernos brevemente en contexto y siendo conscientes de que los puntos fuertes de paso fronterizo van cambiando en función de decisiones institucionales, ¿cuáles serían actualmente los puntos mas flagrantes donde las personas migrantes intentan desplazarse hacia la UE?

Si por flagrantes entendemos donde hay más violencia como tal, las fronteras de Croacia con Bosnia-Herzegovina y Serbi han quedado retratadas como las más duras. No sólo por las devoluciones ilegales, sino por las violencias internas y la criminalización de las personas en tránsito. Es cierto que a medida que la ruta va avanzando hacia Eslovenia o hacia Italia, vamos descubriendo episodios de violencia en sitios donde en principio no te lo puedes esperar. Italia es el ejemplo más claro: siendo un referente para el resto de Europa, lleva años con esa deriva, y ahora con el cambio de gobierno estamos siendo testigos de dramas como el naufragio de Crotone, pero con un nivel de deshumanización total del fenómeno migratorio, donde la búsqueda de un futuro mejor ya no es una posibilidad, y todo lo migratorio se percibe como criminalidad y amenaza.

 

4. El documental que estáis presentando por distintos centros sociales de Cantabria tiene mucho potencial. Uno de los puntos fuertes que encontramos, por ejemplo, es el de que las personas protagonistas son únicamente los chavales que sobreviven en su búsqueda de atravesar las fronteras. Bajo vuestra experiencia personal ¿Cuál es la situación de las mujeres en este contexto de campamentos improvisados, campos de refugiados y zonas fronterizas?

 

La pregunta es importante porque la mayoría de las personas que intentan El Game son hombres, pero hay muchos matices. Por una parte, la mujer es protagonista, precisamente, por no estar; es decir, existe una situación de vulnerabilidad de partida tan fuerte que limita su proceso migratorio. Dicho esto, existen muchas mujeres migrando, aunque solas y sin familia es un porcentaje mínimo.

En las fronteras el concepto de vulnerabilidad se relativiza. Las mujeres, por ejemplo, suelen ser aceptadas en los campos de refugiados con mayor facilidad, reciben más servicios de protección, y el vecindario les acoge de otra manera, además de que existe menos criminalización hacia ellas, y esto siempre nos ha abierto el debate sobre hasta qué punto pueden ser los hombres, menores de edad y no acompañados, quienes se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad. En todo caso, no podemos olvidar que el hecho de que las mujeres deban enfrentarse a los mayores riesgos es justo la razón para que a veces no migren. La vulnerabilidad ya está en la casilla de salida.

Aparte, la violencia interna y la explotación sexual en los procesos migratorios puede ser horrenda. Las fronteras son un microclima donde todo lo feo se potencia al máximo, y donde la supervivencia prima por encima de todo.

El documental está basado en los menores no acompañados y de alguna manera recogen la vulnerabilidad del hombre criminalizado y la desesperación de los chavales, muchas veces víctimas de abusos sexuales, así como la vulnerabilidad de la mujer que sufre explotación sexual.

 

5.¿Qué papel cumplen los campamentos de refugiados financiados por la UE? ¿Forman todos parte de un plan de externalizar fronteras o existen matices?

Existe un business enorme en torno a la securitización de las fronteras. No sólo se trata de los campos oficiales, sino también de los dispositivos de seguridad; vallas, drones, aviones y todo el resto que compone este negocio. Las empresas que se lucran de esto no vienen de la luna, son las mismas de las que hablamos a diario: Ferrovial, ACS, INDRA…

Los campos de refugiados son perniciosos en dos sentidos: por una parte, los recursos que implican son un gasto público gigante comparado con los gastos que generaría dejar a la gente moverse libremente. Por otro lado, y desde un punto de vista más humanista, ¿por qué hay que detener a la gente? Yo, siendo español, puedo cruzar andando desde Ecuador hasta Colombia, de forma irregular, y sin sellar mi pasaporte. Cuando salga de Colombia, por la frontera oficial, pagare una multita y punto. Una falta administrativa, ya está. Sin embargo, en Europa tratamos a la gente como si hubieran robado un banco, cuando en realidad no tener visado es una falta administrativa tipificada en las legislaciones civiles de los países por los que la gente trata de migrar.

Los campos simbolizan como nadie el sistema de control y criminalización: hacinamiento, alimentación deficiente, falta de medidas higiénicas, violencia interna… No Name Kitchen no trabajamos en los campos, aunque se nos ofrecen mil oportunidades para ello, pero lo tenemos clarísimo, no vamos a entrar. Nos convertiría en cómplices de aquello que denunciamos.

