Paremos el genocidio en Palestina
POR PALESTINA, EN ENERO DE 2025
Al igual que hoy, hace un año salíamos a las calles en más de 100 ciudades de todo el estado para exigir al gobierno del Estado español medidas concretas y eficaces contra el genocidio en la Franja de Gaza, para denunciar la ocupación, el apartheid y el colonialismo en Palestina.
Hoy salimos exigiendo que se imponga el alto el fuego, que nunca hubiera sido posible sin la resistencia del pueblo palestino y la movilización de millones de personas en todo el mundo. Celebramos, junto al pueblo palestino, el alto el fuego pero seguimos sin bajar la guardia y estaremos vigilantes para que se respete. Puede que las bombas cesen, el alto el fuego no significa la vuelta a la normalidad ni la llegada de una paz justa para Palestina. La Franja de Gaza está completamente arrasada, más del 10% de la población de la Franja de Gaza ha sido asesinada por los bombardeos, el hambre, o la falta de asistencia sanitaria y aunque se retiren las tropas genocidas, seguriá sometida a un bloqueo inhumano e ilegal. El alto el fuego no significa el desmantelamiento del régimen colonial y de apartheid y desde aquí vamos a seguir acompañando al pueblo palestino en su lucha por la autodeterminación. Vamos a seguir presionando al Gobierno para que rompa sus complicidades y para que imponga de inmediato un embargo de armas porque la opresión continúa, la violencia estructural no cesa y la ruptura de las relaciones militares y de seguridad sigue siendo un elemento necesario para dejar de apuntalar a un estado criminal.
Durante el último año nos hemos manifestado todos los meses para denunciar la complicidad del gobierno, para exigir que rompa las relaciones diplomáticas, económicas, académicas, deportivas, culturales y sobre todo militares con Israel. Imponer un embargo de armas es una obligación moral, ética y legal. Lo recoge el artículo 2 de la convención contra el genocidio, lo recuerda la última Opinión Consultiva del Tribunal Internacional de Justicia y decenas de resoluciones de Naciones Unidas. Dejar de armar a Israel y de financiar el genocidio, el colonialismo y el apartheid es lo mínimo que deberíamos hacer para salvaguardar la escasa credibilidad que queda en el derecho internacional.
El gobierno sigue manteniendo las relaciones militares y de seguridad prácticamente intactas y engañando a la sociedad con una solidaridad impostada. No se puede fingir apoyo a Palestina y seguir colaborando con su opresor. Barcos con material militar siguen cruzando nuestros puertos. Solo entre mayo y septiembre, 25 barcos con 13,000 toneladas de armamento pasaron por Algeciras, y otros miles de toneladas por Valencia y Barcelona. Durante el último año se han invertido más de mil millones de dinero público en contratos con empresas militares y de seguridad israelíes, empresas que se lucran del genocidio, millones que podrían haberse invertido en mejorar la vida de la gente, en políticas de educación, sanidad o vivienda.
Un genocidio no se comete en solitario ni de un día para otro, es un proceso de deshumanización que requiere de apoyos, silencios y complicidades de quiénes se lucran con la sangre del pueblo palestino y con el sufirimiento de los pueblos y cuerpos oprimidos. La lucha de Palestina es la lucha global por un nuevo orden mundial que sitúe la vida y la dignidad de las personas en el centro, es parte central de la lucha feminista, antirracista, anticolonialista, antifascista y por la justicia climática.
No podemos hablar de una lucha feminista sin pensar en nuestras hermanas palestinas presas en cárceles israelíes, o en las más de 60,000 mujeres embarazadas que están pariendo bajo el genocidio, muchas de ellas con cesáreas sin anestesia. Durante los primeros 100 días del genocidio Israel asesinó a dos madres cada hora.
Palestina es un eje central en la lucha contra el racismo y el colonialismo. Israel es un régimen de apartheid y colonial que impone un sistema de segregación y discriminación estructural contra el pueblo palestino. Netanyahu, con una orden de arresto por crímenes de guerra de la Corte Penal Internacional, mantiene su política genocida de la mano del fascismo y la ultraderecha. Detener el fascismo y el genocidio son parte de la misma lucha.
Las guerras matan a miles cada día en todo el mundo. Ya sea el genocidio en Palestina, la guerra de Ucrania, los conflictos en el Congo y Sudán del Sur, todos ellos son una respuesta a la codicia de las élites por acceder a recursos: tierra, agua, minerales, combustibles fósiles u otros. Todos estos conflictos generan un horrible sufrimiento humano y un trauma social histórico. Todos ellos alimentan y son alimentados por el creciente fascismo. Todos ellos agravan las crisis climáticas y medioambientales.
Hablar del fin del genocidio es hablar de justicia climática. La industria militar, cómplice necesario y gran beneficiada de la masacre de miles de personas, es una industria altamente contaminante. Durante los primeros tres meses de bombardeos sobre Gaza, se generaron emisiones de CO2 equivalentes a las que producen 26 países juntos en un año. El genocidio en Palestina es acompañado de una catástrofe ambiental planificada. El mundo ha sido testigo y cómplice de un ecocidio intencional que ha devastado ciudades y campos destruyendo redes de suministro y saneamiento para hacer inhabitable el territorio de Gaza. Acabemos con el genocidio, el ecocidio, el fascismo y la industria militar que los sustenta para salvar a nuestro planeta.
Exigimos un embargo de armas para defender la vida aquí, en Palestina y en todo el mundo.
Desde RESCOP y los colectivos convocantes, le exigimos al gobierno que:
Imponga un embargo de armas completo e inmediato. No más ventas, no más compras y no más tránsito de barcos con armas hacia el genocidio por nuestro territorio.
Rompa relaciones diplomáticas, institucionales, económicas, deportivas y culturales con Israel y asegure el cumplimiento de las exigencias impuestas por el Tribunal Internacional de Justicia que reclama el Fin de la ocupación y el apartheid en Palestina y la prohibición de cualquier colaboración que mantenga este régimen ilegal.
Ponga fin a la persecución y criminalización de la solidaridad con Palestina y derogue la Ley mordaza. Los criminales son los representantes del gobierno de Israel y quiénes les apoyan con sus silencios cómplices, no quienes salen a la calle a defender la vida.