Muros como abismos
Muros...
Vivimos rodeados por ellos. Están por doquier. Visibles e invisibles. Desde que decidimos asentarnos y construimos el primer muro no hemos parado de crearlos a nuestro alrededor.
Nos dan sensación de protección, pero a la vez nos aíslan de las realidades que suceden al otro lado.
Los que levantamos con concertinas para que no nos invadan los hijos de nuestras guerras y nuestros expolios.
Son los que vinieron a separar lo público de lo privado.
Los que ocultan la violencia machista.
Los que nos separan de nuestras vecinas.
Los que impiden el pleno acceso a personas con movilidad reducida en diversas zonas de nuestras ciudades y pueblos.
Son los que nos permiten encerrar a quienes no creemos dignos de vivir libres.
Son los que construimos a nuestro alrededor para que amigos y familia no vean nuestras debilidades.
Son las ideas que reforzamos con argamasa de prejuicios. Las que nos hacen pensar al otro como diferente y peligroso.
Pero ante todo, aquí en la península que une y separa Europa de África, la frontera es sobre todo una línea administrativa.