Calumnia, que algo queda... Entrevista a Jordi Maíz

Para que te hagas cargo del tipo de entrevista, ¿sigue siendo válido aquello de divulgar para formar individualidades, arrancar ceros al montón para convertirlos en unidades?

Sinceramente, yo no soy de arrancar ni de convertir nada en unidades. Hace años que vengo trabajando o dedicando parte de mi tiempo existencial a la maquetación, corrección, edición y distribución de material sensible de difundir los movimientos y prácticas antiautoritarias en cualquiera de sus vertientes. No tengo intención de formar a nadie, pues ni soy ejemplo, ni estoy en condiciones más que de tratar de deconstruir mi propio ser, que no es poco.

Cuéntanos qué es Calúmnia y cómo nace el proyecto.

Calumnia es un proyecto autogestionado de difusión de textos, debates, jornadas o materiales que de una forma u otra nos ayuden a escapar, aunque sea momentáneamente, del capitalismo y del individualismo salvaje en el que nos encontramos sumergidos, o quizás ahogados.

El proyecto, en cierta medida, es continuador de otras iniciativas en las que me he visto involucrado. Desde mis años juveniles, de aquello que se llama enseñanza obligatoria y post-obligatoria, vengo participando de la autoedición de poemarios, fanzines y folletos de la órbita de lo que se llamó DIY (hazlo tú misma). Vamos, que andaba de aquí para allá entre fotocopias y grapadoras con las que ocupar aquello que se llamaba tiempo libre. Lo que en un principio era un escape, pronto se convirtió en una necesidad.

Pero ya ha llovido mucho desde entonces, ¿no crees?

Así es. Pasé muchos años entre grapas, y aún lo hago. Con el tiempo, he aprendido que las necesidades mías de elaborar estos materiales eran compartidas por otras compas y de ahí surgieron proyectos de edición menos fanzineros como Insomnus (tristemente suicidado) o el grupo de estudios libertarios Els Oblidats. Ahora que lo pienso, Calumnia quizás sea una simbiosis entre esos anteriores proyectos. Y nace de la necesidad de compartir textos entre amigas y amigos con ciertas afinidades políticas, de la necesidad de vaciar nuestros cajones llenos de borradores, artículos inconclusos y otras reflexiones o de la necesidad de sacar de la cabeza cosas que nos ocupan demasiado espacio.

Más tarde se han unido – y también otras se han separado – a nuestro interés por la edición y la distribución de materiales viejos amigos y nuevas personas que nos han permitido crecer o simplemente ampliar nuestro radio de acción.

¿Qué objetivos os propusisteis?

No teníamos un proyecto a largo plazo ni objetivos muy concretos debidamente discutidos. Pero si me lo preguntas, nuestros objetivos son sencillos: compartir literatura antiautoritaria y potenciar encuentros de carácter libertario en cualquier ámbito. Quizás, parafraseando a Vidal de la Blache, las características geográficas propias del mundo editorial y librero en el que nos movemos (Mallorca) han sido determinantes para que nosotras mismas creáramos esos espacios y herramientas de confluencia.

Vuestra forma de funcionar concuerda con lo que planteáis en vuestras publicaciones…

No lo sé, eso quizás deberían decirlo los que nos observan.

Nosotros hace un tiempo que os observamos.

Bien. Nosotras no queremos ni tenemos necesidad de tirarnos flores ni de ser ejemplo de nada. Hacemos lo que podemos y como podemos. Algunas estarán de acuerdo y otras no. Lo aceptamos. Para bien o para mal, este camino lo hemos decidido nosotras mismas, y ya veremos hasta dónde nos lleva.

Explícanos, pues, cómo os organizáis; vuestra financiación, distribución, etc.

En Calumnia, hace tiempo que nos planteamos que no queríamos hacer negocio de todo esto, que lo hacíamos por placer y que cuando éste desapareciera lo dejaríamos. Fue así como tres amigas decidimos dar el impulso para mejorar nuestra estructura colaborativa. El impulso fue casi una tortura, meses de papeles y consultas para buscar una fórmula en la que estuviéramos a gusto. No queríamos torturar a nadie con eternas asambleas ni con discusiones sobre la transcendencia del mundo editorial, así que nos planteamos cuatro cosas básicas y las tiramos hacia adelante. De este modo, por ejemplo, decidimos no aceptar ningún tipo de subvención para sostener el proyecto; que el precio de los libros lo decidiríamos nosotras; que la edición, distribución y el trato con las autoras también sería gestionada por nosotras mismas; y otras tantas cosas con las que no quiero aburrir a nadie.

Vale, entendido, pero lo que hacéis hay que financiarlo de alguna manera.

