Balance parcial del encuentro sobre intercambio generacional en Santander
El pasado lunes 28 de Noviembre hubo un encuentro en Santander que tenía como objetivo reunir a personas de distinta edad para intercambiar impresiones, de forma informal, charlando tranquilamente, sobre el pasado y el presente, sobre las diferencias y semejanzas en las formas de enfocar las luchas de entonces y de ahora. Para ello calculamos que hubiese una parte similar de personas que vivieron la transición/transacción a la democracia, y de asistentes más jóvenes que estén militando en la actualidad o que tengan una inquietud crítica de luchar contra el sistema.
Lo cierto es que este equilibrio no lo conseguimos y es cierto que el intercambio de experiencias y la transmisión de conocimientos que se pudo dar en las, más o menos, 2 horas de duración del encuentro, fue más desde las experiencias pasadas, que desde nuestro relato sobre lo que estamos construyendo en la actualidad. Es decir, algunas de las personas (aquellas que vivieron la reconstrucción de la CNT tras años de dictadura franquista plagada de exilio y clandestinidad, las mismas que dieron vida al ateneo libertario en Santander) que acudieron, se mojaron más en contarnos a las más jóvenes como fue ese empezar desde cero a crear un espacio en el que confluían iniciativas variadas; naturistas, ecologistas, ganaderas, homosexuales, feministas, de apoyo a presos, agroecológicas… con las pocas referencias que podían aportar un puñado de libros sobre anarquismo. Un despertar de esos años de ebullición política en los que el ateneo libertario se llenaba en cada actividad, en donde el interés político se juntaba a la inquietud desbordante de saber y de curiosear, lo que generaba que hubiese debates y encuentros con gente tan distinta que no imaginaríamos ahora mismo. Este ambiente tan heterogéneo no frenaba ni limitaba el discurso de los compañeros que han formado parte de este encuentro. Se hablaba de abolición de la sociedad de clases, de ir a por la revolución social, de anarquismo, sin medias palabras ni eufemismos. A su vez, tenían un discurso colectivo y se sentían parte de algo común. En esta parte del relato que cada uno fue aportando, sobre la cual esta síntesis no llega ni de lejos a narrar la mínima parte de cosas que pudimos escuchar, la conversación giró un poco hacia preguntas más centradas en la actualidad.
Ante un presente caracterizado por el barrido institucional de las calles que ha posibilitado el circo electoral y los llamados partidos del “cambio”, la ausencia de intercambio generacional imposibilita refrescar la memoria sobre las derivas autoritarias del pasado. Y es en ese contexto donde las personas más jóvenes que acudimos al encuentro reconocimos que no tenemos un discurso común, ni una propuesta de transformación social reflexionada colectivamente. Al mismo tiempo, podemos tener en ocasiones el mismo lenguaje claro y directo sobre el que antes hemos mencionado, pero no salimos a cualquier sitio a propagarlo. Nos anclamos mucho en nuestros espacios y tenemos poca intención de difundir nuestras ideas con argumentos en espacios no afines o no tan cómodos. Algo que sí hacían nuestros compañeros en esa época.
Sin embargo, nada de estos puntos fuertes de antaño frente a hoy son achacados a una actitud genuina o a una mayor capacitación en la militancia por parte de los compañeros más mayores, sino a ser parte de un momento histórico, condicionados por el contexto, peculiar por la época , pero también por el territorio. No era lo mismo vivir esos años en la CNT de Santander que en otros puntos del estado. La crisis del sindicato no sólo es achacada al terrorismo de estado protagonizado por los sucesos del caso Scala, sino también a los conflictos interiores entre militantes y sus fracturas en los métodos y los caminos a seguir, lo cual requiere un importante ejercicio de autocrítica. Además, también compartimos la existencia actual de unos mecanismos represivos más sutiles y perfeccionados que antaño y, en consecuencia, una situación que deja otras muchas dificultades a la hora de difundir las ideas libertarias y de ponerlas en práctica. Por ejemplo, frente a la escasez de información en las publicaciones en el periodo de años de la historia sobre la que estuvimos hablando, nos enfrentamos hoy en día al bombardeo y la saturación de información que confunde, simplifica e invisibiliza nuestros discursos, al mismo tiempo que nos ofrece una amplia gama de ofertas donde poder coger un poco de cada sitio sin comprender realmente gran cosa, o mejor dicho, sin poder socializarlo en profundidad, dado que el individualismo de hoy en día posibilita que cada uno tenga su propio “yo” autorrealizado, con su propia formación y sus gustos personales y propios, frente a esos años en los que el conjunto de libros compartidos entre las distintas revolucionarias era más limitado pero más discutido, más trabajado, más confrontado.
Formaban parte de algo común y se lo creían. La militancia no era un pasatiempo del que escapar de vez en cuando sino la vida entera, y se iba a por todo, pues era importante estar en todos los frentes posibles. El compromiso y la constancia eran algo a valorar.
¿Y ahora qué?