¿Conocéis “El concejo aldeano en Cantabria; Lo que pudo ser y no fue"?
¿Conocéis “El concejo aldeano en Cantabria; Lo que pudo ser y no
fue”?
Rincón de Miera
Hoy vamos a rescatar un texto. Para volverlo a poner en el centro y darle la difusión que se merece. Las revistas en papel tienen esa magia. No se pierden en la red, sino en los cajones o las esquinas de los muebles. A veces se encuentran y descubrimos artículos cuya vigencia y utilidad en el presente permanece. Pensamos que este es el caso de “El concejo aldeano en Cantabria; Lo que pudo ser y no fué” de Manuel García Alonso, publicado en la revista Raíces en el no6 de 2014. Dicho escrito pone sobre la mesa algunos puntos interesantes para tener en cuenta desde los movimientos sociales de Cantabria a la hora de reivindicar el conceju como forma emancipadora de organización social y como referente. No con la intención de frenar la apología histórica de quienes así lo consideren, sino para evitar idealizaciones y
mitificaciones dentro de dichos movimientos, así como recuperaciones por parte de otros antagónicos a la libertad, como pueden ser los ecofascismos y los esencialismos nacionalistas.
Vamos al grano. Manuel sostiene en su tesis que los concejos nunca fueron, aunque en ocasiones sí lo pretendieran, o lo pudieran creer sus participantes, ejemplo de organización vecinal igualitaria. Siempres estuvieron mediatizados por la articulación sexual y social del poder y por el control de las élites.
De hecho, parece no ser casualidad que los testimonios más antiguos que se tienen sobre la existencia de asambleas populares aldeanas decisorias sobre la vida en común en Cantabria, pertenecen a la Alta Edad Media y provienen de documentación generada por las élites con poder territorial. Iglesia y monarquía primero, nobleza al poco. Dicho hecho evidencia el interés y la intervención de dichas autoridades en los concejos desde su mismo nacimiento.
En relación a este interés de intervención política de arriba a abajo,
la capacidad de decisión realmente libre sobre cualquier aspecto de la vida de los campesinos cántabros nace seriamente limitada. Desde pequeños propietarios que explotan sus propias tierras, hasta homines dependientes de los potentores (servus, ancillus, collazus) y libres que cultivaban parcialmente tierras de propiedad de estas figuras poderosas, formaban una parte muy significativa de las comunidades aldeanas.
El protagonismo de los monasterios en la Alta Edad Media dará paso, con la feudalización de la propiedad y las relaciones sociales, al amplio dominio de la nobleza en la baja Edad Media. No quiere decir que en esta mediatización del poder hacia los concejos, la iglesia se sustituya de cuajo por la nobleza. Los clérigos, a través de la parroquia, aportaban su refuerzo mágico-simbólico a la hora de que los grandes linajes junto con la nobleza local acapararan tierras y beneficios de la producción campesina.
Posteriormente, entre la Baja Edad Media y toda la edad moderna de la historiografía tradicional, el concejo se consolida como la estructura básica tradicional de gobierno local. Intervenía en la gobernación y administración del común y la vida comunal aldeana. Esto no sucedía de manera homogénea en todos lados. Cada territorio guardaba sus peculiaridades.
El valle de Soba, Cabuérniga, Liébana etc Sin embargo, en términos generales, las tierras estaban mal repartidas a través de las deudas y obligaciones individuales (cargos, hipotecas, censos) los grandes propietarios imponían sus criterios en las reuniones del concejo. Especialmente sobre los pastos, ya que solían ser propietarios de los mayores rebaños. El
valle de Cabuérniga sería uno de los menos afectados por los grandes dominios y las grandes casas.