Evidentemente, tampoco nos queríamos engañar: esto suponía asumir unos gastos económicos y organizar una infraestructura que debíamos consolidar. Así que pensamos que la mejor forma, nuestra mejor forma, era contar con amigas y grupos comunes para establecer una red de suscriptoras que a cambio de una cuota anual recibieran todas nuestras publicaciones. Los que dan apoyo al proyecto, además, tienen prioridad para publicar textos, ya que ellos también deben ser partícipes del proceso, y les pedimos ayuda en las correcciones, ilustraciones, textos y alguna otra cosilla. En el colectivo hemos aprendido a revisar, a maquetar, a distribuir, a pedir, a dar y a equivocarnos en muchas ocasiones. Quizás mucha gente no sabe que un número importante de nuestros libros, y no me refiero a los míos personalmente, han sido maquetados por sus propios autores; algunos se han descargado sus programas; hemos compartido fuentes y hemos aprendido juntas cómo montar, de principio a fin, el libro. Un proceso estresante pero muy recomendable.

¿Y se puede “salir del gueto” tal y como está organizado el mundillo editorial?

¿Salir del gueto? No lo sé; parece que nos hemos acostumbrado a él. Todo depende de los objetivos y de los medios que considere cada uno. Hay editoriales del mundillo libertario muy respetables que creo que han salido de ese micromundo y se han desarrollado con fuerza. Ahora bien, que eso haya ayudado a que más personas se interesen por las ideologías o proyectos que pudiera haber detrás de esos textos es otra cuestión. Por otra parte, que esa situación facilite que algunos puedan vivir de su propio trabajo, en el sector del libro, sin tener que depender de las estructuras empresariales ajenas, también me parece una opción muy respetable.

Nosotros no nos dedicamos a esto profesionalmente. En mi caso, trabajo desde hace dieciséis años de profesor, un oficio en que lo paso muy bien y, además, me permite vivir – en un sentido económico –. Por suerte, no he abandonado mi interés por los libros, al contrario. En alguna etapa de mi vida he trabajado en el mundo editorial profesional, en el de la distribución y en el sector librero, y la verdad, hay de todo: desde los que sobreviven como pueden, hasta los que se han profesionalizado mediante la subvención pública como modus vivendi. Por lo que he visto es un gremio en constante transformación. Yo hace al menos veinte años que me muevo en él y también veo como se repiten las mismas dinámicas aquí y allá. Si me lo permitís, si alguien pretende hacerse rico con libros, quizás es mejor que se dedique al menudeo con droga o a otra actividad que le reportará mejores ingresos, pero como dirían – si me lo permites – Faemino y Cansado, “mejor esto que estar por ahí delinquiendo”. Si fuera para ganar dinero nos dedicaríamos a editar otras cosas, pero como no queremos otras cosas aquí nos encontramos.

No parece nada sencillo, pues, sobrevivir en ese mundo.

No lo es, aunque no quiero simplificar. Por ejemplo, algunos utilizan fórmulas mixtas que van desde la participación de los circuitos comerciales hasta las ferias y encuentros del libro anarquista. En el sector editorial, como en otros, la balanza está en manos de unos pocos; pero no es menos cierto que la situación actual ha permitido que surjan y también se hagan un nombre editoriales desde el antiautoritarismo que vislumbren una situación muy diferente. Nosotras, por ejemplo, preferimos no entrar en según qué canales de distribución – asumiendo que son un altavoz muy potente – a cambio de seguir controlando todo el proceso. No queremos editar 1.000 libros para sentirnos en la obligación de venderlos y engañar a la gente. Nuestras tiradas, de 200-250 ejemplares, nos permiten tener unos pocos puntos de distribución amigos y la venta directa a través de nuestra web, con la que aseguramos no convertir nuestras casas en verdaderos depósitos de libros.

¿Qué criterios de publicación tenéis?

Nuestros criterios de publicación no son un dogma epigráfico ni las Tablas de la Ley; pretendemos que sean acordes con nuestra forma de pensar y actuar en nuestro día a día. Tratamos de publicar textos de temáticas próximas al movimiento libertario y que, con ello, sirvan para recuperar historias que, de otra forma, quizás quedarían en uno de tanto archivos que conservamos en nuestros ordenadores. Normalmente nos dedicamos, nosotras mismas, a pedir originales y temáticas a aquellas personas que sabemos que nos pueden aportar alguna historia que nos interesa. Cuando nos llega un original analizamos el trasfondo del texto y la viabilidad de su publicación. No tenemos ningún tipo de contrato con las autoras, aunque sí les mandamos un compromiso, que está disponible en nuestra web, donde les informamos de nuestros medios, principios y de que, si está de acuerdo, encantadas nos ponemos en marcha. En el catálogo hay autoras que están muy consolidadas en otras editoriales y otras que publican por primera vez, pero cuidamos siempre que el trato hacia ellas sea el mismo. Otro aspecto que ya he comentado, pero que me gustaría recordar, es que las suscriptoras de Calumnia tienen prioridad a la hora de publicar textos.

¿Y cómo estructuráis las distintas temáticas?

