La TEC. El Electroshock de hoy en día, una práctica cotidiana

 

La TEC consiste en provocar convulsiones masivas en el cerebro por medio de una corriente eléctrica aplicada mediante electrodos ubicados en la cabeza. En 1938 unos psiquiatras italianos se inspiraron en el matadero de Roma para aplicar las corrientes eléctricas sobre las sienes que aturdían a los cerdos, antes de matarles, en las personas psiquiatrizadas. Con la falsa creencia de que epilepsia y esquizofrenia eran incompatibles, pretendían provocar esta última mediante convulsiones para así remitir los síntomas catalogados como esquizofrénicos.

Por supuesto, esta creencia hace tiempo ya que fue desmentida oficialmente, lo cual no ha impedido que lo que siempre se ha conocido como “electroshock” se siga practicando en la actualidad con total normalidad. Hoy en día la terapia electro-convulsiva se vende como uno de los métodos más efectivos contra la depresión.

Los defensores de este tratamiento siempre argumentan que hoy en día las cosas son distintas. Anestesia en el cerebro y relajantes musculares marcan esta diferencia respecto al tradicional electroshock. Sin embargo, esta “innovación” conlleva que llevar a cabo las convulsiones sea más complicado y por ello el tratamiento sea más largo, el voltaje pueda incrementarse según en qué casos y el daño cerebral corra el riesgo de ser mayor. Porque de las pocas cosas que se han podido demostrar hasta día de hoy es que la TEC genera daño cerebral. Ya antes de probarse con personas en psiquiatría se demostró con otros animales. Entre este daño cerebral se encuentra la pérdida de memoria y las dificultades para recordar. Este daño no fue reconocido únicamente por la parte más crítica de la comunidad psiquiátrica, sino por algunos de los propios defensores de la TEC. Recordemos que Max Fink, uno de los firmes defensores de este tratamiento durante décadas, sostuvo que el daño cerebral era el responsable del efecto terapéutico. Otro asunto que sí ha cambiado es uno muy sutil pero no menos importante. El propio cambio de nombre pasa de ser “electrochock”, sin ninguna connotación positiva, a “terapia” electro convulsiva. Este cambio no es neutral y demuestra un determinismo terapéutico difícil de sostener con argumentos.

Existen formas de justificar la TEC de varias maneras. Por ejemplo, La psiquiatría biologicista cuestiona que la TEC genere pérdida de memoria remontándose a las evaluaciones de memoria que suelen ser únicamente sobre la dimensión verbal. La TEC suele practicarse en el hemisferio derecho del cerebro, allí donde la memoria verbal no se ve perjudicada. Sin embargo, sí hay documentación sobre daños en la memoria musical, en la visual, en la espacial, en la capacidad de intuición, de responder a las emociones etc Como vemos, una manera muy simplista de negar la peligrosidad de una práctica sobre la que se sigue conociendo muy poco.

Poniéndonos en contexto;

Alrededor de un millón de personas reciben Tec en el mundo. Un porcentaje muy alto de las personas que reciben electroshock son mujeres. Existe un estudio llamado la práctica de la terapia electro convulsiva en España, promocionado no por casualidad por la SEPB (Sociedad Española de Psiquiatría Biológica) que afirma que más de la mitad de las unidades en el estado utilizan este tratamiento. Es una sorpresa para muchas personas el descubrir que la TEC es una práctica cotidiana hoy en día. Una de las noticias que han marcado este hecho es que el pasado Octubre salío en la prensa que el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) va a comenzar a ofrecer la TEC para “tratar los casos de enfermedades mentales más graves” Esto quiere decir, para aplicarselo a las personas que no hayan respondido favorablemente a los tratamientos farmacológicos y la psicoterapia. La noticia es proclamada por la prensa como un avance positivo puesto que hasta ahora dicho tratamiento incuestionable científicamente estaba siendo ofertado por la sanidad privada en esta comunidad. Centros sanitarios públicos de Cataluña, Madrid, Euskadi y Navarra lideran esta práctica.

 

TEC en Cantabria

El Plan estratégico de la docencia 2014-2016 recoge en el punto 9.6 el programa de tratamiento electroconvulsivo. Se administra tratamiento TEC en fase intensiva (hasta remisión) y de mantenimiento a pacientes con indicación terapéutica de toda Cantabria, en colaboración con el servicio de Anestesiología, reanimación y unidad del dolor, y con el hospital de día quirúrgico. Es uno de los programas asistenciales específicos en el Hospital universitario Marqués de Valdecilla. En el comité de Consenso del documento “Consenso español sobre la terapia electroconvulsiva 2004” está el psiquiatra Francisco Díez, antiguo jefe de Psiquiatría de Valdecilla, antiguo jefe de servicio en el centro hospitalario Padre Menni y considerado el principal promotor de la psiquiatría moderna en Cantabria.En la revisión externa del documento de “Consenso español sobre la terapia convulsiva, 2018” Jesus Artal Simón, profesor asociado a la universidad de Cantabria, y jefe del servicio de Psiquiatría del hospital universitario Marqués de Valdecilla.

