Introducción a la semiología de la expresión (2ª parte)

La Semilogía de la Expresión es una ciencia nueva, El objeto de su estudio son fenómenos, que siempre han existido pero que hasta ahora han sido ignorados y cuyo conocimiento es de tal naturaleza que transforma la mirada sobre el trazo.

El estudio semiológico se interesa en las características universales del hecho de trazar y se abstiene de toda interpretación subjetiva.

La semiología de la Expresión revela una manifestación llamada Formulación, por la cual toda persona está en condiciones de expresar lo que no puede ser expresado de ninguna otra manera.

La Formulación es el conjunto de elementos comprendidos entre el torbellino y las figuras esenciales y las leyes que rigen su evolución. Es un sistema autónomo, independiente del arte, de la psicología o de la pedagogía. Estructurado y coherente, Se trata de un desarrollo natural y programado con leyes propias. Universal. No depende de las influencias del exterior. Cada persona, sean cuales sean sus condiciones sociales, culturales o climáticas, utiliza los mismos trazos.

Los trazos nacen del gesto de la mano, que deja su huella sobre una superficie.

El niño juega con ellos. Los despliega en el espacio disponible, los multiplica, los combina, yuxtaponiéndolos unos a otros, cruzándolos, incluyendo unos en otros. Sin querer aún representar nada.

El juego con las imágenes

Y en el devenir de este juego apasionante, acontece un día que alguna de las formas trazadas, es asociada, o le recuerda a algún objeto de su interés, Entonces, una figura redonda, trazada sin intención se convierte a sus ojos en una manzana, o una cruz en un avión. El niño inviste los trazos que ha dibujado con la evocación de las cosas que encuentra en su vida y hace nacer así, las imágenes.

Y es, de esta manera, que sobreviene el deseo de representar.

Cuando un niño, al cabo de interminables pruebas y después de una agotadora tarde de compras con su madre, consigue hacerse con la caja de zapatos, que acaba de estrenar, sabe perfectamente lo que se trae enire manos: una caja de cartón.

Podemos verle en el suelo, en un rincón, con algo, que de no ser por su insistencia hubiéramos destinado a la basura. Mete y saca de ella palitos y trapos. La manipula y la mueve en el aire. Hace extraños ruidos con la boca y mantiene diálogos consigo mismo de forma ininteligible. Parece, visto desde fuera, un entretenimiento banal, Pero en el mejor de los casos, no intervenimos, pues no molesta demasiado y tenemos cosas más importantes que hacer, que contemplarle y ver cómo pasa el tiempo.

Pero él no lo está perdiendo.

Con esa caja puede jugar como si se tratase de cualquier otro objeto. Y no necesita, -en absoluto, alterar su estructura, ni su apariencia, para que su juego sea completo, tenga todas las opciones posibles y pueda cubrir cualquier contingencia.

La formulación: Un código universal

Arno Stern quiso saber si todos los niños pintaban lo mismo que en su taller en París, independientemente del medio en que habitaban o si las condiciones externas modificaban la forma de trazar.

Durante una década viajó por el mundo, buscando pueblos cuyas diferencias de vida fueran patentes, Y desarrolló su investigación entre los nómadas del desierto, los pobladores de la selva virgen, los habitantes de la sabana y a dos mil metros de altura entre los pueblos indígenas de los Andes.

En estos lugares, eligió aquellas poblaciones en las que debido a su aislamiento o forma de vida, no existía institución escolar. Algunos de ellos no habían visto nunca lápices y pinceles y nunca habían dibujado.

Su ingente trabajo, carente de toda ayuda, y en las más penosas condiciones que se puedan imaginar, dio como resultado la comprobación de la universalidad de la Formulación, cuyos elementos constituyentes aparecían entre estas personas con toda la fuerza y la pureza de las manifestaciones de las personas libres.

