La salud del barrio. Una mirada libertaria
Una medicina revolucionaria debe partir de una crítica a este sistema capitalista, patriarcal y religioso, ya que son estos factores los que causan la mayor parte de las enfermedades. Desde el movimiento libertario ya en los años treinta se abrió este debate, a través de la divulgación se pretendió conseguir una conciencia revolucionaria para la defensa de la sanidad universal.
Anarquismo y salud
Para los anarquistas los profesionales de la medicina debemos vivir de la salud de nuestros pacientes, nunca de sus enfermedades. Desde muchas publicaciones libertarias se divulgó lo que ahora llamamos la prevención y promoción de la salud, se concienciaba sobre la importancia del abandono del consumo de tóxicos y la adopción de dietas lo más vegetarianas posibles.
A través de la corriente naturista, por ejemplo, se fomentaba el ejercicio físico y la vida alejada de las ciudades. La prensa revolucionaria acusaba a la sociedad capitalista y al Estado de envenenador pasivo por normalizar el consumo del alcohol, así como los juegos de apuestas. Esto se entendía como una estrategia para acabar con el espíritu revolucionario la clase obrera. Esta crítica también fue interna, por ejemplo, en marzo de 1937 desde la revista Revolución Social, de las Juventudes Libertarias de la barriada del centro de Madrid, se censura públicamente la falta de integridad de aquellos militantes de los ateneos y de grupos libertarios que dedican demasiado de su tiempo a los bares.
Durante esta época surgen consultorios muy económicos o gratuitos, impulsados por médicos libertarios, que se anuncian a través de la prensa ácrata. Médicos como Isaac Puente, defienden la necesidad de abordar la problemática de las enfermedades infecciosas desde una visión revolucionaria. Su remedio para la tuberculosis no se encontraba en el descubrimiento de un medicamento o una vacuna, sino en la superación de «la organización social, mediante la construcción revolucionaria que propugnamos los comunistas libertarios…
La tuberculosis, en ese sentido, es cuestión de terreno tanto como de germen. Es producida por la implantación en el organismo del bacilo de Koch. Pero esta invasión del organismo por el germen precisa de terreno apropiado, de un organismo ya preparado por la herencia, la constitución o las condiciones fisiológicas para recibir y tolerar al microbio». Este enfoque nos debería hacer reflexionar sobre la crisis del COVID, una crisis que ha afectado, como siempre, mucho más a la clase obrera.
Mirada libertaria para afrontar las próximas crisis sanitarias
Las desigualdades sociales en salud se deben a la distribución injusta de oportunidades y recursos, es decir, a nuestras condiciones materiales. Muchos estudios en diversos países del mundo han demostrado que la incidencia acumulada del COVID ha sido mayor en los barrios obreros.
Hemos estado más expuestos por nuestras condiciones laborales precarias y explotadoras, ¿quién se ha podido permitir el teletrabajo? Además, la probabilidad de un contagio depende del tipo de viviendas que nos podemos permitir, si no estuviéramos obligados a vivir en pisos pequeños y mal ventilados, ¿habría habido tantos contagios?
Sin olvidar a las personas migrantes que no solo sufrimos todo lo anterior sino también las limitaciones para acceder al actual sistema sanitario. ¿Hemos aprendido algo de esta crisis? ¿Estamos actuando en consecuencia? La salud mental, las enfermedades desatendidas por la pandemia, las pérdidas económicas y laborales… El impacto de esta pandemia o de otras crisis depende de las actuaciones sociales y políticas que hagamos.
Culpable: sistema opresor y capitalista
Ahora más que nunca debemos concienciar sobre la principal causa de enfermedad mental y física: este sistema opresor y capitalista que acaba con nuestro planeta y al mismo tiempo con nuestra salud. El cambio climático causado por nuestra actual forma de vida produce una desaparición gradual de especies, encogiendo los ecosistemas y reduciendo su diversidad. La biodiversidad es precisamente una barrera de protección frente a los saltos zoonóticos que originan las pandemias, si la destruimos, nos autodestruimos.
En nuestros barrios se está viviendo una ola de manifestaciones en defensa de los centros de salud y debemos aprovechar esta situación para ir más allá.
Con una atención primaria de calidad se pueden realizar muchas iniciativas: grupos para dejar de beber, charlas de concienciación sobre drogas, planificación familiar, alimentación, violencia de género… Se pueden hacer proyectos donde el barrio decida qué es lo que necesita.
Las enfermedades que generaron más preocupación, y se debatieron en la prensa libertaria del pasado, fueron principalmente aquellas cuya expansión es debida al sistema económico, a la moral dominante o a una mala gestión por parte del Estado.
Toda esta labor fue impulsada por la CNT, la FAI y Mujeres Libres, gracias a la concienciación de una militancia activa, mantenida y desarrollada durante años, sin cuya participación y colaboración no hubieran sido posible las campañas sanitarias impulsadas desde la consejería de Sanidad en manos de la CNT, la aplicación de la legislación sobre el aborto libre, la colectivización
de la sanidad, los mítines y conferencias y otras actividades organizadas desde los ateneos libertarios.
Sanidad (y sociedad) libertaria: promoción y prevención de la salud
Los anarquistas debemos retomar este compromiso del pasado para volver a defender la idea de una sanidad basada en la promoción y prevención de la salud, tarea hasta ahora únicamente llevada por la atención primaria que huye de esa lógica hospitalaria donde todo depende de una cirugía o un fármaco determinado sin comprender nuestro entorno social.
La atención primaria no solo trata las enfermedades sino las personas, las personas de un determinado barrio. No es lo mismo vivir en un barrio rico que en un barrio obrero donde no nos podemos permitir una sanidad privada. Además, desde los centros de salud se colabora en la acción comunitaria, donde la comunidad se cura así misma mediante la acción social, ¿acaso hay algo más libertario?
“La medicina es una ciencia social, y la política no es otra cosa que medicina en gran escala”. Nuestro mundo está enfermo, este sistema lo devora todo, de nuestra disidencia y espíritu revolucionario depende recuperarnos.