No hay cuarentena para la violencia machista

El coronavirus no solo provoca una enfermedad cuya letalidad varía según el cuerpo que toque. El coronavirus, ya pandémico, ha propiciado que muchos gobiernos, entre ellos el español, adopten medidas de contención cada vez más contundentes. Estamos oficialmente confinadas. Solo para trabajar, para acudir a consultas médicas, hacer la compra y poco más está justificada la salida del arresto domiciliario colectivo. Y ello tiene y tendrá consecuencias que ya muchos colectivos, sindicatos y personas individualmente están denunciando. Las feministas llevan ya unos días preguntándose, entre otras cosas, qué ocurre con los cuidados y con las mujeres a las que la cuarentena ha obligado a convivir encerradas durante al menos 15 días con sus agresores y maltratadores. ¿Qué pasa con esto? ¿Qué pasa con ellas?

A través de las redes sociales, tanto las administraciones públicas como la gente en sus perfiles personales, se invita a todas las mujeres que estén en esta situación a llamar al 016. La periodista feminista Mar Gallego comentaba hace unos días en Twitter que “algunas ayudas las carga el diablo. […] Quien sea víctima de violencia machista, que llame a este teléfono. ¿En serio? ¿Compañeras? ¡Joder! ¡Perspectiva!”. Explicaba Gallego que “las alertas en torno a la violencia de género en tiempos del #CoronavirusESP no deberían llevarnos a dar por válidas medidas que en otros casos desechamos”. Cabe preguntarse, además: ¿Cómo iban a llamar al 016 quienes están siendo víctimas de violencia machista estando su agresor en el mismo habitáculo que ellas? Para eso, el Ministerio de Igualdad prevé un correo electrónico. Pero, ¿y si tampoco puedes enviar un mail porque tu agresor te tiene fiscalizada la vida? ¿Y si ni siquiera tienes internet, ordenador, smartphone? Y, en caso de lograr contactar con este servicio, ¿cómo será el protocolo que se active para dar respuesta? Desde el Ministerio de Igualdad afirman que “se acaban de modificar los contratos con las empresas prestadoras del servicio, tanto del 016 como de los dispositivos que se colocan a agresores y víctimas, para que las trabajadoras que atienden a las mujeres víctimas de violencia de género puedan teletrabajar” y que el protocolo continúa siendo el mismo: “Informar, asesorar y derivar”.

¿Por qué ahora, incluso las feministas que rechazaban los mecanismos habilitados institucionalmente y criticaban su inutilidad, están haciendo promoción de los mismos? ¿Tenemos miedo de que el confinamiento forzado no nos permita articular estrategias de cuidados y de autodefensa ante las situaciones de violencias machistas? El movimiento feminista de Euskal Herria ya ha expresado en un comunicado su intención de constituir una mesa de diálogo, a la que instan a participar a partidos políticos, instituciones, sindicatos e incluso medios de comunicación, para coordinar una organización comunitaria que pueda hacer frente a la crisis de cuidados que ya se está generando. Josebe Iturrioz, integrante del colectivo Medeak y portavoz del movimiento feminista de Euskal Herria, opina que, “con este régimen fascista que se han sacado de la manga —porque en realidad nos están hacinando en casa pero no están gestionando los cuidados—, intentando visibilizar que hay un 70% de condenas, están poniendo ‘llame al 016’ para dar una sensación que no es real”. En este momento, explica, “lo que ocurre, para empezar, es que la violencia machista no se gestiona desde los juzgados. El juzgado es la última instancia. Hay otros procesos que tienen que ver con servicios sociales, casas de empoderamiento, colectivos, asistencia psicológica, etc., que son los que posibilitan que esas mujeres salgan de sus contextos de violencia”. Además, añade, “el objetivo no es la denuncia, es que las mujeres salgan de sus contextos de violencia”. Iturrioz explica que se dan siempre a conocer los datos de las mujeres asesinadas, pero se suele perder de vista el gran porcentaje de mujeres que están sufriendo violencia en este momento, de mujeres que “arrastran procesos largos de violencia”. Hacinado todo el mundo ahora en casa, entonces, “lo único que puede es agravar la situación”.

Se pregunta Josebe Iturrioz, introduciendo también la problemática económica: “Y, ¿cómo va a dejar ahora a su agresor? ¿A dónde va a ir? Muchas mujeres aguantan a sus agresores porque dependen de él económicamente”. Opina que, desde el movimiento feminista se tiene que criticar el “uso propagandístico y utilitarista del movimiento feminista” por parte de las instituciones: “Nos han sacado a la calle el 8 de marzo sin decirnos la verdad, y se ha convertido en un foco viral cuando nosotras somos los mayores agentes preocupados por los cuidados. No hubiéramos convocado las manifestaciones”. Tanto el Gobierno estatal como los dirigentes autonómicos están diciendo en sus discursos que contener y minimizar la propagación del virus tiene que ver con una responsabilidad individual. “De eso nada —explica Iturrioz—, todo esto lo vamos a tener que gestionar comunitariamente”. Comenta que las instituciones no están dando respuesta, en particular a las víctimas de violencias machistas pero también en general a la crisis de cuidados: “¿Las personas dependientes? ¿Las señoras que se quedan solas en casa? ¿Quién las cuida? ¿Quién hace las comidas? ¿Qué va a pasar con los servicios a domicilio? ¿Qué va a pasar con las trabajadoras de las residencias? ¿Qué va a pasar con las personas migrantes en situación administrativa irregular?”. El movimiento feminista de Euskal Herria cree que la respuesta a esas preguntas se van a tener que dar colectivamente, a través de un trabajo de organización social y no desde las instituciones.