Los diminutos seres que introduce en ella, muñecos de plástico o simples trozos de madera, cobran vida y se pueden configurar como audaces marinos. Solamente precisa un ligero balanceo, simulando el efecto de las olas, para evocar el desplazamiento de un navío en alta mar. Puede que una terrible tormenta estalle de pronto, Sopla el viento con enorme violencia, olas gigantescas empujan el barco con sus manos, como si se tratara de un juguete y lo levantan bruscamente a muchos metros de altura, haciéndolo crujir por todas partes y lo hunden después en el abismo, del que ya no saldrán sino gritos de espanto y desesperación de todos los tripulantes.

La tormenta se desvanece tan repentinamente como apareció. Ahora un viejo paño, cuidadosamente plegado, le permite luego acomodar cálida y confortablemente en la cama a un bebé que lloriquea y protesta al cambiarle los pañales. Se calma al ser atendido con infinita ternura y duerme después, arrullado por cariñosas y dulces palabras.

Un tren puede que requiera un cuerda atada en la caja para tirar de ella, - Sí se consiguen otras cajas atadas entre sí, una detrás de otra, el tren es perfecto.- Una locomotora infatigable: silbato ensordecedor, vapor y zapatazo rítmico en el suelo, lo arrastra de estación en estación, admitiendo y dejando pasajeros, según su destino.

La caja, invertida ahora su posición y sobre la cabeza, da lugar a que surja cualquier personaje, debajo de cualquier sombrero.

Pero puede que la coloque en el suelo, boca abajo, destinada a guarida de animales feroces, que acechan a algún superviviente del barco siniestrado unos días o unos minutos antes.

Cuando sabemos que todas estas operaciones y otras muchas más, tienen lugar en el transcurso del juego, no podemos dudar de las capacidades intelectuales de nadie, ni pensar en una ocupación trivial, o en un juego defectuoso, menoscabado o mal hecho, debido a la falta de una fiera o un tren auténticos o un ahogado de verdad, ¿Por qué, entonces, viéndoles dibujar, jugando no con una caja de cartón, sino con figuras redondas, cruces, triángulos o cuadrados, con las que representan todo tipo de objetos, consideramos que su juego es torpe, incompleto y necesitado de correcciones?

Los niños no quieren, ni necesitan, reproducir, imitar o copiar la realidad, la ficción o los objetos que conocen. Desean representarlos —hacerlos presentes en la imaginación para poder jugar.

De la misma manera, utilizan los trazos, juegan con ellos y los dotan con la capacidad de evocación de las cosas.

El espacio de papel en el que dibujan es su mundo y su espacio de juego. En él despliegan su pensamiento, sus conocimientos y experiencias, sus deseos y también sus emociones, sus alegrías y sus temores, se proyectan, exploran, descubren, transforman. Y como siempre que juegan, lo hacen en el límite de lo que son y pueden, rompiendo una y otra vez esos limites y creciendo.

“Los niños no necesitan copiar objetos, los representan desde su imaginación para jugar"

¿Cómo es posible que los adultos quieran corregir este juego, tengan la fatua pretensión de enriquecerlo y lo modifiquen hasta el extremo de llegar a hacerlo desaparecer?

En su juego con la caja no intervenimos porque no lo juzgamos importante. Nadie ve qué sacar en limpio de él. En sus trazos, intervenimos porque suponemos equivocadamente una intención de comunicar y una incapacidad. Decidimos que todo ello debe ser objeto de enseñanza, ignorantes del proceso que está en marcha, de su sentido y transcendencia. Y creemos necesario encaminarlo, dirigir” lo hacia el arte, no importa que no se consiga sino destruirlo.

Formación de los objetos-imágenes

Las representaciones de los objetos que, en un momento dado de su evolución, puede, desea y necesita hacer, se configuran de una manera muy especial; necesaria para poder contener los trazos, que antes hacían sin intención alguna y necesariamente, por tanto, alejadas del aspecto real de los objetos. El doble mecanismo descubierto por objetos-imágenes.

Se trata de la fusión de dos niveles y necesidades de distinta especie y origen. De una parte, lo que proviene de la razón, de la voluntad y del deseo de representar que genera imágenes. Y de otra, lo que procede de más allá de la razón, de la memoria orgánica: los trazos de aparición programada y que ahora encuentran cobijo bajo estas imágenes.

