Sobre el reciente vertido y la alarma por contaminación de nuestra mar
Las bolucas de plástico que los medios denominan "pellets" no es que estén ya en nuestras costas: es que siempre han estado aquí. No sólo los del reciente desastre en aguas portuguesas, que el Comisario EU de Medio Ambiente y Pesca ha cifrado en 25 toneladas, sino otros procedentes de vertidos previos que vienen produciéndose desde hace años en el transporte oceánico y en otras fases del proceso de producción. Lo de estos días es sólo la punta del iceberg, pues la UE estima que sólo en Europa cada año se vierten unas 160.000 toneladas de granza, y la mayoría acaban en la mar, afectando biológica y físicamente a la fauna marina.
Estos días nos habéis ayudado a documentar su presencia en las playas cántabras, y más o menos la mitad eran atribuibles al reciente vertido y la otra mitad antiguos (desgastados y con una tonalidad más oscura por las toxinas que van absorbiendo y la acción de la luz solar).
Debemos tratar de aprovechar la atención mediática de estos días, el populismo político y la alarma social por esta contaminación, para concienciar de que la mar está convertida en un vertedero, sobre el que hace tiempo que debiéramos estar en estado de alerta. Por supuesto, hay que intentar limpiar, a pesar de la dificultad y cuidando de voluntari@s, ecosistemas dunares y balsa de marisqueo, este grave vertido, sin dejar de ser conscientes de que se trata de un grano en los 12 millones de toneladas de basura que se vierten cada año al mar.
Porque como señalan l@s voluntari@s de ‘Mi Pueblo Limpio’, “esto dejará de ser noticia en unos días y la gente se olvidará, pero seguirán llegando a las costas, y junto a ellos, llegarán botellas, envases, cuerdas, utensilios de pesca, colillas, tejidos, bolsas, toallitas, y otros residuos que también se convertirán en microplásticos si no se recogen, y la alerta habrá decaído, aunque la emergencia seguirá siendo la misma o más grave”.