El dogma del progreso y la modernidad: La Autovía de la Meseta como ejemplo

 
Inaugurar una obra milmillonaria cada día es el sueño, afortunadamente frustrado, de todos los gobernantes; firmar un altísimo y prolongado viaducto es el objeto de deseo para cualquier ingeniero con ambiciones profesionales; un proyecto de presupuesto megalómano, que ocupe cuantos más años y más recursos materiales y humanos mejor, es el gran maná para un reducido número de empresas con capacidad para ejecutarlas. Además conviene tener presente, si vamos a hablar de autovías, que la red viaria española es esclava de un modelo de transporte elegido entre otros posibles y, en consecuencia, políticamente beligerante y amparado por poderosos sectores económicos (petroleras, fabricantes de vehículos…), porque conviene saber que somos el país de la UE que más utiliza el camión para el transporte de mercancías y el coche para los viajeros.
Estas cuatro circunstancias objetivas, a las que podrían sumarse otras menos respetables y en mente de todos, suelen condicionar en extremo la propuesta y resolución de las grandes infraestructuras públicas en general y en particular una autovía de las características como la que comunique a Cantabria con la meseta. Lo novedoso en las últimas décadas es que precisamente para arroparlas y diluirlas a los ojos de una ciudadanía cada vez mejor informada, se ha acuñado el dogma del progreso y la modernidad. Se trata de repetir muchas veces que algo es moderno y trae progreso para que todo el mundo sucumba al hechizo de las dos palabras. Así viene siendo, pero este discurso empieza a quedarse obsoleto y ello, fundamentalmente, gracias al trabajo del movimiento ecologista, que está consiguiendo valorar el agua, el aire y el paisaje como elementos a tener en cuenta por encima de los medidores convencionales de calidad de vida, como puedan ser el número de vehículos por habitante, la velocidad media de una ruta, o el incremento del consumo energético.
Pues bien, si nos atenemos a la “opinión publicada”, la obra más moderna y que traerá más progreso a Cantabria es la Autovía a la Meseta, hasta el punto de que en apariencia es el pilar que soporta el peso del acuerdo de Gobierno entre el PP y el PRC. Aunque curiosamente, y si nos atenemos al capítulo de Justificación del Proyecto, llama poderosamente la atención que el equipo redactor solo fue capaz de escribir 10 líneas para justificar la necesidad de esta autovía, limitándose a argumentar su inclusión en el Plan General de Carreteras 1992/2000 (un negocio inicial de 235.800 millones de los de entonces). Pero no sorprenda a nadie este escaso esfuerzo intelectual, porque el capítulo de Justificación para las obras públicas, al igual que la mayoría de los Estudios de Impacto Ambiental, solo se incluyen para no dar argumentos de ilegalidad a quienes defiendan otras alternativas.
¿Por qué se decide hacer una autovía de nuevo trazado sin analizar la opción de desdoblar la actual CN-611?. Esta razonable pregunta ha tenido como única respuesta la repetida letanía de progreso y modernidad que debemos comenzar a rechazar como principio incuestionable, y que debemos sustituir urgentemente por criterios más racionales, más ricos y diversos. ¿Por qué es más moderno y aporta más progreso ir en un coche a 120 Km/hora que ir a 90 Km/hora, si esto supone además la destrucción de la vaguada del río Galerón y aumenta la contaminación acústica y atmosférica de los habitantes del valle?.
Muchos pensamos que la Autovía de la Meseta solo está justificada, por volumen de tráfico y dificultades técnicas para un desdoblamiento, en el tramo Torrelavega-Los Corrales de Buelna. En el resto del trazado el desdoblamiento es perfectamente viable, construyendo primero el desdoblamiento y acometiendo posteriormente el arreglo de la actual vía. El ahorro económico y ambiental sería fabuloso, no olvidemos que la autovía proyectada, con una anchura superior a los 20 metros, con sus desmontes, movimientos de tierras y vallados insalvables, atraviesa una zona extraordinariamente valiosa, especialmente en el tramo entre Molledo y Pesquera.
En este ejemplo el dogma del progreso y la modernidad ha topado con la instrucción iniciada por el Fiscal General de Medio Ambiente porque la tramitación del Estudio de Impacto Ambiental ignoró olímpicamente la realidad física y biológica del trazado de la autovía, pero la respuesta judicial siempre es el resultado de un fracaso colectivo. El Gobierno y la sociedad de Cantabria debemos resolver estos aparentes conflictos entre el medio ambiente y el desarrollo con nuevos planteamientos y mucho diálogo entre las partes. Revisemos el proyecto de la Autovía de la Meseta y no sucumbamos al dogma del progreso y la modernidad.
 

Foto: Fotografía tomada el 26 de Agosto durante la marcha organizada por ARCA y Ecologistas el Acción para recorrer el trazado previsto de la Autovía de la Meseta y observar sus efectos.