¿Por qué oponerse a las concertinas?

¿Por qué oponerse a las concertinas?

Las concertinas son cuchillas. Allí donde se imponen no cumplen su pretendida labor, impedir el paso de personas no autorizadas, pero sí dañar sus cuerpos y empeorar sus condiciones de vida. Sin embargo, la efectividad es lo que menos importa a la hora de oponerse. Las concertinas no son éticas. La pedagogía que se traduce de su instalación es que acuchillar no es un problema, sólo depende de quienes lo hacen.

¿Por qué las concertinas sólo son parte del problema?

Las concertinas son la punta del iceberg de las políticas migratorias y de las medidas securitarias de las instituciones que se ven perturbadas por la necesidad de migrar de las personas. Desde un punto de vista humanitario, son criminales. Sin embargo, no hacen más que complementar otra serie de dispositivos securitarios que cumplen la función de repeler, atrapar y/o castigar a las personas que intentan colarse rumbo a sus destinos “elegidos”. Si es que podemos llamar “elegir” a buscar unas mejores condiciones de vida y/o reunirse con sus personas cercanas. Drones, sensores de movimiento, vallas, muros, videocámaras… existe una amplia gama de aparatitos en este gran mercado que es el securitarismo.

¿Por qué los espacios abandonados que son ocupados para buscar refugio son una alternativa a la desatención institucional y a las mafias?

Si las personas que migran, utilizan ciertos lugares abandonados para vivir no es por gusto ni elección, es por necesidad y autonomía. Por un lado, es más fácil prescindir de lógicas mafiosas que prometan resguardo a cambio de grandes cantidades de dinero, así como también es una manera inmediata y útil de satisfacer la necesidad de cobijo e intimidad que no es satisfecha por ningún organismo. A pesar de que a nivel mediático parezca muy preocupante la supuesta “inseguridad” de puertos y fronteras, no existen medidas que aporten algo más allá de establecer cuchillas y redadas/deportaciones periódicas. Cuando las hay, suelen darse por parte de la población, de los colectivos, de l@s vecin@s.

Pintada encontrada en la vaguada de las llamas -Santander-

 

¿Por qué cerrar el paso es generar un ambiente proclive al negocio securitario, las lógicas mafiosas y unas condiciones más peligrosas para las personas?

No puede darse una respuesta policial a un fenómeno sociológico inscrito en la historia de la mundialización. Esta frase de la jurista Claire Rodier, define bien la respuesta. Los cierres de frontera no evitan que las personas migren. Mercantilizan las maneras en que llegan a hacerlo y añaden situaciones de violencia que muchas veces acaban en muertes. No hace falta irse a la fosa cómun del mediterráneo ni a la frontera de Mexico-EEUU. Ahí donde las medidas que se ponen son las represivas/securitarias, es posible. Así que no pensemos en lugares lejanos, acerquemos la mirada hacia las calles más cercanas a nuestra casa.

¿Por qué prestar apoyo, acercarse, preguntar, generar relación y acoger es una de las mejores medidas para reducir las lógicas mafiosas e ignorar la intoxicación mediática?

Las lógicas mafiosas prosperan allí donde no existe tejido social ni gente de referencia en donde las personas que se buscan la vida para cumplir sus objetivos, se ven obligad@s a ceder a los chantajes y las extorsiones. Contra más trato social y más elementos que aporten confianza, mayor reducción del miedo promovido por los medios de comunicación, mayor conciencia de las situaciones personales de cada un@ y menos necesidad de añadir riesgo y peligro.

¿Por qué el humanitarismo no es lo mismo que la creación de redes de apoyo entre iguales?

Necesitamos rechazar la creencia errónea de que podemos distinguir claramente entre las razones de las personas para mudarse, identificando algunas como 'legítimas' y otras como 'ilegítimas', así como esas interpretaciones simplistas de 'movilidad elegida' y 'forzada', 'agencia' y "victimización", en la que se basa la criminalización de la migración. Necesitamos desafiar las suposiciones de que la migración debe ser "gestionada", que los Estados occidentales o los actores humanitarios tienen derecho a hacerlo y que se hace para proteger las vidas de las personas gestionadas.

Liencres, 2021