12 de octubre, fiel a la cita

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Trabajar, casarse, criar niños y defender la patria: he aquí el programa virtuoso que las iglesias, los Estados y los moralistas nos presentan como ideal. No todos osan promover el trabajo, la familia y la patria presentándolos como divisas nacionales, pero muchos consideran estas instancias como valores a los cuales hay que sacrificarse con la seriedad que se impone.
Producir riquezas, niños, nacionalismo y orden: estas son las cuestiones de las que debe ocuparse el ciudadano modelo, el mismo al que se adorna y recompensa con medallas por los buenos y leales servicios prestados a la empresa, la fábrica, el Estado, la nación, la demografía o sencillamente a lo que se presenta como puro y simple sentido común.
En este sentido, Michel Foucault ya mostró sagazmente el parentesco entre la escuela, la familia, la procreación, la fábrica, el cuartel, la nación y la prisión.
Pues eso, que en esta mierda de día de exaltación patriótico - nacionalista, valga para cualquier mierda de patria o nación, de aquí a allá, de vento a barlovento, de Oriente a Occidente, urbi et orbi, Antístenes el Cínico ya les decía a sus lerdopatriotas griegos: «no sois más nobles que los caracoles y los saltamontes, pedazo de imbéciles».