La "revolución" 5G y la amenaza de sus redes
La "revolución" 5G
La nueva revolución tecnológica se está convirtiendo en un campo de batalla geopolítico
Con el aséptico nombre de 5G se presentó la nueva generación de comunicación móvil en el Mobile World Congress de Barcelona, a finales de febrero. Se trata de una profunda transformación tecnológica con importantes consecuencias empresariales, sociales y geopolíticas. La estrella del congreso fue el nuevo modelo Mate X de Huawei, la principal empresa tecnológica china. Claro que el teléfono no sirve de mucho mientras no se despliegue la red por la que circulan las señales. Y esto se supone que ocurrirá, al menos en China, Europa y EEUU, en el 2020.
La conexión de internet con 5G se proyecta como 40 veces más rápida que la del 4G que actualmente utilizamos y el volumen de datos comunicados significativamente mayor (aquí las estimaciones varían). La importancia de esta tecnología es que constituye la infraestructura necesaria para el funcionamiento de la "nueva sociedad" en red, incluyendo la nueva economía. Esta nueva estructura, que ya existe en gran medida, está en la base de la conexión de grandes bases de datos (big data), del despliegue de las aplicaciones de inteligencia artificial y, por tanto, de la robótica avanzada (máquinas capaces de aprender) y, sobre todo, de la llamada “internet de las cosas”. Por tal se entiende la multiplicidad de conexiones ultrarrápidas de internet no sólo entre humanos y sus organizaciones, sino entre objetos de todo tipo, en el ámbito doméstico, el dinero móvil, el coche sin conductor, la cirugía a distancia, la enseñanza virtual o las guerras de drones. No hablamos de ciencia ficción, sino de lo que ya ha sido investigado, diseñado, producido y es operativo.
Como indicación de lo que ocurre, en el 2014 había unos 1.600 millones de objetos/máquinas conectados. En el 2020 se estima que serán 20.000 millones. Sin embargo, el funcionamiento real de estas múltiples redes sobre una única infraestructura de comunicación requiere una red con las características del 5G. Con sus consiguientes riesgos. Por un lado, el de la ciberseguridad (interferencias y vigilancias de todo tipo, sobre todo de gobiernos, incluidos todos).
Por otro lado, los peligros potenciales para la salud aún poco evaluados. Resulta que una característica clave de esta nueva red es una altísima densidad de miniantenas que están sembrando en todas las ciudades para, mediante su cobertura coordinada del espectro, obtener una comunicación ubicua de cualquier punto de la red a cualquier otro. Antes de que le entre pavor piense que esta red, como todo lo que hemos ido inventando, se va a desplegar y usted (o sus hijos o sus nietas) la van a utilizar, sí o sí. Con lo cual lo urgente es analizar seriamente los impactos de estos múltiples campos electromagnéticos sobre la salud (sobre lo que hay muchos mitos, parecidos al movimiento antivacunas) y encontrar soluciones técnicas para prevenir el daño potencial [que, a pesar de que las empresas y los gobiernos intentan minimizarlo o directamente ignorarlo, se sabe que existe].
En cualquier caso, la construcción y gestión de la(s) red(es) 5G se convierte en un campo esencial de la lucha por el poder y el dinero, porque vivimos en la época del capitalismo de los datos y los datos sólo sirven cuando pueden ser procesados y conectados [y robados].
Por eso se ha desatado una violenta reacción del Gobierno estadounidense contra la participación de Huawei en el diseño y construcción de la red. Y es que resulta que, en opinión de la mayoría de los expertos, Huawei posee la tecnología de diseño y fabricación más avanzada del mundo en las redes de telecomunicación 5G. Creo que el choque psicológico del Gobierno (mucho menos el de las empresas) es comparable al pánico surgido ante el Sputnik soviético en 1957.
¿Cómo es posible –dicen en EEUU– que los chinos estén más avanzados cuando se suponía que su ventaja competitiva estaba en copiar y fabricar más barato explotando su mano de obra, sin añadir valor mediante investigación? Estamos en presencia de una mezcla de complejo de superioridad e ignorancia. Huawei está entre las primeras cinco empresas del mundo en gasto en I+D, tiene decenas de miles de investigadores, con centros en todo el mundo, no sólo en China, sino en Silicon Valley y otros núcleos tecnológicos. Y obtuvo más patentes tecnológicas en el 2017-2018 que cualquier empresa tecnológica en EEUU.
Aun así, la paranoia de los estrategas estadounidenses es tal que, teniendo en cuenta las consecuencias geopolíticas e incluso militares de esta tecnología, decidieron que la ventaja de Huawei sólo podía provenir del espionaje industrial y han arrestado y procesado a la directora financiera, Meng Wanzhou, hija del fundador de la empresa. ¿Pruebas? En el momento de su detención llevaba un iPhone y un iPad. Concluyente, ¿no? La acusación en serio es que Huawei es una empresa estatal (falso, es privada, como lo es Alibaba, la mayor empresa de e-commerce del mundo) y está introduciendo un acceso de “puerta trasera” en la red mediante el cual se puede espiar a todo el mundo. Y sólo faltaba que justo ahora el Gobierno chino lance su iniciativa de construcción de infraestructuras de transporte y comunicaciones en Europa y Asia (la nueva ruta de la seda) en colaboración con diez países europeos, incluida Italia, para que el 5G se interprete como un proyecto de dominación china sobre Occidente.