Diferentes formas de proceder son posibles. Puede suceder que el trazo se imponga con la fuerza de una necesidad incontenible e inmediatamente después ese trazo se justifique asociándolo a la representación de un objeto. O puede que sea previa la intención de representar; entonces, siempre claro está, que ningún modelo haya sido impuesto, se elaboran las imágenes de tal manera que éstas se convierten en receptivas de los trazos que se emiten simultánea e involuntariamente.

Así, los objetos-imágenes pueden justificar o esconder los trazos, y la formulación es posible, Los trazos, que aparecían desnudos y sin pretexto alguno como figuras primarias, aparecen ahora disfrazados bajo imágenes.

Arno Stern inventarió los objeto-imágenes que los niños hacen y encontró que su número era sorprendentemente
reducido, Personajes, animales, plantas, casas, barcos... Y encontró que cada uno de estos objeto- imágenes tenían también una evolución programada.

Como ya sabemos, estas imágenes no proceden, en contra de lo que se ha creído, de la observación del exterior. Y así, por ejemplo, las casas que pintan los niños no quieren ser reproducción de las casas que ven, ni de la casa en la que viven. Esta casa-tipo, tan perseguida y corregida por ignorancia, tiene un origen y evolución conocidos.

Y lo mismo podríamos decir de los personajes, animales, plantas o barcos.

Hay un número reducido de objeto - imágenes y también hay un número reducido de trazos. Y este conjunto de elementos de la Formulación constituye un código que es universal. Todos los niños del mundo pintan las mismas casas, independientemente de su lugar de origen y de la arquitectura local.

La expresión es una necesidad básica, En todo ser humano existe la necesidad de hacer esa emisión, que permite formular sensaciones grabadas en la memoria orgánica.

Este programa presente en todos y grabado desde antes dé su nacimiento es el que, al desencadenarse y ponerse en marcha, permite que aparezcan los trazos ordenadamente. No tiene fundamento alguno pensar que hay unas personas más dotadas que otras.

El medio y la educación afectarán de diferente manera y en mayor o menor medida a todos. En la mayoría, este programa queda deteriorado, pudiendo llegar hasta su completa aniquilación. Algunos conservarán esta capacidad más o menos parasitada y podrán jugar durante un tiempo en ciertas condiciones, Otros, muy pronto dejarán de jugar con las imágenes, secuestradas por la enseñanza y la educación artística.

Estas intervenciones introducen en ellos otro programa de forma brutal; un mensaje grabado a hierro y fuego: “No se me ocurre nada”, “No sé dibujar”, “No puedo”.

“Todos los niños del mundo pintan las mismas casas, independientemente de su lugar de origen y de la arquitectura local"

Toda la educación artística se ha basado desde el principio en las tres concepciones erróneas tratadas hasta aquí:

  • Desde el primer trazo, todo es para la comunicación.
  • Los dibujos de los niños son una etapa en el camino que conduce al arte.
  • Algunos están más dotados que otros.

No puede encontrarse una actividad tan extendida, tan intensamente practicada por los niños desde tan pequeños y tan subordinada, supeditada y utilizada como medio para conseguir aprendizajes tan diversos.

Los niños cada vez tienen menos ocasiones de dibujar en un papel blanco libremente, jugando sin finalidad alguna, por placer. Sin temas impuestos o sutilmente sugeridos, sin necesidad de hacer ilustración alguna de lo oído, hablado, leído o estudiado; sin tener qué calcar o copiar Con o sin cuadrícula; sin tener que rellenar, colorear o hacer un trazado continuo sobre uno discontinuo; sin tener que dar explicaciones y sin tener que preveerlas; sin tener que someterse a las opiniones, comentarios o juicios de los demás; sin necesidad de tener que dibujar a fecha fija para regalo en el día del padre, de la madre o de la abuela, para los niños de otro colegio, con los que hay un intercambio de “correspondencia”, para la maestra, para la psicóloga, para la exposición, para el concurso con motivo del día internacional del árbol, de la educación vial, del oso en extinción, contra la droga, el racismo o a favor del reciclaje de basuras.

