¡¡¡ Malditas elecciones !!!
Ya lo cantaba Chicho Sánchez Ferlosio en sus coplas populares, de lo que se trataba era de engañar al pueblo para parecer que algo cambiaba, parecer que decide sobre su futuro y su vida. Cuando el terreno de juego está tan marcado poco hay que hacer, pero eso mucha gente ya lo sabe y vota como mal menor o contra alguien, cada vez menos votos son fieles y apasionados, aunque aún los hay que confían. El verdadero problema es qué hacer ante tanto dominio, ante tanta injusticia. Como sacar tanto malestar acumulado para defender una vida digna y una libertad y justicia para todas.
Mientras una nueva campaña electoral aumenta el descrédito hacia las clases políticas, mientras la mediocridad, la chulería, el desprecio y la mentira se hacen espectáculo televisivo, mientras los responsables de nuestras miserias cotidianas se presentan como salvadores, esta vez sí va de verdad, de los más desfavorecidos. Todo empeora y nuestro malestar aumenta.
En el terreno de juego institucional y de poder cada vez se juega menos la capacidad de decidir, los que mandan de verdad están por encima de este teatro. Controlan el dinero, controlan las inversiones, controlan la capacidad de reprimir. No dependen de procesos electorales, controlan las infraestructuras, los medios de comunicación y las instituciones internacionales.
A pesar de todo cada vez son más cuestionados. Vivimos un ciclo de protestas que crece. En condiciones adversas, difíciles, los pueblos se organizan y resisten. De forma inesperada surge desde abajo una energía y una capacidad de respuesta y de organización, diferente en cada lugar que desborda partidos, sindicatos e instituciones y hace su propio camino. Siempre en la calle.
Y ahí es donde nos ponemos de acuerdo, ahí es donde se juegan las grandes políticas, donde cada vez les cuesta más poner orden. Donde el discurso democrático pasa a ser discurso y práctica autoritaria, mientras el poder se endurece porque rompió el consenso social, la gente actúa, protesta y construye comunidad a un precio muy alto.
Hay que darle fuerza, hay que acompañar, hay que apoyar, hay que estar ahí, sin dirigir, sin dominar, dando propuestas. Con humildad, inteligencia y disposición. Así cada día se paran desahucios, se ocupan viviendas vacías para familias en situación de emergencia, se practica el apoyo mutuo y la solidaridad y después cada cual que haga lo que considere, se abstenga o vote pero en la medida de sus posibilidades y de sus capacidades luche.
Son tiempos difíciles, dan miedo porque el poder se ve cuestionado y está dispuesto a todo por mantener sus privilegios. A la vez son tiempos de esperanza pues se abren posibilidades.
Confiemos y hagamos todo lo posible para que así ocurra. Salud y libertad.