De aquellos polvos vienen estos lodos
Corrían los años 80 y el tan traído y llevado diálogo social se imponía en la escena sindical estatal apadrinado por partidos políticos recién instaurados en el conformismo provocado por la “Transición democrática” española. Todo signo de rebeldía y lucha debía de ser apagado y frenado por el supuesto bien general.
Las fuerzas sindicales de CCOO y UGT, en pos de esa mal llamada Transición, deciden alinearse con la política oficial de paz y concordia y dejan de lado la lucha sindical en beneficio de la concertación social.
Pasan los años y la clase trabajadora sufre importantes atentados que ponen en peligro y reducen drásticamente derechos y libertades, obtenidos en muchas ocasiones a sangre y fuego por miles de hombres y mujeres que dieron sus vidas por defender unos ideales de justicia social.
Recortes, supresión de derechos, abaratamiento progresivo del despido, contratos basura, precariedad… los sindicatos mayoritarios, aburguesados después de largas temporadas de aturdimiento y letargo, corruptos en sus más altas esferas, sumisos al Estado del que dependen económicamente, deshonran a todos a aquellos trabajadores que en su tiempo creyeron en la defensa de la dignidad. La pasividad y el olvido de lo que un día fueron, la imposibilidad de volver a la lucha después de años de obediencia, provocan la total indefensión de una clase trabajadora incapaz de levantarse y defender lo suyo después de mas de tres décadas de pasividad.
En Cantabria, el progresivo deterioro de la actividad sindical de estos sindicatos es bien visible en empresas en donde la cuota de poder se reparte a partes iguales, con el único objetivo de acaparar delegados y comités de empresa y por ende las correspondientes subvenciones. En la mayoría de los casos nos encontramos ante empresas con una amplia mayoría sindical de CCOO y UGT, obtenida gracias a diversas estrategias concertadas con las propias empresas.
La palabra “lucha” pierde todo su significado a favor de ese tan vanagloriado diálogo y consenso social, que únicamente ha traído a la clase trabajadora el aburguesamiento, la pérdida de la dignidad como componente irrenunciable y la incapacidad de luchar por unos derechos pisoteados regularmente.
CCOO y UGT han contribuido decisivamente a fomentar la inacción dentro de la clase trabajadora. Han conseguido mutilar toda clase de reivindicación y defensa de los intereses de la misma, fomentando la no participación de los trabajadores en la toma de decisiones. Su afán desmedido por obtener su cupo de poder dentro del sistema les ha hecho olvidarse de su fin primero y último: la defensa del puesto de trabajo y del trabajador.
Al disidente le queda aguantar y esperar, seguir luchando enarbolando la bandera de otro sindicalismo posible, un sindicalismo horizontal en el que sean los propios trabajadores los protagonistas de su historia, un sindicalismo de clase, combativo, con conciencia y memoria, un sindicalismo muy alejado de lo que hoy en día representan CCOO y UGT. Algunos desengañados ya hace tiempo que estamos en ello.