Claro que a mucha gente los campos le dan la vida en invierno, por tener acceso a un colchón, un techo y unas paredes. Mucha gente va a los campos por su propio pie. Pero no es justo que la gente deba aceptar unas condiciones de mierda para poder tener techo. El ejemplo claro fue durante la pandemia: mientras estábamos confinados en casa, en los campos todo el mundo sobrevivía hacinado; y no hablo solo de Bosnia o Serbia, también de Ceuta y Melilla en el estado español.

 

6.¿Cuáles son las condiciones comunes que denuncian las personas allí retenidas y que herramientas de denuncia se suelen utilizar por ellas mismas?

La huelga realizada por los habitantes del campamento de refugiados de Principovac – a finales de 2022- rompió un falso equilibrio que existía entre la violencia y el silencio hacia esta violencia.

Dentro de los campos es complicado, las personas a veces tienen miedo a hablar por las posibles represalias. Quienes controlan los campos son militares, servicios policiales de extranjería (SFA, en Bosnia, o Komisariat en Serbia) que son estructuras muy rígidas y violentas. En algunos campos hay huelgas de hambre, pero con un impacto no muy grande. Quizás no es muy llamativo, no sé. Cuando hubo un incendio en Moria (Lesbos) en el verano del 2020 o en Lipa (Bosnia) en Diciembre de ese mismo año, todas las cámaras estaban ahí. Lo mediático necesita esa parte morbosa que conlleva un incendio con muertos, con supervivientes, gente durmiendo al raso etc pero mientras no ocurran esos dramas, gran parte de la sociedad europea sigue viendo los campos como una solución. No existe una reflexión crítica sobre por qué la gente debe estar encerrada por no haber sellado su pasaporte al entrar en un país. Selláselo, ponle una multa y deja que se vaya a otro lado, pero no le metas en un campo, ¿no?

Dicho esto, y respondiendo a tu pregunta, tras mucha divagación, hay que destacar el papel de algunas tecnologías: Instagram, TikTok, están siendo toda una revolución para la gente y su capacidad de denunciar, ya que en cualquier momento cogen el teléfono, graban la situación y pasan la información. La peña lo usa a tope, y es maravillo verlo. Luego, claro, hay que saber sistematizar esos mensajes y convertirlos en un objetivo político, bien para concienciar a la sociedad civil, bien para llegar a las instituciones como la Comisión y el Parlamento Europeos. Es complicado, requiere acumular experiencias, procesarlas bien y recabar muchos apoyos, pero bueno, ya se van sembrando semillas. La tecnología está facilitando que las personas en movimiento hablen por si mismas, sin la necesidad de que activistas y/o periodistas hablemos por ellas.

7.¿Migrantes económicos o refugiadas políticas? ¿No es esta una distinción algo errónea, peligrosa o interesada para las políticas fronterizas si se asume a la hora de brindar apoyo en condiciones adversas?

La distinción es maliciosa. Un migrante económico se está moviendo por razones políticas. La pobreza, el cambio climático, la corrupción, la discriminación, la violencia callejera, todo son cuestiones con una parte política en su origen y desarrollo, por lo que separar lo económico de lo político con un bisturí es imposible. Irte de tu lugar contra tu voluntad, sea por pobreza o por guerra, te hace exiliado político. Con esto no digo que se otorguen asilos políticos a todo el mundo, sino que se abran las puertas a quienes quieren migrar de forma regular por motivos económicos.

La pena es ver como el egoísmo y el miedo nos repiten que las personas que no huyen de ninguna guerra no pueden ser refugiadas. Por ejemplo, en Marruecos, vas a la cárcel por ser homosexual, y estás en la ruina si no tienes buenos contactos o familiares que te den trabajo, pero aún así, como no hay bombardeos, un marroquí no es refugiado. Y por supuesto, ya se puede olvidar un chaval de Tetuán de ir al consulado español en Rabat para pedir un visado para venir y buscar trabajo.

8. ¿Qué aprendizajes como personas activistas os ha dado vuestra implicación en el apoyo a las personas que intentan cruzar la frontera?

