Una mirada a las luchas contra la frontera ítalo-francesa
Publicamos este artículo del último boletín Briega en papel septiembre 2023 sobre la frontera italo-francesa de los territorios de Montgenevre y Bardoneche, en el contexto de la pasada edición del campamento itinerante “Passamontagna” del que pudimos formar parte.
Lo hacemos en un momento en que aquí en Cantabria y en Santander, el colectivo Pasaje Seguro sigue luchando para retirar las concertinas (cuchillas) del puerto de Santander. En un momento en que son noticia ya que en el último informe de la Fiscalía de Cantabria sale reflejado el descenso de accesos de personas migrantes al puerto en años anteriores a la instalación de estas cuchillas, Pasaje Seguro asegura que hay que rematar el trabajo y retirar el tramo que el Puerto llegó a poner.
Una mirada a las luchas contra la frontera ítalo-francesa
Es difícil permanecer impasibles ante la existencia de las fronteras de la “Europa fortaleza” y las políticas racistas de control y represión de las personas exiliadas que intentan cruzarlas a diario. El goteo de noticias sobre los dramas que ocurren en ellas es constante. Pero, además, para quienes vivimos en Santander o la pisamos con regularidad, la presencia del puerto nos recuerda que también vivimos en un territorio (militarizado) de frontera, por el que turistas adinerados y mercancías circulan libremente a la vez que se reprime y persigue a quienes tratan de colarse clandestinamente en los barcos que atracan en él. Por estas razones, desde Briega hemos abordado con frecuencia cuestiones relacionadas con las migraciones, pero no con un propósito únicamente informativo, sino también desde un compromiso de denuncia y lucha contra los dispositivos de control fronterizos y el mundo que los crea, necesita y reproduce. Desde nuestra realidad más cercana, como cuando entrevistamos a Aurora del colectivo Pasaje Seguro para tratar el tema de las concertinas del puerto de Santander (nº38 de Briega, diciembre 2022) o cuando conversamos con una integrante del colectivo Ongi Etorri, que nos explicó la situación del puerto de Bilbao (nº17, enero 2020). Pero también nos hemos interesado por la realidad de fronteras más lejanas, a través de una entrevista que hicimos a una persona que vivió en la Jungla de Calais (nº9, enero de 2019) o más recientemente a la que hicimos a un activista de NoNameKitchen, ONG presente, entre otros lugares, en Grecia y los Balcanes (nº42, abril 2023), por poner algunos ejemplos.
Sucede, a veces, que, quienes participamos en Briega, levantamos la mirada de nuestras pantallas y dejamos de lado nuestros teclados para viajar y conocer en primera persona lo que sucede en estos lugares de paso. Lo hacemos, por supuesto, desde los privilegios que nos confieren el ser europeos y tener un determinado color de piel, que nos permiten movernos con relativa facilidad a dónde nos plazca, y atravesar fronteras despreocupadamente. Este verano, nos trasladamos hasta la frontera italo-francesa de los territorios de Montgenevre y Bardoneche, en el contexto de una nueva edición campamento itinerante “Passamontagna” que tuvo lugar entre el 4 y 6 de agosto. Esta iniciativa surgida del entorno de movimientos No borders y que viene realizándose desde hace algunos años (bajo diversos nombres) consiste básicamente en una acción de cruzar colectivamente la frontera alpina entre Italia y Francia, para permitir, por un día, un paso seguro a personas exiliadas. A diferencia de años anteriores, en esta ocasión el Passamontagna no tuvo éxito y 500 personas fuimos bloqueadas en la frontera por un gran número de gendarmes antidisturbios, lo que es síntoma de un recrudecimiento de las políticas racistas y represivas contra las personas exiliadas por parte de Francia y de los países de la UE en general. A pesar del fracaso de esta acción colectiva, cabe decir que unas 100 personas consiguieron llegar “al otro lado” durante el fin de semana, siendo 30 de ellas rechazadas. Para quien tenga interés en conocer mayores detalles sobre lo acontecido esos días, hay un relato (accesible en nuestra web) escrito por algunas personas que estuvieron presentes, titulado “Sobre el campamento de la frontera passamotagna de principios de agosto”.
A la decepción y rabia por haber sido rechazades en la frontera se sumó la tristeza los días posteriores al enterarnos de la muerte de una persona, Moussa, procedente de Guinea, en un camino militar entre Montgenevre y Briançon. Las causas se desconocen aún. Aunque algunes lo tildarán hipócritamente de “terrible accidente”, la realidad es que esta muerte es responsabilidad de las autoridades que impiden a las personas exiliadas cruzar la frontera por la carretera, en coche o transporte público, obligándolas a buscar rutas alternativas a través de la montaña. Es responsabilidad también de las personas uniformadas y armadas que se dedican a vigilar y perseguir, en esos mismos caminos, a todas aquellas personas que no tienen pinta de ser senderistas de vacaciones. Esta frontera, como todas las demás, separa, selecciona y mata. Se desconocen las cifras reales, pero oficialmente, han muerto 10 personas desde 2018 en el territorio de Montgenevre.
