Comunicado en la movilización contra la Otan en Santander

Esta semana se celebra en la ciudad de Madrid una nueva cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una organización dedicada a la defensa militar de sus aliados y creada en 1949 bajo el contexto de la llamada «guerra fría», con el pretexto de defenderse frente a la posibilidad de una agresión soviética.

A pesar de que ese contexto ha cambiado por completo esta organización sigue existiendo y los países miembros como España aparecen acompañando misiones militares, que la mayor parte de las veces ni siquiera cumplen con la legalidad internacional.

El creciente interés de la OTAN para presentarse como una organización diplomática no debe hacernos olvidar que ya tenemos organismos plurinacionales dedicados a ello, y que sigue siendo una organización dedicada a la defensa militar de los estados miembros.

Es importante recordar su historia para observar que todas sus intervenciones han sido acciones de agresión contra otros estados, nunca de defensa. Sus primeras intervenciones militares se dieron tras la caída del bloque comunista, aunque supuestamente la defensa frente a la amenaza del comunismo era su razón de existir.

La OTAN se convierte así, hasta hoy en día, en la herramienta empleada por el imperialismo estadounidense para imponer su voluntad en el mundo. También elimina o amenaza a aquellos gobiernos incómodos para sus intereses económicos. En reuniones como la de esta semana se deciden estrategias y ataques sin preguntar jamás a la sociedad civil.

En 1999 la OTAN bombardeó Yugoslavia, castigando especialmente Belgrado y atacando a la población civil. Los intensos bombardeos destruyeron toda la infraestructura del país y dejaron miles de muertos. En 2001 la Alianza participó en la invasión de Afganistán, con la
oposición de gran parte de la comunidad internacional. En 2003 colaboró con la invasión de Irak entrenando tropas de las fuerzas iraquíes. En 2011 colaboró en el derribo del gobierno de Libia, dando comienzo a una larga guerra civil en el país y provocando una situación
desastrosa, causa de las violaciones de derechos humanos que sufren las personas migrantes que transitan por este país.

La OTAN ha colaborado con el terrorismo de estado en la llamada “Operación Gladio” donde, junto a la CIA y organizaciones inteligencia europeas, crearon ejércitos secretos. Está comprobado que parte de estos fueron utilizados por paramilitares para realizar ataques terroristas en suelo europeo.

En este momento nos intentan convencer de que su intervención en Ucrania podría hacer salvar la situación, cuando buena parte de las causas profundas de la misma no están solo en la política agresiva de Putin, sino también en la expansión de esta institución y la inseguridad
que genera en el mundo renunciando a la multilateralidad. Esta no es, por tanto, una historia de la que poder sentirse orgullosas, no es una historia de verdadera defensa, seguridad o democracia. La verdadera seguridad de los pueblos se consigue con la seguridad
alimentaria, la justicia social, la participación o la sostenibilidad ambiental.

De lo único que hoy en día podemos estar seguras es de que si seguimos siendo parte de la OTAN nos involucraremos en guerras en las que no tenemos nada que ver, suponiendo un enorme gasto anual.

Un gasto que es oficialmente de unos 150 millones de euros (a los que habría que sumarles los 30 millones dedicados a la cumbre de estos días), que se restará siempre a otras partidas más necesarias (acercándonos cada vez más peligrosamente a los 12 mil millones de
gasto militar total anual). A estos gastos de la OTAN se suman los 507 millones gastados el año pasado en las seis misiones en el extranjero en las que participa España.

(Policía Aérea Reforzada en el Báltico –BAP- (130 efectivos y un coste en 2021 de 83.287 euros); apoyo a Turquía (149 efectivos y 36.232 euros); apoyo a Irak –NMI- (120 efectivos y 107.000 euros); Sea Guardian -Fragata Reina Sofía- (200 efectivos y 34.095 euros); presencia avanzada reforzada en Letonia (350 efectivos y 85.267 euros), y los Grupos Navales Permanentes de la OTAN (468 efectivos y 161.247 euros en 2021).

Además, desde hace años, nuestro territorio está siendo empleado como punto estratégico desde el cual lanzar ataques contra diferentes países africanos; lo que se une a una estrategia europea cada vez más centrada en el cierre de fronteras, cuyas consecuencias hemos visto trágicamente plasmadas en Melilla la semana pasada. El alineamiento
con Marruecos, dejando abandonado al pueblo saharahui, también parece parte del “peaje” a pagar por ser socios de tan “prestigiosa” institución.

En el territorio español hay tres bases de la OTAN y Cantabria, en concreto Santander, es un punto clave para la venta de armas a nivel internacional, con frecuentes sospechas de utilizarse en guerras como la de Arabia Saudí en Yemen, curiosamente un aliado fundamental de Estados Unidos. Además la OTAN mantiene el radar del Picón del Fraili
en el Valle de Soba, que está previsto que se renueve próximamente con inversión pública.

La guerra empieza aquí, con la venta de armas y las negociaciones en los despachos.

Para contribuir a la paz y acabar con la complicidad con las agresiones imperialistas es vital la salida de la OTAN y el cierre de todas las bases estadounidenses en nuestro territorio.
Debemos avanzar hacia la solidaridad entre los pueblos, frente a la opresión y subordinación que promueve el imperialismo.

Desde hace mucho tiempo, las principales víctimas de la guerra son aquellas que no deciden nada sobre ella ni obtienen ganancias de la misma.

Por la paz entre los pueblos.
OTAN No, bases fuera.
Los gastos militares, para escuelas y hospitales.
Vuestras guerras no las pagamos.
¡No a las guerras! ¡No a la OTAN!