Objetivamente, hace falta mucho cinismo para presentar al Gobierno [y las empresas] de EEUU, así como los europeos, como respetuosos de la privacidad. Hay múltiples revelaciones y documentos (en particular los papeles de Snowden) que muestran la práctica sistemática de vigilancia legal o ilegal de las agencias estadounidenses en todo el mundo. Y la ayuda de mercados militares a empresas como Boeing y a Silicon Valley es un hecho.
Manuel Castells
Amenazas de las redes 5G
Será necesario instalar una enorme cantidad de antenas de rangos cortos, cada 100 metros (10-12 casas) en zonas urbanas
Las nuevas redes de conectividad con tecnología 5G conllevan riesgos sin precedente para la salud y el medioambiente, la vida humana, animal y vegetal. Siendo éste un aspecto fundamental, por el cual no debería permitirse su expansión, es solamente uno de los muchos problemas que implica su desarrollo. Son un elemento crucial de grandes transformaciones –mayoritariamente negativas– en múltiples aspectos de la vida económica, política y social de los países. Afectarán radicalmente la producción de servicios y el comercio internacional, y proveerán nuevas formas de vigilancia y control, todo ello centralizado en manos de unas cuantas empresas trasnacionales y algunos gobiernos. Tanto para China como para Estados Unidos, la expansión de tecnología 5G es una política de gobierno, lo cual es trasfondo del bloqueo a Huawei, ya que China está más avanzada en su desarrollo.
Las redes 5G, llamadas así por ser la quinta generación de redes de comunicación inalámbrica, prometen ser notablemente más rápidas y con más capacidad de trasmitir datos (mayor ancho de banda), por lo que podrían cubrir una cantidad mucho mayor de conexiones en el mismo espacio. La idea es aumentar la velocidad de descarga hasta 20 veces más rápido que con las actuales redes 4G. La tecnología 5G no es sólo un desarrollo de las anteriores. También cambia la frecuencia de onda con que se transmite. Agrega una frecuencia de ondas milimétricas mucho más cortas que las anteriores y con una densidad mucho mayor. Como su rango de alcance es significativamente menor, para que sustituya a las redes actuales y expanda su potencial, sería necesario instalar una enorme cantidad de antenas de rangos cortos, cada 100 metros (10-12 casas) en zonas urbanas. Éstas estarán a su vez conectadas a una densa red de miles de satélites de baja altura, por lo que sus promotores aseguran que podrían conectar cualquier área en el planeta y que no sufrirán cortes de transmisión.
Esta capacidad de conectar más dispositivos a las redes inalámbricas hará dar un salto cuantitativo al Internet de las cosas, que se refiere a las conexiones inalámbricas entre todo tipo de aparatos industriales y domésticos –teléfonos, computadoras, pantallas, cámaras que nos ven; máquinas de café, estufas, refrigeradores, camas y otros muebles inteligentes; autos y dispositivos de salud. Todo ello conectado a nuestros expedientes médicos, laborales, crediticios, educativos, hábitos de consumo, actividades de tiempo libre, etcétera. También en entornos abiertos o plazas comerciales, centros educativos y de atención pública será posible una multiplicación exponencial de sistemas de conectividad, vigilancia, rastreo e identificación, enmarcados en las llamadas ciudades inteligentes, con una multiplicación de drones y vehículos no tripulados para servicios, entregas y vigilancia.
Todo esto representa una invasión de espacios, mentes y cuerpos como nunca antes habríamos podido imaginar, siendo además una fuente inagotable de datos sobre nosotros y el cuerpo social para vender a empresas de seguros, de medicamentos y muchas otras mercancías, e incluso a entidades políticas y de manipulación electoral, como explica Sally Burch (https://tinyurl.com/yapm9kzp)
Junto con ello aumentará exponencialmente la exposición a radiaciones electromagnéticas de las personas y todo ser vivo, tema ya pendiente con las redes de comunicación existentes. Sobre estas últimas existen numerosos estudios que muestran los riesgos de la radiación relacionada con el uso de teléfonos móviles y Wifi. El Consejo de Europa, por ejemplo, declaró desde 2011 (EC, resolución 1815) que se debería informar al público sobre los riesgos, bajar el nivel de frecuencias permitidas, limitar las conexiones inalámbricas y sustituirlas por conexiones cableadas en escuelas, bibliotecas y lugares públicos, porque el riesgo es mayor para niñas y niños. (https://tinyurl.com/y69tmx52)
Una serie de estudios científicos refieren que estas radiaciones electromagnéticas producen estrés celular, daños genéticos y en el sistema reproductivo, déficit de atención y aprendizaje, trastornos neurólogicos y, por conjunción de varios factores, potencialmente cáncer. Intervienen además los sistemas de orientación de aves, abejas, hormigas y ranas, entre otros animales que han sido estudiados. Katie Singer, autora del libro Una primavera silenciosa electrónica, da cuenta de varios de esos estudios también sobre impactos en humanos (www.electronicsilentspring.com ).
No obstante, la densa red de microondas milimétricas y capa de radiación electromagnética a que nos expondrían la instalación masiva de redes con tecnología 5G no tiene precedente. Tanto por el tipo de ondas, el aumento de la cantidad de aparatos emisores y receptores, por la continuidad y asiduidad de uso, por la red satelital para comunicarlos entre sí y por el proyecto de expansión a todas los rincones del planeta. Por todo ello, un grupo de médicos y científicos de varios países comenzaron un llamado internacional dirigido a Naciones Unidas, con referencia a varios estudios, para detener el despliegue de estas redes (www.5gspaceappeal.org). Urge conocer y ampliar el debate, pues hay demasiado en juego.
Silvia Ribeiro