Y todo apunta a que esta situación se va a ir agravando en los próximos meses. En lo que llevamos de año, 94.000 personas exiliadas han llegado a Italia, la mayoría de ellas a través del Mediterráneo, lo que supone más del doble que el año pasado en este mismo periodo. Con la esperanza de alcanzar otros países europeos, muchas de estas personas se dirigen a la frontera entre Italia y Francia, y concretamente, hacia el paso de Ventimiglia-Menton. Sin embargo, desde 2017 este punto de la frontera se ha ido militarizando cada vez más dificultando la travesía y generando un cuello de botella en el que cientos de personas permanecen a la espera del lado italiano en condiciones precarias. Algunas de ellas optan, por tanto, por rutas alternativas como la del Val di susa, dónde tuvo lugar el passamontagna.
Acudir a este lugar nos ha permitido conocer las luchas que llevan a cabo las personas a ambos lados de la montaña, en su afán de ayudar un poco a aquellas que buscan cruzarlas de forma clandestina. Es importante mencionar, en primer lugar, los espacios okupados que sirven de refugio para las personas que están en movimiento, y que juegan un papel crucial en esta región alpina caracterizada por un clima hostil. Desde el más alejado en el tiempo, el refugio autogestionado “Chez Jesus” en Claviere (marzo 2018-octubre 2018) hasta los recientes refugios okupados en Briançon, uno de ellos en estos momentos bajo amenaza de desalojo y el segundo abierto el pasado mes de agosto. Todas estas okupas son atacadas sin piedad por el poder precisamente porque proporcionan apoyo material y de cuidados fundamental a las personas exiliadas. Las autoridades solo toleran, como mucho, la actividad de asociaciones y ONG legalizadas. En consecuencia, son constantes las personas que se enfrentan a multas o penas de cárcel por apoyar estos espacios o por ayudar a cruzar la frontera como, por ejemplo, Emilio, histórico militante No TAV y muy activo en las luchas solidarias en la frontera, que pasó varios meses en cárceles francesas e italianas el año pasado. Por otro lado, son constantes las manifestaciones y concentraciones en la región para denunciar dicha represión, las muertes en la frontera y la existencia misma de ella y de la violencia institucional, policial y parapolicial de grupos fascistas contra las personas exiliadas. Los muros de lo túneles y de las calles están repletos de pintadas que reflejan bien la existencia de una fuerte actividad militante en la zona: “All cops are borders”, “Feu aux frontières”, “No Borders, no TAV”, “Contro tutte le frontiere”.
Otra parte importante de las luchas en este territorio son las diversas marchas que se han organizado en los últimos años para cruzar colectivamente la frontera. La dinámica suele ser siempre similar. El primer día se levanta un campamento autogestionado del lado italiano, cerca del punto por el que se quiere cruzar, dónde la gente se va reuniendo poco a poco y dónde se entremezclan personas exiliadas con personas solidarias. Se despliegan carpas, se instalan cocinas colectivas, baños secos y otras infraestructuras, a la vez que se levantan cientos de tiendas de campaña. A veces tienen lugar debates y charlas. En el caso de la edición del passamontagna de este año, pudimos asistir a una charla sobre la externalización de las fronteras por parte de la UE, en la que se proporcionaron datos que evidencian un fuerte aumento de los presupuestos europeos destinados a controlar las migraciones en fronteras cada vez alejadas del continente (como por ejemplo Niger, país que ahora sale en todos los medios por otras razones); y en la que algunas personas nos contaron cómo habían sufrido en sus propias carnes dicha externalización, además de un creciente racismo y rechazo en Túnez desde que su Presidente, Kais Said, enarboló la teoría conspirativa del “gran reemplazo”. Al día siguiente, el campamento es desmantelado rápidamente y las personas presentes se ponen en marcha. Cientos de personas caminan de forma conjunta, a veces esquivando a la policía para evitar detenciones, hasta alcanzar el lado francés, dónde de nuevo es levantado el campamento. Esta segunda etapa no la hemos podido experimentar, porque, como hemos dicho, este año la marcha fue bloqueada en la frontera por una policía antidisturbios fuertemente armada y muy hostil. Aunque podemos imaginarnos la alegría y la fuerza que se debe de sentir al conseguirlo. Como cuando, el 22 de abril de 2018, por ejemplo, las 300 personas que partieron de Claviere recorrieron 17km bloqueando la carretera y entraron en Briançon coreando cánticos contra las fronteras, los fascistas (que se habían manifestado el día anterior contra el paso de migrantes) y la policía.
Ya sea en marchas colectivas visibles o en grupos pequeños más discretos y ocultos, las personas exiliadas seguirán tratando de cruzar esta frontera entre Italia y Francia, al igual que otras muchas fronteras que siguen existiendo y reforzándose en esta Europa que abandera hipócritamente la defensa de unos Derechos Humanos que pisotea a diario. En nuestras manos está tratar de ayudarlas por todos los medios que se nos ocurran.