Comunicado ante la muerte de Mohamed Bouderbala en el CIE de Archidona
La mañana del 29 de Diciembre Mohamed Bouderbala estaba muerto, falleció en el CIE de
Archidona. Una cárcel que se abrió deprisa y corriendo, para albergar en ella a unas 500 personas.
Una vez más la respuesta del estado ante los acontecimientos que no puede controlar es el encierro, en este caso, lo incontrolable son las migraciones. Y otra vez el encierro ha supuesto desesperación y frustración; desencadenando sus trágicas consecuencias.
El centro, que estaba proyectado como la futura cárcel Málaga II y que todavía estaba inacabado, fue abierto como CIE provisional a finales de noviembre. Ya desde su apertura recibió multitud de denuncias por las malas condiciones a las que se estaba exponiendo, a este medio millar de personas. No estaba habilitado para albergar vida: no había agua corriente, los internos estaban sin mudas, sin calefacción y con dificultades para acceder a sus pertenencias. Un centro sin sistema anti incendios ni plan de evacuación probados y con asistencia médica insuficiente.
En este caldo de cultivo: encierro, represión, malas condiciones, frio...comienzan las primeras deportaciones y los confinados estallan contra sus atacantes. El 13 de diciembre surgen los primeros conflictos, a fuera solo llegan algunos videos y fotos de la UIP (policía antidisturbios) poniendo fin a la revuelta de forma violenta. Las condiciones no cambian, así que tampoco se frenan las protestas. El 28 de Diciembre hubo otra, Mohamed fue una de las personas que protagonizó dicha protesta, por la que fue confinado en aislamiento, donde estuvo 18 horas. Sin comida, sin visitas, sólo, herido, encerrado por migrar, sin poder comunicarse con el exterior, encerrado antes de llegar, después de un viaje largo y durísimo, sufriendo el desprecio de Europa, para quien él y todas las personas que como él llegan no son personas, son parásitos a eliminar.
Supuestamente se suicidó, supuestamente no debería haber llegado a la costa del estado español. Supuestamente no es problema de Europa las malas condiciones de vida en otros estados, supuestamente el colonialismo no ha dejado secuelas.Después de la muerte de Mohamed las deportaciones continuaron, hasta vaciar el CIE, los testigos desaparecen. Así que la Justicia archivó el caso en tan solo 6 días. Se suicidó y punto. La responsabilidad recae en la víctima y se acabó.
La política de inmigración del estado es clara: persecución, encierro y expulsión. A los ojos de la decadente Europa la migración es mala, la migración de lo que califican sur al norte, claro. Visita África, conozca sus culturas, explote sus recursos, expolie a su pueblo, cree territorios de ensueño solo para turistas, vacaciones solidarias, vacíe de crudo sus reservas, véndale armas. Pero que ellxs se queden donde deben estar o tendrán sus consecuencias. Tristemente, podemos recordar atrocidades como la de Tarajal en 2014, cuando la guardia civil disparó a un grupo de personas que trataban de llegar a nado a la costa. Al menos fueron asesinados 15 seres humanos, según algunos supervivientes hubo muchos más. Todos los que consiguieron llegar a la costa fueron deportados automáticamente.
En los CIEs también hay muertos, queremos recordar a los últimos, hasta la fecha y que sepamos:
Osamuyi Aikpitanyi 2007 (Vuelo Iberia Madrid-Lagos;Nigeria) Murió durante su deportación con 23 años, asfixiado por la cinta adhesiva con la que los policías nacionales que le “custodiaba” le taparon la boca y la nariz. Tras el juicio los agentes fueron condenados con una multa de 600€.
Jonathan Sizalima 2009 (Comisaría extranjería P.N, BCN) El jueves 18 de junio de 2009 fue apresado el joven ecuatoriano de 20 años. Horas más tarde, Sizalima apareció ahorcado en su celda. Un supuesto suicidio pese a que ya se había procedido a su excarcelación. A los padres del fallecido ni siquiera les dejaron ver de cerca el cadáver de su hijo, sino que solo lo pudieron ver tras un cristal y tapado con una manta. Solo se le veía la cabeza.
Mohamed Abagui 2010 (CIE Zona Franca, BCN) Tenía 22 años cuando apareció muerto en su celda a los pocos días de ingresar en el CIE, Los familiares que lo visitaban habían manifestado su preocupación por el estado físico y psicológico en el que se encontraba.
Samba Martine 2011(CIE Aluche, Madrid) Murió tras agonizar durante varios días, quejando se de fuertes dolores y parálisis, varias veces la tuvieron que llevar sus campaneras de encierro hasta la puerta del servicio médico, durante días de agonía no la visitó ningún médico. Finalmente murió a las pocas horas de llegar al hospital 12 de octubre. Llevaba 40 días internada en el CIE de Aluche. A día de hoy, más de 6 años después de su muerte, la justicia institucional no ha conseguido celebrar el juicio y dos de los 3 imputados están “ilocalizables”.
Idrissa Diallo 2012 (CIE Zona Franca, BCN) Tenía 21 años, llevaba 15 días encerrado el CIE, Su muerte, pese a haber tenido lugar en dependencias del Estado nunca se investigó. La familia de Idrissa, en Guinea Conkary, ni siquiera fue informada oficialmente de su muerte. Los restos del joven se encuentran en el cementerio de Montjuïc, y se encontraron gracias a la labor de investigación de los activistas de Metromuster, productora audiovisual que realiza un documental sobre el caso.
Alik Manukyan 2013 (CIE Zona Franca, BCN) Apareció ahorcado en su celda, según la policía Alik estaba aislado por ser “agresivo”, que entró con normalidad en la celda y que apareció ahorcado con los cordones de sus zapatos. Algunos internos, en cambio, declararon a Tanquem els CIE que este ciudadano armenio había tenido un enfrentamiento con la policía, que había sido agredido, y que le habían llevado a medianoche al cubículo de aislamiento, donde estuvo gritando y gimiendo hasta entrada la madrugada. Haciendo uso de su práctica usual, los vecinos de celda de Alik fueron deportados al día siguiente, por lo que no pudieron ofrecer su testimonio.
Lo llaman centros, son cárceles. Y como en toda cárcel el sufrimiento, el silencio, la enfermedad y la invisibilidad se ceban en quien no puede defenderse. No hay responsabilidad, el estado ve justo y necesario e incluso lo llama política, política de inmigración, dicen. Aislamiento y soledad, un combo muy difícil de compaginar, si le sumamos la incertidumbre de ser deportadx o la impotencia del viaje truncado. Este sufrimiento, evitable, es Racismo de Estado, jamás veremos como enemigos a estas
personas por su condición de migrante. No podemos seguir tolerando estos encierros, ni los de tantxs otrxs.
¡NI CIES, NI REJAS, NI PRESOS, NI PRESAS!