Desde un principio, hemos pretendido fomentar dos ejes que pensamos nos acompañan. Por un lado, uno de los pilares de Calumnia es la publicación de poesía, en castellano o en catalán, incluso en esperanto; y por otro, el otro pilar que sustenta la mayor parte de nuestra publicaciones, es el ensayo histórico sobre el anarquismo. Entre ambos, tenemos ya unos 50 títulos en distribución. No puedo más que agradecer la paciencia y los materiales que nos facilitan las que publican con nosotras, pues cuando recibimos esos textos aún tenemos ese chispazo que nos dice: “¡Hostia! Hay que publicar esto, que mola mucho”. Y esta ilusión no la queremos perder.

Por lo que te hemos oído decir, 2018 ha sido una auténtica locura: más de veinte títulos publicados. ¿Cómo afronta Calúmnia el próximo año?

En 2017 ya nos auto exigimos mucho. Recuerdo el trabajo que nos llevó sacar adelante un libro como Anselmo Lorenzo. En el alba del anarquismo; apenas podíamos asumir económicamente el proyecto, pero menos aún que quedara en el olvido el currazo que había detrás por parte de cada una de las autoras. Pienso que valió la pena, al menos para mí.

 

Este año ha sido una locura, no te lo voy a negar. A lo largo de 2018 publicaremos un total de 21 libros o libelos. Hemos impreso unos 4.500 ejemplares y hemos distribuido entre nuestras suscriptoras unos 800 libros. También, y esa parte es la que queremos seguir cuidando, tanto las cuotas como las ventas han permitido que podamos colocar unos 120 libros en bibliotecas sociales, ateneos, presos o personas en situación económica desfavorable. Cada vez que editamos un libro tratamos de plantar ejemplares en algunos espacios afines y que ello no les suponga coste alguno. Por ahora lo estamos consiguiendo.

Tanto el ritmo como los costes económicos son insostenibles. En algún momento hemos intentado solventar la falta de ingresos procedentes de las ventas con la edición en formato fanzine de algunos textos, pero eso al final nos ha generado más falta de tiempo aún. Por eso, en noviembre, hemos iniciado una campaña de suscriptores para incorporar más gente al proyecto y que, así, permitan mantener un ritmo de edición más o menos constante. En realidad, con las suscriptoras debería ser suficiente, pero siempre es un escollo no fácil de solventar. Si alguna se anima que contacte por correo con nosotras, el proceso es muy sencillo y pensamos que reconfortante para la suscriptora y para nosotras.

Para este próximo año tenemos algunas obras ya en mente. Seguro que aparecen nuevas. Pero puedo avanzar que antes de final de año saldrá un texto polémico, como casi todo lo que nos gusta, que se llama Consideraciones generales sobre la Violencia, de Ángel Pestaña, y que para principios de año tendremos un libro de Josep Pimentel que se titulará Refugiados, en el que se recogen testimonios inéditos sobre el exilio de 1939. Para antes de verano, también, tenemos nuestra cita anual con la revista Humanitat Nova, de la que ya tenemos los primeros textos y que promete consolidarse; y un nuevo número de la revista de poesía La Tormenta, un proyecto conjunto con nuestras hermanas de Piedra Papel Libro, un proyecto imprescindible y recomendable para todas vosotras. Pero vamos, hay otras tantas cosas que ahora no quiero adelantar, y que espero las podáis seguir desde aquí.

Lo que hacemos se hace por placer, así que para el 2019, además de lo anterior, haremos lo que podamos. Esta idea nos gusta mucho. Imagina, tenemos unas 50 suscriptoras que pagan una cuota anual fija, que en 2019 será de 30 euros, y que no saben si recibirán 1 libro o 15 a cambio. ¡Mira que somos suicidas! Por cierto, para evitar malentendidos: las personas del equipo y yo, evidentemente, somos también suscriptoras y pagamos nuestras cuotas – iba a decir religiosamente, pero creo que no es necesario —.

Revélanos algún debate interior de los que os hayan surgido estos años, sea práctico o más bien teórico.

Debate… Creo que tenemos debates casi cada día con lo que hacemos. Mira, en el ámbito práctico se nos han planteado muchas cuestiones sobre si debíamos o no vender libro en tal sitio o en este otro. También sobre si teníamos que implicar más a las autoras en su proceso de creación. Los debates son constantes. Por ejemplo, ahora – bueno, hace unos meses – nos hemos propuesto ayudar a varios colectivos próximos en lo ideológico de forma económica. La fórmula que finalmente hemos consensuado ha sido la de enviarles libros y que ellos gestionen su venta y su posible retorno económico. Sabemos que si les mandamos dinero igual nos quedamos sin imprimir, así que la decisión fue ésa. Quizás más adelante sea otra; ya te he dicho que estamos en debate y contradicción constante.

Pues seguimos, Jordi. Que no decaiga.

Muchas gracias por el interés y enhorabuena por todo el currazo que estáis haciendo. Ya sabéis que algunas colaboradoras de Ser Histórico tienden a tener sinergias con nosotras y eso es una oportunidad que no queremos dejar pasar. Besos, salud y a seguir.