No hay ocupación que se comience con tanto entusiasmo y fervor y que termine tan malograda y en un fracaso tan estrepitoso y abrumador. Nada tan apasionadamente iniciado y tan masivamente abandonado poco después.

“Los niños cada vez tienen menos ocasiones de dibujar en un papel blanco libremente, jugando sin finalidad alguna, por placer"

Imaginad que la escuela, debido al progresivo adelanto de la edad de escolarización, asumiese e incluyese en su programación los aprendizajes de comer, andar y el de la lengua materna; y que terminado el periodo de escolarización, saliesen casi todos los niños aborreciendo comer, en silla de ruedas y temerosos e incapaces de balbucear apenas palabra alguna y que todo esto lo aceptásemos como algo natural, ¿Cómo la escuela no ha establecido, hace tiempo ya, una relación directa entre el fracaso total en el aprendizaje del dibujo y su pretensión de enseñarlo, su forma de ponerlo en práctica y la manera de utilizarlo abusivamente después?

No por maldad, desde luego, sino por puro desconocimiento (pues no hace tanto tiempo que yo mismo practicaba algunas, o casi todas, de las perversas variantes en que se obliga a dibujar).

Algunos autores han difundido una idea hoy plenamente aceptada: el dibujo infantil es un fenómeno con un punto de arranque torpe, una lenta evolución, un estadio de apogeo, “estado de gracia”, seguido de una fase de agotamiento con un final previsible, hacia la preadolescencia.

Así pues, dibujar o pintar atendiendo a un impulso inapelable y hacerlo felizmente, sin propósito alguno, con placer, con un ensimismamiento y seriedad excepcionales, jugar y llevar el hecho de ser persona a su más alto rango, ser mujer o hombre plenamente, según ellos, sólo seria posible durante un corto periodo de la vida llamado infancia y solamente unos pocos seres, especialmente dotados por la naturaleza o, quién sabe, inspirados por qué experiencias personalísimas, continuarían este camino: los llamados a ser artistas.

Sin embargo, cuando el juego continúa, lo cual, hasta ahora, solamente es posible en las condiciones de la educación creadora, en el espacio creado por Arno Stern, las imágenes-objeto continúan evolucionando.

Los niños dibujan entonces reiteradamente las cosas que aman y desean evocar fielmente, al mismo tiempo que su conocimiento sobre ellas va creciendo, debido a un interés no agotado y creciente también.

Y así, los escolares van abandonando esta práctica con la sensación de hacerlo mal y sin que les sirva ni para expresarse, ni para comunicarse y por supuesto sin que les aporte placer alguno; los niños, quizás adolescentes ya, que pueden conservar su juego, adquieren una destreza impensable, aquélla que se atribuye a seres excepcionales y no es si no la de los que pueden jugar y escapar por tanto a las enseñanzas y condicionamientos de la escuela.

La evolución no termina aquí, pero los siguientes pasos no pueden ser ya vistos en el hogar o en la escuela.

Poco a poco las imágenes comienzan a debilitarse, y en su lugar aparecen lo que Arno Stern llama figuras esenciales.

Algunas habían aparecido como trazos escondidos en las imágenes-objeto y alguna otra la pudimos ver también mucho antes, pero como un trazo desnudo, entre las figuras primarias.

Ahora aparecen de nuevo sin pretextos, con una fuerza e intensidad no conocidas. Son las siete figuras esenciales.

Se combinan entre sí, con algunos otros trazos y esporádicamente con alguna que otra lejana evocación de algún objetoimagen aislado. Aparecen como una emisión impetuosa y desbordante, manifestación de una fuerza y seguridad adquiridas, incomparables.

Un espacio de libertad

La evolución completa que va desde las manifestaciones gráficas arcaicas hasta las figuras esenciales es posible para todos en determinadas condiciones, Estas condiciones fueron creadas por Árno Stern en su taller en París hace ya más de cuarenta años y son el fundamento de lo que entendemos y practicamos como educación cereadora.

Alf creó un lugar al margen de las presiones cotidianas, que en nuestra sociedad desnaturalizan y debilitan a las personas. Un espacio libre de juicios, de competitividad y Consumismo.

