Reflexión en torno al pasado 19 de Octubre en Santander
Imagen extraída de Sare Antifaxista.
Texto recibido por correo electrónico
Algunas de las personas involucradas en el altercado de Cañadío
Este texto es una reflexión respecto a lo ocurrido el pasado 19 de octubre en la plaza de Cañadío. Creemos importante que nuestras posturas también se conozcan, ya que hemos sido parte de lo que allí sucedió y no estamos de acuerdo con muchas cosas que se están moviendo por internet y medios de comunicación. En general, entendemos que son afirmaciones y textos con “buena intención” pero nos gustaría puntualizar algunos aspectos.
¿Qué pasó?
Un grupo de neonazis se acercó el sábado 19 de Octubre a la plaza de Cañadío, en momentos previos al inicio de la manifestación antifascista convocada en respuesta a la jornada de la Asociación fascista Alfonso I.
El grupo era de unos 10 integrantes y cogieron la pancarta de la Asamblea Feminista de Cantabria. Una compañera, integrante de dicho colectivo, fue a recuperarla ella sola avisando a los que podíamos oírla de lo que estaba sucediendo. Algunas personas respondimos también con el propósito de recuperarla. En ese momento aparecieron más nazis en la calle y varios de estos comenzaron a quitarse los cinturones y a golpearnos con patadas y puñetazos. Nos defendimos como pudimos. La policía local,que estaba desde el principio aparcada en la plaza, arrancó el coche y se marchó, fueron unos minutos, muy pocos, la gente de la manifestación antifascista comenzó a darse cuenta de lo que estaba pasando y comenzó a movilizarse. Es en este momento cuando se graban los vídeos que han estado circulando. En estos instantes el grupo de nazis comienza a replegarse y retroceder y es entonces cuando llega la policía nacional y les corre unos 5 metros cuesta arriba en dirección a la calle Sta. Lucía dejando la pancarta en manos de la compañera de la Asamblea Feminista que estuvo forcejeando para recuperarla.
En el contexto santanderino nos parece algo grave o, por lo menos, poco habitual, además de un ataque hacia todxs nosotrxs, estamos de acuerdo. Pero si algunx de nosotrxs se llevó algún golpe no quiere decir que simplemente fuésemos victimas de una agresión. Fue una pelea de unos segundos en la que unos 20 nazis no pudieron llevarse una pancarta feminista y antifascista porque 3 compañerxs se lo impedimos. No podemos ni queremos caer en el victimismo cuando estas cosas pasan, no sólo por honestidad, si no también por autoestima colectivo.
¿Un grupo de encapuchados?
Es importante para nosotrxs que el rechazo a esta gente racista, LGTBIQfóbica y patriarcal se base en eso precisamente, y no en el hecho de que fueran encapuchados. Porque si nos fijamos en nuestra manifestación, muchas también íbamos encapuchadas y para nosotras esto no es una mala noticia ni algo que esconder. Así que lo grave es que unos nazis nos atacaran, no que unos encapuchados nos agredieran.
¿Corrieron como delincuentes?
Nos cuesta hacer la distinción delincuentes / ciudadanxs cívicxs. Un orden social tan autoritario e injusto muchas veces ha de ser respondido con actividades y acciones que traspasan la ley y, desde luego, a veces, no deja otra alternativa que hacerlo. Cuando apoyamos a las personas que cruzan las fronteras, a ojos del sistema, estamos apoyando a delincuentes, cuando okupamos espacios abandonados para poder habitar: somos delincuentes. Recordemos que toda la gente que está luchando en Chile, Honduras, Ecuador, Rojava, Haití, o en Cataluña son “delincuentes”. Las mujeres que abortan en determinados países son delincuentes...Quienes desobedecemos cotidianamente a la legalidad por defender otros mundos también somos “delincuentes”.
Éste grupo de nazis no son unos delincuentes marginales, todo lo contrario, sus deseos están cada vez más en sintonía con la Europa presente. Y cuando la policía se ve sobrepasada para acallar las revueltas anticapitalistas, allí salen ellos para echar una mano y mantener el orden capitalista.
En lugares como Hungría los fascistas persiguen a lxs refugiadxs en colaboración con las fuerzas de seguridad. En lugares como Grecia la mayoría de la policía vota a extrema derecha y se codea con ella para poder desalojar barrios que dan soporte y apoyo a las personas migrantes. En todas partes, hay vínculos entre policía y extrema derecha.
Si esperamos que la policía vaya a protegernos de éstos grupos que utilizan la cantidad para golpear a las personas que odian, y apelamos a esta para defendernos, entonces nos estamos colocando en el lado del orden social en el que vivimos , en el que muchas estaremos de acuerdo, es repugnante.
¿Estamos seguras en las redes “sociales”?
Otra cosa importante que nos gustaría comunicar es el uso de los vídeos en las situaciones como éstas. Lo cierto es que nos preocupa la falta de seguridad y cuidados en el uso de éstos vídeos. Imágenes en las que salen perfectamente nuestras caras acaban, no ya en páginas de amigxs y/o convocatorias de manifestaciones, si no también en la prensa mayoritaria y periódicos como El Diario Montañés, Público etc sin ningún tipo de consentimiento por nuestra parte. En algunos vídeos se ve perfectamente la cara de algunxs de nosotrxs y ni siquiera se recoge el momento de la pelea...en las cuentas del twitter personas que no somos nosotrxs dan consentimiento para que medios de comunicación en los que no confiamos usen dichos vídeos.
¿Víctimas?
Recordemos que acudimos a una manifestación antifascista en respuesta a un acto donde se suelen congregar militantes fascistas de todo el estado una vez al año. Nuestra lectura de lo acontecido es bastante positiva y animada. Un grupo fascista que sólo es capaz de organizar unas jornadas de un día al año es frenado por el movimiento antifascista, que consigue impedir que lleven a cabo las jornadas donde querían, en la Universidad de Cantabria. Tras esto, su propaganda es saboteada, arrancada y tapada por una variada gama de grupos antifascistas y cuando, antes de la manifestación, un grupo de aventureros nazis, intentan arrancar una pancarta feminista no son capaces de conseguirlo porque tres personas antifascistas les plantan cara y se lo impiden. Si además hemos sido dos mujeres quienes la hemos recuperado no es para victimizarnos por los golpes sufridos, si no para demostrar a estos machirulos la respuesta que pueden tener.
Hemos decidido no denunciar porque aun entendiendo las ganas que pueden surgir de que esta gente que ha sido identificada “pague”, no estamos cómodas con pedirle nada a la policía ni al mismo sistema judicial que forma parte del capitalismo contra el que luchamos. Si nuestra crítica social también va hacia estas instituciones, no podemos utilizarlas cuando nos venga en gana o cuando pinten favorables a nuestra situación. Es verdad que no es tan fácil elegir siempre, pero en este caso, nosotras estamos seguras de que es lo que queremos hacer.
HAGAMOS DE NUESTRAS CALLES ESPACIOS LIBRES DE FASCISMO Y AUTORIDAD.