Comunicado de la Coordinadora Cántabra por las Pensiones Públicas
Nos encontramos en plena conmemoración de los diez años de lo que, en el
extranjero, se denominó “revolución a la española”, el 15-M, hechos que,
quizás a los ojos de algunos teóricos, no fue una revolución, pero que, a la vista
de la avalancha de comentarios y valoraciones que está suscitando, fue, sin
duda, algo importante. Las valoraciones, como en todo, son subjetivas y dependen, en casi todos los casos, del cristal con que se mira.La Coordinadora Cántabra por unas Pensiones Públicas y Dignas, tenemos muy claro que los éxitos animan más que los discursos, por lo que hacemos un esfuerzo por valorar, lo más objetivamente posible, lo que aquella llamada
revolución ha producido en los años posteriores.
Para los pensionistas, la inmediata victoria del Partido Popular en las elecciones
del 2011 fue un jarro de agua fría, se reformó el Sistema de Pensiones, se
introdujo el 0,25% en la revalorización anual y empezamos a perder poder
adquisitivo. Para los y las trabajadoras, en general, también lo fue: la Reforma Laboral
implantada por el PP, abrió, más aún, la puerta de la precariedad, aumentando
el paro de manera dramática.
Ambas realidades dejaban, bien a las claras, que no se había producido una
revolución, que los poderes del estado, los verdaderos poderes, seguían en las
manos de los mismos, la banca, los grandes capitales, y que el gobierno del PP
seguía la senda del anterior, el de Zapatero, en su actitud sumisa ante Europa.
Pero, con todo, quienes estamos acostumbrados a sufrir derrota tras derrota, la
clase obrera, tenemos aprendido que, de las derrotas, siempre se saca algo
positivo, y que hay que saber mirar las cosas en perspectiva, dejando pasar el
tiempo oportuno para poder sacar conclusiones. Las cosas nunca cambian a la
velocidad que algunos desearíamos, y muchas de las reivindicaciones de aquél
15 de Mayo siguen aún pendientes.
Algo que, sin duda, se puede apuntar al haber del 15-M es que, desde entonces, la política “entró en nuestras cocinas”, algo que no se había producido durante los 35 años de libertades democráticas y, menos aún, durante los 40 de dictadura franquista. Y ello, tarde o temprano tiene que dar sus frutos. Todos hablamos y sabemos de política, seguimos las tertulias televisivas que ahora son multitud, y estamos más pendientes de las encuestas que, por otra parte, se han multiplicado. No empaña este panorama el borrón que supone el avance de la ultraderecha. Se podría decir que la ultraderecha avanza, a pesar de que la gente es más consciente de lo que vale su voto en las elecciones. La ultraderecha avanza no por el 15-M, ni por lo que el 15-M haya producido, sino a pesar del 15-M, porque sigue existiendo un fondo de las cosas que no ha cambiado: el dinero sigue mandando, todos los aspectos de la vida se pueden convertir en negocio, y los servicios públicos se privatizan, la
política que se hace no tiene en cuenta a la gente, y el paro es una estadística más. Y todo esto existía ya mucho antes de aquél mayo de 2011. Y si alguien pensaba que ese poder oculto, real, no iba a reaccionar, poniendo en marcha todos los recursos a su alcance, que son muchos, para desbaratar cualquier movimiento en contra de sus intereses, era un iluso o estaba equivocado.
Pero, seríamos injustos si no mencionásemos otras cuestiones que, sin duda
son positivas, y que tienen su origen en el 15-M: las mareas, las marchas por la
dignidad, el movimiento contra los desahucios, el movimiento feminista del 8-M
y, a un nivel institucional, la aparición de nuevos partidos en el Congreso, la
conquista de ayuntamientos importantes y la entrada en el Gobierno de un
partido a la izquierda del PSOE, cuyas políticas, algunas claramente, han tenido
en cuenta y lo siguen teniendo a la gente más necesitada.
Capítulo aparte es el tema de las pensiones. El “no nos representan”, aquél
grito de los indignados del 15-M, lo podríamos hacer nuestro, a la vista de los
incumplimientos, hasta el momento, de los compromisos asumidos por la
coalición de gobierno, de los globos sonda, de los informes secretos que,
cuando salen a la luz, son desmentidos, y de a poca o ninguna transparencia en
las negociaciones con la patronal y sindicatos. La reforma de las pensiones
sigue pendiente, como sigue pendiente que la revalorización de nuestras
pensiones se haga, por ley, conforme suban los precios, por poner un ejemplo.
Nuestro movimiento no surgió del 15-M, pero nos identificamos plenamente con
la indignación de los cientos de miles de personas que salieron a la calle
aquellos días. Motivos nos sobran.
Y apostamos por un movimiento abierto, plural, perseverante, pegado a la
calle, obsesionados con hacer que la gente nos entienda, que entienda que no
debe votar a quien va en contra de sus intereses.
En la calle seguimos y en la calle, una semana tras otra, repetimos que...
GOBIERNE QUIEN GOBIERNE, LAS PENSIONES SE DEFIENDEN.