Suena a cliché, y es algo ñoño, pero para mí, ver la resiliencia de tantas heroínas y tantos héroes es increíble. Cuando te dedicas a lo humanitario siempre hay personas en tu entorno que te ven como alguien que hace algo admirable o heroíco, pero para nada. Al estar en la frontera todo te hace sentirte pequeño, por tu pasaporte, por tus privilegios, y por observar la perseverancia, la fe y el tesón de quienes llevan años migrando, esperando tras haber estado en la cárcel, tras haber perdido personas cercanas, durmiendo al raso, con fríos, con hambre, con hostias de todos los colores, y sin embargo, de repente, ahí estamos, echándonos unas risas de igual a igual, cuando yo no sé si hubiera aguantado nada de lo que la otra persona ha vivido. Es flipante ver como la mayoría de las personas sobreviven sin acumular rabia ni odio hacia un mundo que les repudia. Ves a personas asumiendo su pasado y construyendo su destino y piensas en cuánto pueden aportar a nuestra sociedad. Más allá de la frase hecha de que la diversidad enriquece, cuando pones nombre y apellidos a cada historia, en el mano a mano, le das otro sentido. Escuchas historias de personas lidiando con un oso de tres metros en la jungla croata, descansando en medio de la nada a menos 15 grados, y piensas que ese hombre tendría que ser catedrático de algo, no sé, del vivir.

Ese es mi mayor aprendizaje, aprender a sentirme chiquito en la vida.

9. En estos años que No Name Kitchen lleva en activo, es posible generar vínculos a largo plazo entre personas voluntarias y guardar contacto con personas que logran seguir su camino, o existe un flujo constante de activistas que vienen y van? ¿De qué manera valoráis esto para dicha labor de ser apoyo en las fronteras?

Las relaciones de amistad, desde la más superficial hasta la más profunda, son increíbles. Hay noviazgos, hay bodas, es un no parar. Todo el mundo que pasa por No Name Kitchen se lleva amistades con personas en tránsito, por mucho que a veces sea difícil lidiar con los choques culturales, y que el espacio-tiempo no suela coincidir. Mira, como ejemplo, tenemos un chat con todas las personas del movimiento, unas mil, y todos los días llegan mensajes del tipo: «Tengo un amigo que ha llegado a Marsella ¿Alguien puede acogerle?» «Oye, alguien necesita asistencia legal en Dublin.» «Dos amigos afganos acaban de llegar a Trieste. Alguien por ahí

Son amistades que pones muy en valor. Saber convertir esa verticalidad que te dan los privilegios en algo más horizontal por ambas partes es un proceso precioso. Yo he estado durante muchos años trabajando en otro tipo de organización, como Médicos del mundo, Save the Children, etc., y esas amistades se conseguían con los compañeros de trabajo locales, pero no con quienes sufren.

Tengo un mensaje grabado de una persona paquistaní que, mientras se tomaban un café, le dijo a una compañera: «La Kitchen es especial porque vosotros os convertís en nuestros amigos».

 

10. Para terminar, ¿Cuáles son vuestros deseos y anhelos a corto plazo con la actividad de vuestra organización, qué podemos hacer las personas para apoyaros o participar?

Un deseo grande: dejar de existir. Lo ideal sería no tener nada que denunciar. Nadie necesitando una mano en las fronteras. Pero bueno, hay que ser realistas, y de momento, aspiramos a generar una mayor capacidad para movernos rápido de un borde a otro cuando la gente cambia de ruta. Logísticamente es muy complicado, necesitas tener materiales, almacenes, y hay que recordar que no dependemos de ayudas públicas, y eso representa un reto enorme porque dependemos de crowdfundings e iniciativas pequeñas de fundaciones y colectivos. Por ejemplo, ahora hay cientos de personas llegando Rijeka, este puerto de Croacia que comenté anteriormente, y velozmente debemos garantizar la presencia del equipo allí. Esa capacidad de reacción que pueden tener otras organizaciones como Médicos sin Fronteras, que probablemente sean los mejores en eso, es complicada de gestionar cuando hablamos de un movimiento de base como el nuestro. Sin embargo, estamos en ello y seguro que vamos a lograrlo. Tenemos nuestra parte anarca y happyflower, y nuestra parte técnica y profesional, y eso lo hace todo más resistente. No es fácil detenernos

Para participar, toda donación es bienvenida, aunque no somos mucho de pedir dinero, sino más bien de explicar la situación que hay y luego que cada cual decida. También invitamos a quienes leen la Briega a hacer un voluntariado en frontera junto a nosotras, y luego está la colaboración virtual o en eventos para compartir información y concienciar. Por mucho que la Kitchen vaya al Parlamento Europeo, si la gente no empatiza y no exige a sus representantes políticos que cambien, no podemos esperar grandes cambios. La justicia empieza en la calle.

Para saber más sobre NoNameKitchen puedes entrar aquí