Casas de apuestas ni aquí ni en ningún lado
¿Cabe decir algo que no se haya dicho sobre las casas de apuestas? ¿Sobre cómo se concentran en los barrios humildes, de cómo crecen ante la desesperación de la clase obrera? ¿Sobre cómo perturban a nuestros jóvenes, llevándoles al robo a sus más queridos, incluso al robo de su propia vida? ¿Sobre como la casa de apuestas es la nueva taberna, que nos envenena, que nos hace olvidarnos de nuestros vecinos, de nuestras amigas, de nuestras familias, de nuestra gente? En El Pájaro Observador sí que creemos que todavía cabe decir algo: venceremos.
Nos dicen juega, juega, juega porque nos encanta jugar. Saben que es lo que hace a las personas personas: que el juego es lo que, en definitiva, nos hace libres. Nos dicen que juguemos porque nadie puede estar en contra del juego. El juego se hace con los amigos, acompañado.
Apostar es una cosa mucho más difícil. Apostando estás solo. Apuestas porque esa habitación que alquiles no vaya a tener humedades; apuestas porque este nuevo curro seguro que es el anterior; apuestas porque no se te vayan a complicar mucho las cosas. Pero a nadie le gusta apostar. A nadie le gusta verse solo, ante la incertidumbre, ante el peligro.
Es por eso que ellos le quieren llamar salas de juego, porque nos quieren engañados, silenciados. Porque quieren robarnos hasta la última de nuestras palabras. Es por eso en que nosotras insistimos en que son casas de apuestas.
Empezaron primero por las grandes ciudades. En las grandes ciudades hay más gente, así que siempre es más fácil pasar desapercibido. Poco a poco, local a local. Cuando nos quisimos dar cuenta, estaban asediando los barrios populares. Cuando ya parecía tarde, estaban rodeando nuestros centros escolares. Todavía tienen el valor de decir que traían la ilusión a la gente. Ya lo decían los bárbaros de los romanos: salteadores del mundo que, tras devastar todo, ya no tienen tierras que saquear y buscan en el mar; ávidos de poseer, si el enemigo es rico, de dominar si es pobre, ni Oriente ni Occidente les ha saciado…Robar, masacrar, arrebatar, esto es lo que llaman autoridad, y vacían territorios para establecer la paz. El antiguo Cálgaco se refería a Roma. Nosotras apuntamos a Codere, Sportium y tantos otros.
Como los llamados bárbaros, a la gente que se niega a resignarse también se les insulta. No importa: la resistencia contra la degradación de nuestros barrios, pueblos y ciudades no hace más que crecer. De la misma forma que el pueblo cántabro demostró fortaleza indómita contra la fractura hidráulica, igualmente se pone en pie contra las casas de apuestas. El pasado jueves 20 de febrero se realizó una primera asamblea en Cazoña contra la apertura de nuevas casas y, aprovechando la ocasión, decidimos reunirnos en el nido y abordar esta temática. Este sábado 22 de febrero ha habido una concentración en el mismo barrio santanderino. La próxima cita será el sábado 29 de febrero.
Las luchas se saben cómo empiezan pero nunca como acaban; y, sin embargo, desde El Pájaro Observador tenemos la corazonada de que, una vez más, la gente humilde podrá librarse de esta nueva amenaza, sin importar la voracidad de los tiburones, sin importar que políticos que visten de comunistas hagan leyes a medida de las empresas.
Dicho esto, ¿Nos la jugamos, entre todos?
- La foto ha sido extraída de la cuenta de Twitter de CNSV -