Manuel está próximo a las observaciones y análisis de Marc Badal en torno a la idea de que las sociedades campesinas peninsulares no eran igualitarias. La capacidad de decisión en la supuesta democracia activa concejal de las familias más pobres era mínima debido a la deuda de préstamos, rentas o censos. La capacidad coercitiva con marcado carácter patriarcal se caracterizaba por la preminencia del varón, de los poseedores de tierras y capitales, de las castas etc
Lo dicho no implica la negación de que existieran territorios con mayor libertad, no entendida en clave neoliberal, sino como espacios menos administrados y menos sujetos a los mecanismos de regulación de las élites y su desigualdad asociada. Zonas apartadas y alejadas como los montes de Pas (territorio montuoso entre las cabeceras de los ríos Asón, Miera, Pas y Trueba)
El principio del fin del comunalismo concejal tradicional viene con el creciente triunfo de las ideas liberales durante los siglos XVIII y XIX. Entendemos en relación a los escrito por Manuel, que en esta etapa de resistencia a la transformación capitalista , la oposición rural a la modernidad debe verse como una dialéctica entre grupos de poder amenazados por la burguesía creciente y no en la oposición moral al capitalismo por parte de un fraternal pueblo campesino. En este sentido, no es que el campesino de a pie no tuviera nada que decir ante la transformación de su mundo y la ruptura de las lógicas comunales.
Hablaba mediante sabotajes, quemas, furtivismo etc. Manuel critica el idealismo que se hace del concejo por parte de ciertas personas más o menos cercanas al movimiento libertario, acompañadas de una critica al progreso que, por otro lado, ve como legítima. Una crítica que podríamos extender al entorno de los movimientos sociales actuales de Cantabria, desde el ámbito antiautoritario hasta la izquierda cántabra.
Tómese este peregrino intento de sintetizar dicho artículo con parte de su contenido, como una humilde incitación a su lectura. Un gran aporte para profundizar en lo que fue uno de los mecanismos de asentamiento de las sucesivas estructuras de dominio del sistema social de producción surgida con el feudalismo. Tomése como un toque de atención para que no sea necesario ningún tipo de idealización a la hora de buscar referentes históricos de los que rescatar aspectos importantes para las luchas anticapitalistas en curso.
Artículo del Boletín Briega en Papel nº28 Noviembre 2021
Habitar lo común es gestionar lo que nos une, identificar las necesidades compartidas y buscar las fórmulas para resolverlas colectivamente. Habitar lo común es restituir la conciencia acerca de los límites de la actividad humana sobre el entorno natural inmediato, que nos ofrece el agua limpia, los medios para elaborar nuestros alimentos y los recursos para encontrar el abrigo. Significa al mismo tiempo, ser los beneficiarios de los aspectos más válidos y recuperables de la herencia acumulada que nuestros antiguos nos han brindado, a saber, su capacidad para superar las adversidades desde el esfuerzo y el sacrifico, el trabajo en común y el ingenio creativo. Valores y talentos que siguen impregnando las creaciones humanas del mundo preindustrial: ¿acaso no nos sentimos comúnmente abrumados por la trascendencia, belleza y delicadeza que desprenden muchas de las creaciones de estas sociedades pretéritas? ¿Nos conmueven quizás estos espacios sociales y sus objetos en la medida en que recrean algo verdaderamente humano, frente al trazo humano imposible de descifrar en las creaciones de la producción masificada?
Habitar lo común, como evocación de lo que podría ser. En frente, el desarraigo individual, como certeza de lo que es. Pero también, habitar lo común, como recuerdo de lo que fue y, para algunas culturas, como lo que aún sigue siendo
Índice de contenidos
Invierno-Primavera 2014 / Extremadura
Crítica, análisis y debate en torno a la destrucción del territorio.
- Editorial
- Reportaje: Costumbres comunales de Aliste
Redacción editorial
- Miseria y defensa de las ciudades
Juanma Agulles
-Los límites de Madrid
Salvador Cobo
- El concejo aldeano en Cantabria: lo que pudo ser y no fue
Manuel García Alonso
- Amanecer en tiempos oscuros
Miquel Amorós
- Entrevista a Valentín Cabero Diéguez en torno a Ley de Sostenibilidad y Racionalización de la Administración Local
Redacción editorial
- La fábrica de los últimos hombres
Áurélien Berlan
- Comentarios en torno al libro La libertad en coma
Redacción editorial
- Lecturas recomendadas
- Correspondencia: A vueltas con Pemartín. Algunas notas aclaratorias a los comentarios de la Redacción.
Alvaro Castro