El ranking de existencia y la pérdida de sensibilidad
Si la Inteligencia Artificial llegase a alcanzar más conciencia existencial que el sujeto es, sin duda, que nacemos con un defecto de fábrica.
El ser humano, partiendo de su puesta en escena vital dentro de la sociedad, se convierte en el principal autor de los grandes cambios históricos. Cambios en el campo político, social, económico, tecnológico, etc. Siendo también artífice de la idiotez, y atravesado por las circunstancias citadas, ha ido relegando su humanidad hacia él mismo, y hacia los demás, dando origen a una sociedad en la que los intereses personales ocupan el puesto número uno en el ranking de su existencia, dominado por una gran dosis de inmunidad hacia las vicisitudes y el sufrimiento ajeno. Algo que Chomsky denomina: “la destrucción de la solidaridad”, surgiendo así el dilema entre humanización y deshumanización que se evidencia desde todos los flancos.
Un factor que ha provocado, o destapado, la ausencia de humanización es la tecnología, que dentro de sus desventajas (no por ello quiere decir que carezca de ventajas, sino más bien de su uso inadecuado) ha sido la forma en que ha ido destinando al ser humano a vivir en una esfera digital. El simple hecho de permanecer la mayor parte del tiempo adherido al teléfono móvil provoca, o acelera, que los lazos de comunicación se rompan. Como cubiertos conjuntamente por un enorme nubarrón, bajo el dogma del avance tecnológico, se ha producido un retroceso en las relaciones humanas, siendo evidente tanto la insensibilidad como la superficialidad, ocasionando una nula capacidad de concienciación y necesidad real del concepto cultural, malestares incluidos.
Julia Llorente
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