Ante una realidad marcada por asociaciones de familiares y personas con enfermedad mental que reciben financiación de grandes farmacéuticas, fundaciones de investigación en psicoterapia que contemplan las descargas eléctricas como válidas para abordar la depresión en caso de que los pacientes no respondan a otros tratamientos, unos medios de comunicación que avalan la TEC como alternativa a la medicación, y las principales figuras de la psiquiatría cántabra como parte de los principales defensores de esta práctica violenta, el panorama no es muy alentador. Sin embargo, siempre existen voces que se levantan contra la versión oficial.

No muy lejos de Cantabria, en el hospital Rio Hortega de Valladolid, una comunidad de profesionales de la salud mental se mantienen críticos con su propia profesión psiquiátrica (https://www.briega.org/es/evento/que-eso-revolucion-delirante) y con la TEC como una de las prácticas más ejemplares de lo que sigue siendo la psiquiatría; “El brazo armado de una forma de vida” donde la depresión es abordada, para no variar, desde un enfoque biologicista. Gracias al blog “Esquizofrenia en Cantabria”http://esquizofreniaencantabria.blogspot.com/  personas de esta comunidad han podido saber que el día 16 de mayo es el día internacional de protesta contra el electroshock, día con especial incidencia en lugares como Argentina y Chile. También colectivos de supervivientes de la psiquiatría se alzan contra este tratamiento. Es el caso del colectivo “Locomún”(https://es-es.facebook.com/LoComun/), entre otros repartidos por todo el estado y el mundo.

 

¿Entonces?

Entonces, la pregunta es; Si acogemos una idea tan reduccionista y simplista de poder curar una depresión por medio de convulsiones provocadas bajo descargas eléctricas. Si esto fuese cierto, ¿hasta qué punto merece una cura pagarse con daños cerebrales que conlleven pérdidas de memoria temporales y/o irreversibles? Hasta ahora la mayor defensa de quienes abogan por esta práctica se basa en hipótesis, y el mayor argumento contra quienes, tanto dentro como fuera de la psiquiatría, dudan de lo ético e incluso efectivo de esta “terapia”, es que se basan en prejuicios promovidos por el mundo cinematográfico.

 

Surgen muchas incógnitas ante la TEC. Si dejamos de lado por un segundo la cuestión de la “efectividad” en el tratamiento, podemos preguntarnos hasta qué punto la TEC se aplica con consentimiento de las personas afectadas. Es decir, si una persona se niega a tomar medicación, la TEC se puede aplicar en consecuencia con el criterio de un psiquiatra. Cuando se habla de que la TEC se usa sólo en última instancia cuando los otros tratamientos no dan resultado, ¿Cómo de delgada es la línea de ambigüedad que se juega a la hora de respetar el consentimiento de la persona? En este limbo psiquiátrico, la práctica cotidiana trae a colación testimonios de pacientes que no respondían al perfil de personas que deban recibir TEC bajo normativa y del mismo modo han sido electrocutadas(https://www.cabezasdetormenta.org/2016/06/120-apuntes-sobre-el-electroshock/). La ONU afirma que si el electroshock se hace contra la voluntad de una persona, esto pasa a considerarse tortura. ¿Qué tipo de consentimiento tienen las personas que no responden a sus tratamientos?

Otro factor importante es el eje sobre el que en este mundo se estructuran las cosas, el economicista. La aplicación de este tratamiento es bastante barato, por lo que tampoco es un esfuerzo muy relevante para la sanidad pública integrarlo. Todas las conductas refractarias a un orden psiquiátrico que contiene el sufrimiento psíquico de las personas por encima de acompañarlo, pueden contenerse de esta manera sin muchos costes cuando los psicofármacos no cumplan el papel esperado. Desconocemos si la realidad actual y local tiene los mismos vínculos entre defensores de la TEC con empresas que fabrican las máquinas de electro convulsión, por lo que no podemos afirmarlo. Lo que sí sabemos es que en la historia de los psiquiatras defensores de la TEC este hecho si ha sido una realidad compartida. Un ejemplo, el experto Robert Abrams.

Cuestiones como el consentimiento, la rentabilidad económica, las consecuencias para la salud, el reduccionismo de la depresión a un problema estrictamente bioquímico, y el proceso falto de justificación de la psiquiatría en su aplicación de electroshocks, han sido algunas de las razones para visibilizar que la “terapia” electro convulsiva es una realidad cotidiana en el estado español y que se aplica también en Cantabria. Contrarrestar este vacío informacional al respecto podría ser una buena hoja de ruta para actuar en consecuencia ante una psiquiatría que pretende reducir a las personas a computadoras electrónicas que puedan resetearse y volver a empezar una y otra vez.