"¿Cómo la escuela no ha establecido relación directa entre el fracaso en el aprendizaje del dibujo y su pretensión de enseñarlo?"

En este espacio lo que destaca es la diversidad. En él se reúnen personas de diferentes edades, diferentes formas de pensar y distinta procedencia, Niños, jóvenes y adultos de tres, ocho, quince, treinta, cincuenta o setenta años crean un grupo heterogéneo, en el seno del cual es posible ejercer el derecho a ser uno mismo, sin modelos, afirmarse entre las diferencias de los demás y crecer con el propio espacio, al propio ritmo, con sus intereses propios.

Cuando las personas son agrupadas por edades, sexo, creencias, aptitudes o carencias y se les somete a un mismo programa de aprendizaje, se les uniformiza, Los niños, organizados en la escuela en grupos pretendidamente homogéneos, se comparan inevitablemente entre sí.

En un grupo heterogéneo las personas, manifiestamente diferentes no se comparan entre si e inician unas relaciones exentas de competitividad.

Entre ellos no se establece ninguna expectación ni compostura. Nadie espera nada de nadie, la diferencia se acepta como algo consustancial a cada uno y al grupo y por tanto todos pueden manifestarse como son sin necesidad de fabricarse máscaras e imágenes, que haya que tener que soportar después.

Este grupo es dotado de unas reglas que le posibilitan un perpetuo juego. Y el que asiste a este juego y hace que se cumplan las reglas para que nunca deje de serlo es un educador que asume un rol particular, Su actitud y formación, el conocimiento profundo de la Formulación, sus elementos, su evolución, sus leyes y mecanismos, le impiden juzgar, extrañarse, reaccionar, asombrarse o sentirse orgulloso de lo que hacen los demás cuando pintan.

No enseña, no acelera ni retarda procesos, ni roba descubrimientos. Ni conduce a nadie lejos de sus intereses. Sabe respetar el ritmo de cada uno. No corrige, Mi comete la torpeza de interpretar los dibujos. Hace el trabajo agradable. Y ni él es un modelo, ni es el receptor de lo que se formula. Su rol es servir. Preservar este espacio y los trazos que en él se emiten de la indiscreción, de la injerencia y las demandas de los demás. Y así hacer posible que este espacio se convierta en un espacio de libertad.

El trabajo de Arno Stern

Arno Stern tenía 22 años cuando en 1946 entró en una institución para huérfanos de guerra.

Encargado de atender a los niños, les hace pintar y comprende inmediatamente el papel primordial del juego que provoca. Para este, crea una condiciones originales que lo liberan y permite que alcance proporciones insospechadas, transformando a las personas.

En los años 50 se instala en París creando su propio taller "Academie du Jeudi".

Los medios de comunicación empiezan a interesarse por su trabajo, publica numerosos artículos y es invitado a participar en congresos, conferencias y cursos por todo el mundo.

De esta forma empieza a difundirse su trabajo.

Además Arno Stern ha publicado las siguientes obras:

  • 1956 "Aspects et Tecnique de la peinture d´Enfants".
  • 1963 "Le Langage Plastique".
  • 1966 "Une Grammaire de l´Art Enfantin".
  • 1967 “Entre Educatéurs”.
  • 1968 “Úné Nouvelle Comprehension, de l'Art Enfantin”.
  • 1970 "Initiation á L´Educatión créatice”.
  • 1973 “I´Expression, ou L´Homo Vulcanus”.
  • 1974 “Le Monde des Autres”.
  • 1978 “Antonin et la Mémoire Organique”.
  • 1989 “Les enfants du Closlieu” (1).
  • e "1906 “Die Natiirliche Spur”.

En estos momentos, continúa trabajando en su taller en París, que ya pronto tendrá 50 años, imparte cursos de formación por toda Europa y ha creado el “Institut de Recherche en Semiologie de L´Expression.

(1) “Les Enfaánts du Closlicu” está siendo traducido al Castellano y esperamos que sea publicado en, breve, En él sé describe él resultado de sus investigaciones en los últimos diez años.